La minería de Bitcoin se encuentra en un punto de inflexión que podría marcar un nuevo capítulo en la historia de las criptomonedas. A diferencia de años anteriores, cuando la minería era dominada mayormente por entusiastas y pequeños operadores, hoy día el interés de los inversores institucionales está transformando la industria. Este fenómeno responde a varios factores convergentes, entre los más relevantes destacan el favorable ambiente regulatorio estadounidense y la creciente orientación hacia la diversificación tecnológica usando infraestructura minera para inteligencia artificial (IA). La combinación de estos elementos está haciendo que la minería de Bitcoin se consolide como una actividad estratégica no solo para el sector cripto, sino también para la economía digital y tecnológica de Estados Unidos. La rentabilidad de la minería de Bitcoin sigue siendo un aspecto esencial para entender este interés creciente.
En el tercer trimestre de 2024, el costo promedio para minar un Bitcoin por parte de las empresas listadas en EE.UU. se situó alrededor de 55,950 dólares, según datos de CoinShares. Las variaciones en los costos estimados dependen del modelo de análisis utilizado. Por ejemplo, MacroMicro presentó una cifra superior, por encima de 92,000 dólares, mientras que el modelo de regresión de dificultad de Glassnode calculó un coste cercano a los 34,400 dólares.
Frente a estos costes, el precio de Bitcoin el 20 de febrero de 2025 era de aproximadamente 98,300 dólares, lo que indica que la minería sigue siendo una actividad lucrativa para muchas empresas desde una perspectiva económica. Los costes de minería varían significativamente en función de la región del mundo. Un factor clave es el costo de la electricidad, el cual puede elevarse hasta aproximadamente 321,000 dólares por Bitcoin en países como Irlanda, mientras que en naciones como Irán, el coste apenas supera los 1,300 dólares por BTC. Sin embargo, la electricidad no es el único gasto; el hardware especializado, la mano de obra y los costos de mantenimiento forman una parte sustancial de la inversión necesaria. En Estados Unidos, la minería institucional presenta un panorama mixto.
Por un lado, algunas empresas mantienen márgenes de rentabilidad sólidos, pero por otro, los costos operativos en aumento plantean desafíos que podrían remodelar el sector minero. La capacidad de algunas entidades para mantener la rentabilidad podría llevarlas a expandirse y adquirir a mineros más pequeños y menos rentables, lo que supondría una concentración del poder y un riesgo para los pequeños y medianos participantes. Un aspecto que fortalece la economía de la minería más allá de la simple producción de Bitcoin es la recolección de comisiones de transacción. Éstas varían según el uso de la red y representan una fuente adicional de ingresos que se ha mantendido entre 360,000 y 1.3 millones de dólares diariamente en el último mes, con un promedio cercano a los 595,000 dólares por día.
Esta diversificación de ingresos aporta resiliencia al modelo de negocio minero y mejora sus perspectivas a largo plazo. Más allá del campo estrictamente financiero, la industria minera está aprovechando una oportunidad emergente vinculada con la capacidad de procesamiento de sus equipos. Las granjas mineras que cuentan con hardware de alta capacidad y suministros eléctricos estables están comenzando a ofrecer servicios de cómputo para tareas de inteligencia artificial y computación de alto rendimiento. Este fenómeno está abriendo una nueva vía de monetización que complementa y amplía el alcance tradicional de la minería de Bitcoin. La implicación de este cambio tecnológico es profunda.
Por primera vez, las empresas de minería están impulsando negocios híbridos donde combinan la extracción de criptomonedas con la provisión de infraestructura para la inteligencia artificial. Esta dualidad las posiciona como actores clave en la convergencia de tecnologías digitales avanzadas y abre un espectro amplio de oportunidades para captar inversiones provenientes de sectores más allá del cripto, como el fintech y el tecnológico. El auge de la minería institucional en Estados Unidos se refleja en la creciente participación en la tasa global de hash de Bitcoin, donde las piscinas mineras estadounidenses representan más del 40% en 2024. Esta concentración indica una consolidación de poder y recursos en territorio estadounidense, que se ve reforzada por el interés de grandes activos financieros y fondos especializados. Investigaciones de firmas reconocidas, como EY-Parthenon y Coinbase, muestran que la mayoría de las instituciones a nivel mundial tiene planes activos para incrementar sus asignaciones en criptomonedas, siendo la inversión en empresas de minería un objetivo prioritario para más de la mitad de los gestores de activos.
Nombres destacados dentro del sector, como Riot Platforms y CoreWeave, han recibido inversiones millonarias, consolidando su capitalización y preparándose para procesos de oferta pública inicial que atraerán aún más recursos y visibilidad al mercado. CoreWeave, por ejemplo, ha asegurado inversiones de hasta 650 millones de dólares y planea salir a bolsa con una valoración estimada de 35 mil millones de dólares, un claro reflejo de la confianza que los inversores ponen en las tendencias actuales y futuras. Empresas similares, como Bgin Blockchain basada en Singapur, también proyectan salidas a bolsa en Estados Unidos, subrayando la internacionalización y expansión del sector. Estos movimientos generan un círculo virtuoso que beneficia el ecosistema minero: mayor inversión impulsa mejoras tecnológicas y operativas, lo que estimula el crecimiento y la consolidación de los actores clave, a la vez que incrementa la escasez de Bitcoin en el mercado debido a la retención de las monedas extraídas. La escasez es un factor fundamental para sostener y aumentar el precio de Bitcoin, lo cual retroalimenta la rentabilidad del sector minero.
El respaldo institucional va de la mano con el contexto político estadounidense. La elección de Donald Trump en las presidenciales de noviembre de 2024 ha sido interpretada como un signo de apoyo renovado a políticas amigables con las criptomonedas y la innovación tecnológica en el país. Una señal clara de esta tendencia fue el establecimiento de una Reserva Estratégica de Bitcoin en marzo de 2025, lo que ha sido recibido con entusiasmo por los actores del sector y ha generado un clima positivo hacia la minería y el ecosistema cripto en general. En términos económicos, la minería de Bitcoin está demostrando ser una fuente importante de desarrollo. En 2024, esta actividad contribuyó con aproximadamente 4.
1 mil millones de dólares al producto interno bruto (PIB) estadounidense y generó más de 31,000 empleos directos en todo el país. Además, la minería está revitalizando zonas rurales y remotas al atraer inversiones, generar ingresos fiscales y crear nuevas oportunidades económicas en regiones antes marginadas. El paralelismo con la fiebre del oro o el auge de la industria petrolera a principios del siglo XX es inevitable. La minería de Bitcoin está reconfigurando el mapa industrial y tecnológico de Estados Unidos, transformando localidades y posicionando al país en la vanguardia de la revolución digital. Los últimos anuncios de inversión, nombramientos estratégicos en la dirección de empresas mineras y las próximas ofertas públicas iniciales apuntan a un futuro optimista.
Estas organizaciones ya no son solo mineras de Bitcoin, sino que evolucionan hacia proveedores de infraestructura de datos y procesamiento para la inteligencia artificial, con un papel crucial en la creación de la nueva economía digital. El rol de Estados Unidos como posible líder mundial en minería de activos digitales está reforzado por estas condiciones políticas y económicas. El país tiene la oportunidad de convertirse en la “capital cripto del mundo” gracias al ambiente pro-tecnología y a las inversiones institucionales que están tomando fuerza. Así, la minería de Bitcoin se consolida no solo como una ventana de inversión atractiva, sino como un ecosistema dinámico y en constante evolución que está cambiando la forma en que concebimos el uso y el valor del poder computacional y los activos digitales. Mientras las instituciones apuestan por este terreno híbrido entre criptomonedas e inteligencia artificial, la pregunta deja de ser si esta industria evolucionará, para centrarse en quiénes serán los protagonistas de esta nueva era digital.
Lo que está claro es que la modernización y sofisticación de la minería no solo ofrecen oportunidades financieras, sino que también están remodelando el paisaje tecnológico y económico global. En este contexto, captar una cuota de este mercado en expansión es una prioridad estratégica para muchos inversores, quienes ya empiezan a hablar de esta etapa como la nueva fiebre del oro digital.