La experiencia de Suguru Onda, un estudiante japonés de doctorado en Brigham Young University (BYU) en Utah, ha puesto en evidencia un problema creciente en los procesos de inmigración de Estados Unidos. Onda, quien está a solo un año de completar su doctorado, se ha visto sorprendido al recibir una notificación que revoca su Formulario I-20, el documento necesario para mantener su estatus de visa F, sin previo aviso ni revisión humana. Este revocamiento le ordena salir del país antes de fin de abril, poniendo en riesgo no solo su educación sino la estabilidad de su familia, que incluye a su esposa y cinco hijos, dos de ellos nacidos en suelo estadounidense. La razón oficial para la revocación de la visa de Suguru Onda se basa en un supuesto hallazgo en una verificación de antecedentes criminales. Sin embargo, Onda no tiene antecedentes penales reales.
Su historial incluye únicamente dos multas por exceso de velocidad y una infracción de pesca de “captura y liberación” ocurrida hace seis años, que terminó siendo desestimada. Este malentendido ha sido atribuido a un sistema automatizado implementado por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos, que utiliza un algoritmo para evaluar antecedentes criminales de manera masiva sin intervención humana. Según el abogado de Onda, Adam Crayk, este bot tecnológico realiza búsquedas en bases de datos criminales, y ante cualquier indicio relacionado con conductas penales, emite automáticamente una revocación de la visa sin un proceso de revisión con criterio humano. Esta situación genera profundos cuestionamientos sobre la justicia y transparencia del sistema migratorio estadounidense, especialmente en un contexto donde cada vez más estudiantes internacionales se ven afectados de manera arbitraria y sin oportunidad de defensa adecuada. La dependencia excesiva en inteligencia artificial y automatización sin supervisión puede derivar en errores graves, afectando la vida y el futuro académico y profesional de personas inocentes, como es el caso de Onda.
El impacto emocional y práctico de esta decisión es significativo. Suguru se declara “indefenso” ante un proceso que no solo desconoce su caso individual, sino que tampoco ofrece claridad ni guía sobre qué hacer para revertir la situación. En sus declaraciones a la prensa local, expresó su incertidumbre respecto a cómo proceder mientras se enfrenta a la posibilidad de abandonar el país y suspender su proyecto de vida e investigación. Sumado a ello, el estrés y la preocupación se extienden a su familia, que ahora se encuentra en una posición vulnerable, enfrentando la incertidumbre sobre si podrán permanecer juntos y concluir el año académico en Estados Unidos. Brigham Young University ha manifestado apoyo hacia Onda durante esta crisis, aunque la universidad y el estudiante enfrentan un sistema que los coloca en desventaja.
Esto no es un caso aislado. Según Miriam Feldblum, presidente y CEO de la Presidents’ Alliance, ya son al menos 800 las visas revocadas a estudiantes internacionales en todo el país en las últimas semanas bajo circunstancias similares. Estas revocaciones masivas están vinculadas a una revisión retroactiva y rigurosa de bases de datos criminales por parte del gobierno de EE.UU., que ha intensificado la escrutinio debido a preocupaciones de seguridad interna.
Este enfoque automatizado ha generado un debate importante sobre la conciliación entre la seguridad nacional y los derechos individuales. La política de exclusión basada en resultados de algoritmos sin consentimiento, defensa o revisión humana puede incomodar no solo a extranjeros inocentes, sino también dañar la reputación y atracción de Estados Unidos como destino académico y cultural. Por otro lado, esta situación destaca la necesidad urgente de reformas en los procedimientos migratorios relacionados con estudiantes internacionales. La educación de alto nivel es un activo valioso para cualquier país, y la incertidumbre generada por la falta de canales claros y humanos para atender casos específicos puede disuadir a futuros talentos de elegir Estados Unidos como destino de estudios. La situación de Suguru Onda refleja la complejidad de la migración en la era digital, donde las tecnologías avanzadas se combinan con políticas migratorias a menudo rígidas y poco transparentes.
El uso de inteligencia artificial para tomar decisiones automáticas, aunque eficiente en términos de volumen y rapidez, carece del discernimiento necesario para casos particulares que requieren sensibilidad y justicia. El abogado Crayk ha tomado medidas legales para impugnar la revocación a través de una orden de restricción temporal, buscando que su cliente tenga una oportunidad justa para defenderse y permanecer en el país. Este recurso legal pone en relieve la importancia de garantizar procesos equitativos donde las personas puedan acceder a recursos legales adecuados y que no se tomen decisiones finales de manera arbitraria. En el fondo, esta historia no solo afecta a un estudiante japonés ni a una universidad en Utah. Es un llamado de atención acerca de cómo las políticas migratorias automatizadas puedan afectar vidas, carreras y familias enteras, y la necesidad de equilibrar la seguridad con la humanidad y el respeto por los derechos individuales.
Mientras Estados Unidos continúa siendo un destino privilegiado para estudiantes extranjeros, es imprescindible que evolucione hacia mecanismos más justos, transparentes y humanos para gestionar la diversidad y proteger los intereses de todos los involucrados. El caso de Suguru Onda debe impulsar una reflexión profunda sobre el papel de la tecnología en procesos migratorios, y la responsabilidad de las instituciones para garantizar que ningún error sistemático condene injustamente a quienes buscan contribuir académica y culturalmente a la sociedad estadounidense. Con apoyo legal, comunitario y una posible reforma normativa, existe esperanza para Onda y para miles de otros estudiantes que enfrentan circunstancias similares, buscando que la justicia y la equidad prevalezcan en el sistema migratorio global.