En un giro inesperado, la OPEP anunció un incremento en su cuota de producción de petróleo, adelantando su reunión programada y estableciendo una estrategia destinada a fortalecer su posición en el mercado mundial. La decisión, que representa el tercer aumento mensual consecutivo, señala un claro cambio hacia una guerra de precios, un movimiento que ha generado señales mixtas tanto en los mercados energéticos como en las bolsas de valores. La organización petrolera, encabezada por Arabia Saudita, comunicó que el incremento de la producción será de 411,000 barriles diarios para el mes de junio, elevando en total casi un millón de barriles diarios el bombeo conjunto durante abril, mayo y junio. Este aumento contrasta con las políticas de recorte que se implementaron durante la pandemia del Covid-19, cuando la caída abrupta en la demanda global llevó a OPEP y sus aliados a reducir la oferta para sostener los precios. El objetivo detrás de esta estrategia parece ser múltiple.
Por un lado, hay un intento de reafirmar el control sobre países miembros como Irak y Kazajistán, cuyos niveles actuales de producción exceden sus cuotas establecidas, creando tensiones internas. Por otro lado, existe la intención manifiesta de hacer presión sobre el sector petrolero estadounidense, que ha alcanzado niveles récord en producción mensual, con 13.45 millones de barriles diarios, impulsado principalmente por la actividad en la cuenca del Pérmico en Texas. La perspectiva del fin del crecimiento en esta región clave preocupa a los productores locales y abre una ventana para que OPEP trate de recuperar participación. Paralelamente a esta jugada geopolítica, el contexto internacional se ha agitado por las acciones del gobierno de Donald Trump, quien ha impuesto sanciones severas contra la importación de petróleo iraní.
La prohibición, anunciada de manera abrupta en redes sociales, está destinada a presionar aún más a Irán y a su principal comprador, China, alterando las dinámicas tradicionales del mercado petrolero asiático. La convergencia de la política estadounidense con la estrategia de incremento de oferta de OPEP prepara el terreno para un periodo de mayor volatilidad y competencia intensa. Arabia Saudita, con su costo de producción de crudo entre los más bajos del mundo, se encuentra en una posición ventajosa para resistir las fluctuaciones y posiblemente ampliar su cuota de mercado frente a rivales más costosos. En cuanto a la reacción en los mercados de valores y commodities, las noticias llevaron a una caída significativa en los futuros del crudo, con el West Texas Intermediate cerrando a 57.04 dólares el barril, marcando un mínimo en cuatro años, y el Brent retrocediendo hasta los 60.
23 dólares. Las compañías petroleras estadounidenses experimentaron caídas pronunciadas, especialmente Occidental Petroleum y APA Corp., que bajaron más del 4%, posiblemente agravadas por la reciente jubilación de Warren Buffett, quien es un inversor clave en Occidental. Sin embargo, los operadores de flotas de tanqueros internacionales, como Teekay Tankers y International Seaways, registraron ganancias notables. Este contraste refleja la complejidad del mercado donde la sobreoferta eleva la demanda logística para el transporte marítimo de crudo.
Las implicaciones para los inversionistas son variadas. Por un lado, el aumento de la producción y la presión a la baja sobre los precios pueden representar un desafío para las empresas petroleras convencionales en Estados Unidos, que enfrentan mayores costes de extracción y estructuras de capital ajustadas. Por otro lado, las compañías vinculadas a la logística y el transporte marítimo pueden beneficiarse del incremento en el volumen manejado, sobre todo en un contexto de alta volatilidad. Además, la decisión abrupta y adelantada de OPEP para revisar sus cuotas de producción muestra un dinamismo político notable, con la organización adaptándose rápidamente a los cambios en el contexto internacional y a las acciones de Estados Unidos, anticipándose a la visita de Trump a Arabia Saudita. Este viaje presidencial, previsto para mediados de mayo, es el primero que realiza Trump al extranjero como mandatario y estará acompañado por una cumbre de líderes del Golfo Pérsico, reforzando la importancia estratégica de la región en la política energética y geopolítica global.