Trabajar de forma remota ha transformado profundamente la dinámica laboral, especialmente en el ámbito tecnológico. Desde la llegada de la pandemia, millones de profesionales han tenido que adaptarse a un nuevo modelo sin interacción presencial constante. En este escenario, el networking, fundamental para el desarrollo profesional, ha requerido un replanteamiento para poder seguir generando conexiones valiosas y oportunidades de crecimiento. Quiero compartir mi experiencia personal sobre cómo logré llevar mi networking a un nivel completamente nuevo mientras trabajaba remotamente, y cómo tú también puedes hacerlo. Comencé mi carrera profesional en el ámbito del software en 2020, justo unos meses después de que la pandemia cambiara radicalmente nuestra manera de relacionarnos.
Antes, durante todas mis prácticas, tuve la oportunidad de aprender y conectarme con compañeros principalmente de forma presencial. La interacción directa ayudaba a crear lazos, resolver dudas espontáneamente y construir relaciones de confianza. Sin embargo, al iniciar este nuevo capítulo laboral desde casa, me di cuenta rápidamente de que algo faltaba. Uno de los principales desafíos fue la ausencia de esas conversaciones informales que naturalmente ocurren antes o después de una reunión. En la oficina, era común charlar casualmente en la sala de conferencias o durante un café, lo que fortalecía la camaradería y facilitaba el intercambio de ideas.
En cambio, en las videollamadas, todos permanecíamos en silencio y con micrófono apagado hasta que iniciaba la reunión de trabajo. Esto limitaba el contacto humano, haciendo que las presentaciones formales se sintieran un tanto impersonales y que la interacción se redujera únicamente estrictamente a las personas con las que colaboraba directamente. Decidida a contrarrestar esa sensación de aislamiento y crear más conexiones, comencé a buscar activamente oportunidades dentro y fuera de mi empresa. Fue así que descubrí las Comunidades de Empleados y Grupos de Recursos de Negocios, conocidos como BRGs (por sus siglas en inglés). Estos grupos organizaban eventos virtuales como “lunch and learns” y noches de juegos en línea.
La participación en estos espacios no solo me permitió conocer a colegas de otras áreas, sino que también me ofreció un ambiente más relajado y distendido para entablar conversaciones casuales. Poco después, tuve la oportunidad de unirme al liderazgo de uno de estos grupos, en particular un BRG para mujeres dentro de la empresa. Asumir este rol fue un punto de inflexión en mi networking, ya que me impulsó a ser más proactiva en organizar eventos sociales como “happy hours” virtuales que fomentaban el contacto humano más allá de las tareas diarias. Cambié de equipo y aunque mi trabajo seguía siendo mayormente remoto, empecé a fundar un nuevo capítulo de este grupo en una de las oficinas de la empresa, lo que me permitió ampliar todavía más mi red al combinar interacciones virtuales y presenciales. El uso de plataformas internas de comunicación, como Slack, abrió nuevas puertas para conectar con colegas con intereses compartidos.
La empresa contaba con canales dedicados no solo al trabajo sino a hobbies, zonas geográficas específicas y temas tecnológicos, donde pude compartir mis aficiones, como la artesanía con hilo, y a la vez obtener inspiración de otros. Estos espacios informales permitían un tipo de interacción que antes de la pandemia no existía en el contexto de la compañía. Entendí también que debía cambiar la forma en la que me relacionaba con mis equipos de trabajo. Ahora me esfuerzo por enviar mensajes de bienvenida y presentaciones vía Slack o correo electrónico a cada nuevo miembro que entra al equipo, emulando aquella atención y calidez que a mí me hubiese gustado recibir al llegar a un nuevo lugar. Intento iniciar conversaciones casuales antes de que comiencen las reuniones formales, lo cual aporta un ambiente más cómodo y humano, aunque reconozco que no siempre es fácil mantener ese hábito.
Además, los equipos a los que pertenezco suelen organizar reuniones recreativas o informales que permiten conocernos más allá del ámbito estrictamente profesional. Mi determinación por ampliar mi red no se quedó solo dentro de la empresa sino que me impulsó a buscar oportunidades externas. Utilicé plataformas como Meetup y Eventbrite para descubrir eventos de tecnología y también actividades sociales en mi zona. Esto me llevó a involucrarme con WGXC DC, un grupo inclusivo que reúne a mujeres y personas de géneros subrepresentados en tecnología, donde he encontrado un ambiente de apoyo y camaradería muy valiosos. Otra faceta importante de mi crecimiento fue descubrir comunidades en línea a partir de compartir mis experiencias en plataformas como DEV.
Gracias a ello me invitaron a unirme a Virtual Coffee, una comunidad virtual de tecnología con miembros de todo el mundo, que se ha convertido en un espacio de aprendizaje e intercambio constante. También entré en contacto con grupos especializados como Neurodiversity in Tech, donde personas neurodivergentes pueden compartir y apoyarse mutuamente; y Baddies in Tech, dedicada a mujeres de color en tecnología y que mantiene un servidor Discord con un ambiente seguro y positivo. Las oportunidades de networking se ampliaron con la participación en cursos en línea con cohortes en Maven, donde la interacción en vivo con instructores y compañeros permitió formar lazos que perduran meses después de finalizar cada curso. Asimismo, grupos de exalumnos de mi universidad en la zona geográfica me brindaron un terreno común para conectar y fortalecer relaciones profesionales. También me involucré con asociaciones profesionales como la Sociedad de Mujeres Ingenieras, el National Society of Black Engineers y el Society of Hispanic Professional Engineers, que ayudaron a diversificar y enriquecer mi red.
Estas experiencias me enseñaron que no existe una única forma de conectarse. Es fundamental ofrecer múltiples modalidades para relacionarse, ya sea virtual, híbrido o presencial, contando siempre con la accesibilidad necesaria para garantizar la participación plena de todas las personas. En un momento donde la salud pública sigue siendo un tema prioritario, la seguridad y adaptaciones inclusivas en eventos presenciales, como el acceso para personas con discapacidad, uso de mascarillas certificadas o purificadores de aire, son factores clave para que la comunidad pueda reunirse con tranquilidad. Pero no basta con iniciar estas conexiones; cultivarlas a largo plazo es vital para que realmente se transformen en redes efectivas de apoyo, mentoría y referencias laborales. Mantenerse en contacto con los miembros de la red, aprovechar espacios como servidores Discord o grupos en Slack, y planificar encuentros recurrentes o “tag ups” permite sostener relaciones más sólidas y colaborativas.
El aprendizaje que rescato de todos estos años es que la iniciativa individual marca la diferencia. Tomar la responsabilidad de presentarse, participar activamente, organizar o unirse a eventos, iniciar conversaciones y cuidar las relaciones profesionales, aún cuando sea desde la distancia, potencia tu visibilidad y acceso a oportunidades. El networking no es un asunto estático ni exclusivo de los entornos presenciales, sino un proceso dinámico que, bien gestionado, puede superar barreras geográficas y transformarse en un motor decisivo para tu carrera, incluso en entornos remotos. En definitiva, trabajar de manera remota no significa renunciar a las conexiones humanas significativas ni al crecimiento profesional que proviene de una red sólida. Con creatividad, esfuerzo y compromiso, es posible construir y mantener una comunidad laboral vibrante y enriquecedora.
La clave está en aprovechar las herramientas digitales, buscar activamente espacios de interacción, y nunca perder la curiosidad y ganas de conocer y aprender de los demás. Networking remoto sí es posible, y puede llevarte al siguiente nivel.