Nissan Motor Company, una de las empresas automotrices más emblemáticas de Japón y una figura clave en la industria mundial, ha anunciado un nuevo recorte de más de 10,000 empleos a nivel global, según informó la cadena pública japonesa NHK. Este ajuste se suma a los 9,000 puestos eliminados previamente, lo que eleva la cifra total a aproximadamente 20,000 empleos o el 15% de su plantilla laboral a nivel mundial. Esta amplia reducción es parte de una estrategia de reestructuración impulsada por la necesidad de hacer la empresa más eficiente y resiliente tras enfrentar un desempeño financiero débil durante el último año fiscal. La decisión de Nissan no debe verse de forma aislada, pues responde a un contexto complicado en la industria automotriz global. La compañía ha atravesado serios retos en dos mercados cruciales: Estados Unidos y China.
En Estados Unidos, Nissan perdió terreno frente a la creciente demanda de vehículos híbridos y no logró capitalizar adecuadamente el auge inicial de los autos eléctricos, lo que afectó sus ventas y márgenes de ganancia. Por su parte, en China, el mercado automotriz más grande del mundo, Nissan también experimentó una caída en la demanda, lo que ha obligado a la marca a planear el lanzamiento de cerca de 10 nuevos modelos en los próximos años para frenar la caída y recuperar cuota. Además del ajuste en personal, Nissan también ha anunciado la intención de cerrar tres plantas de producción, incluyendo una en Tailandia que cesará operaciones en junio próximo. La empresa no ha revelado aún los detalles sobre las otras dos plantas que dejarán de operar, pero se entiende que estas acciones forman parte del plan para reducir la capacidad productiva global en un 20% y alinear la estructura con la demanda actual y proyectada del mercado. Esta reestructuración se intensifica en un momento en que Nissan reporta pérdidas significativas.
Para el año fiscal que terminó en marzo de 2025, se espera un resultado neto negativo récord entre 700 mil millones y 750 mil millones de yenes, equivalentes a alrededor de 4,740 a 5,080 millones de dólares, principalmente debido a cargos por deterioro en activos. El impacto financiero ha obligado a la compañía a reducir su previsión de ganancias en cuatro ocasiones, reflejando la gravedad de los desafíos que enfrenta. El nuevo CEO de Nissan, Ivan Espinosa, quien asumió el cargo el mes pasado, está al frente de la restructuración. Espinosa ha expresado la importancia de tomar medidas extraordinarias para restablecer la competitividad y eficiencia de la compañía. Él heredó a una empresa que enfrenta un entorno competitivo feroz con cambios acelerados en las preferencias del consumidor y una transición hacia vehículos más ecológicos y tecnológicos.
Uno de los movimientos que llama la atención durante este proceso es la cancelación del plan para construir una fábrica de baterías para vehículos eléctricos en la isla de Kyushu, en el suroeste de Japón. Este proyecto, que habría contado con subsidios gubernamentales por un monto estimado en 1.1 mil millones de dólares, fue cancelado como parte de la revisión de inversiones de la empresa en tecnologías relacionadas con vehículos eléctricos. Esta decisión subraya las complicaciones financieras y estratégicas que Nissan debe sortear para invertir en la movilidad sostenible. La pérdida de posición de Nissan en el segmento de vehículos eléctricos resulta especialmente significativa, ya que otros competidores han avanzado rápidamente en esta área.
Marcas como Tesla, Hyundai y fabricantes chinos están liderando la transición a una industria más sustentable, dejando a Nissan en una situación donde debe recuperar terreno con tecnología innovadora y una oferta renovada que cumpla con las expectativas de los consumidores globales. En medio de esta reestructuración, Nissan busca optimizar sus operaciones para maximizar la eficiencia y reducir costos innecesarios. La reducción de puestos de trabajo no solo es una medida para equilibrar las finanzas, sino también parte de un esfuerzo más amplio por transformar la cultura empresarial y fortalecer su capacidad de respuesta ante un mercado en constante evolución. La situación de Nissan se enmarca en un contexto global donde la industria automotriz se encuentra bajo gran presión para adaptarse a nuevas normativas medioambientales, cambios en el comportamiento del consumidor y una creciente competencia tecnológica. Además, la pandemia de COVID-19 y las interrupciones en las cadenas de suministro también han impactado negativamente en la producción y en la demanda, agregando más incertidumbre.
Pese a los recortes y dificultades, el futuro de Nissan incluye planes ambiciosos para innovar y recuperar terreno. Se espera que los nuevos modelos que planea lanzar en China y otros mercados incluyan avances en tecnologías híbridas y eléctricas con mejores desempeños, apuntando a satisfacer las demandas del consumidor consciente del medio ambiente. La eficiencia operacional y la reconfiguración de la cartera de productos son aspectos clave para que la empresa logre una recuperación sostenible a mediano plazo. En definitiva, Nissan atraviesa una etapa de profundos cambios y desafíos que reflejan la realidad de una industria en transformación. La reducción masiva de empleos y la reorganización productiva son indicativos del gran esfuerzo que la empresa realiza para adaptarse a un mercado cada vez más competitivo y tecnológico.
Aunque el ajuste es severo y tiene un impacto significativo tanto en la plantilla como en la estructura operativa, es una medida que la compañía estima necesaria para asegurar su viabilidad y éxito futuro. Los próximos años serán cruciales para Nissan, que deberá demostrar su capacidad para reinventarse, impulsar innovaciones y recuperar la confianza de inversores y consumidores. A su vez, el liderazgo de Ivan Espinosa será determinante para guiar a la empresa por este complejo proceso, transformándola y posicionándola como un actor relevante en el escenario global de la movilidad sostenible.