Las ciudades dependientes del petróleo y gas no necesitan ayuda ahora, pero lo harán: un análisis sobre la vulnerabilidad económica ante el cambio climático En un mundo cada vez más orientado hacia la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático, las ciudades que han prosperado gracias a la industria del petróleo y gas enfrentan un futuro incierto. Aunque actualmente muchas de estas comunidades parecen estar en buena forma económica, con ingresos medianos decentes y niveles de empleo relativamente altos, la realidad es que una transformación profunda se avecina. La transición hacia energías limpias y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles dejan un mensaje claro: estos pueblos deben comenzar a prepararse para tiempos difíciles que podrían llegar más pronto de lo que piensan. Tomemos como ejemplo a Rangely, un pequeño pueblo en el noroeste de Colorado. En una reciente visita, se hizo evidente que el bienestar actual de la comunidad no refleja su vulnerabilidad futura.
La economía de Rangely se vio impulsada por un auge del petróleo durante la Segunda Guerra Mundial y, actualmente, la industria del petróleo y gas representa más de la mitad del producto económico de su condado, Rio Blanco. Sin embargo, esta dependencia crea un riesgo considerable. Como muchas otras ciudades en Estados Unidos que dependen de la industria del petróleo y gas, Rangely disfruta de una prosperidad momentánea que podría desvanecerse con la disminución de la demanda de combustibles fósiles. La transición a energías limpias no es solo un concepto distante; está ocurriendo aquí y ahora. Las señales de este cambio se pueden ver en acuerdos internacionales que promueven un movimiento hacia la sostenibilidad, así como en el aumento de la adopción de vehículos eléctricos, que compiten directamente con los motores de combustión interna que han gobernado nuestras carreteras durante décadas.
Este enfoque hacia un futuro más sostenible trae consigo la necesidad de reestructurar las economías locales que durante tanto tiempo han dependido del petróleo. El enfoque de los legisladores ha estado, hasta ahora, principalmente en comunidades que dependen del carbón, en parte porque estas áreas han estado lidiando con el fracaso de su principal industria durante años. Sin embargo, el panorama para las comunidades de petróleo y gas es igualmente preocupante; aunque sus números son positivos en el presente, las proyecciones a largo plazo sugieren que un cambio también es inevitable. Existen tres razones principales por las que las ciudades dependientes de la industria del petróleo y gas son frecuentemente pasadas por alto en discusiones sobre la transición energética: En primer lugar, hay una percepción de que la urgencia no es tan inmediata. Con la disminución constante de la producción de carbón y la aparentemente inexorable transición hacia combustibles más limpios, las alertas parecen estar sonando solo para aquellos que ya enfrentan crisis económicas.
Por el contrario, las comunidades de petróleo y gas disfrutan de la prosperidad en el presente, lo que lleva a muchos a suponer que no necesitan considerar un futuro sin petróleo. En segundo lugar, muchos políticos disimulan las amenazas que enfrentan estas comunidades. Existe una tendencia, especialmente entre los legisladores de tendencias conservadoras, a evitar el tema de la posible declinación de las industrias de petróleo y gas. Por su parte, muchos políticos progresistas ven las soluciones frente al cambio climático como una oportunidad para impulsar el crecimiento económico, sin resaltar los desafíos que se avecinan para estas comunidades. El tercer factor a considerar es que las estrategias económicas tradicionales no se ajustan a las necesidades de estas comunidades.
Las políticas orientadas a proporcionar ayuda a economías locales en crisis, como subsidios salariales, desconectan la realidad de comunidades que hoy son prósperas pero que sabrán que necesitarán abordar un cambio inminente. Más que soluciones a corto plazo, estos pueblos necesitan estrategias de desarrollo económico a largo plazo que fomenten nuevas industrias y diversifiquen sus economías. Adaptar las economías de estas comunidades podría parecer un desafío monumental, pero no es imposible. La experiencia de otras regiones puede servir como guía. Tomemos como caso el ejemplo de Finlandia, que ha evolucionado de depender de la industria maderera a convertirse en un líder en tecnología de maquinaria avanzada.
Este tipo de transición no se hace de la noche a la mañana, pero es crucial que los líderes de estas comunidades comiencen a realizar planes ahora para evitar una innecesaria recesión económica en el futuro. Es esencial que se invierta en soluciones. Por ejemplo, la Tribu Indígena Southern Ute en Colorado ha comenzado a utilizar sus ingresos de petróleo y gas para crear un fondo permanente que promueve la sostenibilidad fiscal a largo plazo. Esto demuestra que las comunidades no solo pueden beneficiarse de sus recursos naturales en el presente, sino también planificar su futuro diversificando sus fuentes de ingresos. Desde un enfoque nacional, se ha propuesto la creación de una corporación federal que ayude a comunidades que enfrentan amenazas económicas agudas, incluyendo la eventual declinación de la industria petrolera y gasífera.
Esta corporación podría destinar recursos a trabajadores desplazados y a proyectos de infraestructura pública crítica que garantizarán el acceso a nuevas oportunidades económicas. Los proyectos y las estrategias deben ser específicos a la realidad de cada comunidad. La premisa de que una solución única servirá para todos es una ilusión. Por ejemplo, las condiciones de Rangely son muy distintas a las de otras ciudades dependientes de combustibles fósiles. Las políticas deben tener en cuenta las fortalezas y limitaciones particulares de cada ubicación.
Al mismo tiempo, no debe subestimarse el tiempo para adaptarse a una economía en transición. El momento para construir una economía más resiliente es antes de que llegue la crisis. La historia nos muestra ejemplos como el de José en la Biblia, cuya previsión le permitió a Egipto prepararse para la adversidad. La producción de petróleo y gas es abundante actualmente en los Estados Unidos, pero esto no significa que los riesgos no se avecinen. Los legisladores y líderes comunitarios deben actuar ahora para asegurarse de que las ciudades dependientes de estos recursos estén preparadas para un futuro donde la demanda puede disminuir drásticamente.
Los pueblos involucrados en la industria del petróleo y gas pueden no necesitar ayuda inmediata, pero ignorar las señales del tiempo puede llevar a una grave crisis en el futuro. La preparación para un mundo que, inevitablemente, se alejará de los combustibles fósiles es esencial, y el momento de actuar es ahora. Las decisiones que se tomen hoy determinarán si estas comunidades pueden adaptarse y prosperar o si caerán en la irrelevancia económica en las próximas décadas.