El mercado inmobiliario comercial en Estados Unidos enfrenta un escenario de incertidumbre debido al impacto creciente de los aranceles internacionales. Aunque es pronto para determinar con absoluta precisión las consecuencias a largo plazo, ya se observan señales claras de que ciertos segmentos, particularmente los sectores minorista e industrial, están experimentando ralentizaciones y pausas en sus operaciones. Expertos de la reconocida firma CBRE han compartido análisis y observaciones recientes que ofrecen una visión detallada sobre cómo estas dinámicas están afectando el comportamiento de inversionistas, desarrolladores y arrendatarios. Los aranceles, impuestos que gravan la importación de bienes, han generado preocupación especialmente en los retailers, quienes actúan como un eslabón crítico en la cadena económica al ser directamente responsables de la comercialización de productos. Estas medidas han provocado un efecto dominó en los sectores vinculados con la fabricación y distribución, impacto que también se refleja en el ámbito de los bienes raíces comerciales.
Según Whitley Collins, presidente global de asesoría y servicios de ocupantes en CBRE, el sector minorista está siendo el más afectado y está en una posición de espera, evaluando la magnitud del impacto que tendrá en sus operaciones y planes de expansión. Esta actitud cautelosa se ha traducido en una reducción significativa de la actividad en transacciones inmobiliarias para espacios dedicados a tiendas, centros comerciales y grandes superficies comerciales. Datos recientes del primer trimestre del año corroboran este panorama. El sector minorista de bienes raíces en Estados Unidos, que incluye desde centros comerciales tradicionales hasta grandes tiendas ancla y power centers, registró su primer trimestre con absorción neta negativa desde los momentos iniciales de la pandemia. Este retroceso se atribuye a una reconsideración generalizada de los planes de expansión por parte de los minoristas, cuyas estrategias se han visto condicionadas por la inestabilidad económica y la incertidumbre sobre los costos derivados de las nuevas tarifas.
El impacto no se limita al comercio minorista; el sector industrial, específicamente aquellos espacios dedicados a almacenes y centros de distribución, también muestra señales de paralización en decisiones importantes. Los arrendatarios en este segmento están adoptando una postura de “esperar y ver” antes de concretar nuevos contratos o inversiones, ante la previsión de que los aranceles puedan ocasionar modificaciones significativas en los costos operativos e infraestructura. Este comportamiento ha influido en estadísticas relevantes, como el aumento en las tasas de vacancia dentro del mercado industrial, que en el último reporte trimestral alcanzó el 6.3%, un nivel que no se observaba desde 2014, marcando un retorno a cifras que sugieren mayor disponibilidad de espacios y menor demanda inmediata. En contraste, el sector de oficinas no ha mostrado indicios fuertes de ser impactado directamente por los aranceles.
Sin embargo, algunas transacciones específicas en ciudades clave como Washington D.C. han evidenciado retrasos debido al aumento en los costos relacionados con la construcción y equipamiento. El precio de muebles, fixtures y equipo, elementos esenciales para acondicionar espacios de oficinas, se ha vuelto volátil y difícil de fijar, provocando que algunos contratos se detengan temporalmente hasta obtener mayor claridad en los costos finales. Este fenómeno no implica una paralización drástica en el segmento de oficinas sino más bien una evaluación pausada de los presupuestos y negociaciones.
Se trata de un impacto más limitado en comparación con los sectores minorista e industrial, donde la presión sobre el negocio central es mucho mayor y las decisiones acerca de propiedades constituyen un componente clave para la continuidad y crecimiento empresarial. El contexto económico general también contribuye a esta dinámica. La inflación persistente, la fluctuación en las tasas de interés y la volatilidad en los mercados financieros generan un ambiente desafiante para todas las industrias, pero los aranceles agregan una capa adicional de complejidad, principalmente para aquellos negocios relacionados con la cadena de suministro y los bienes importados. La imposición de tarifas afecta no solo el costo directo de los productos, sino también la planificación estratégica de las empresas, que deben considerar posibles aumentos en costos y cambios en los patrones de consumo. Esto obliga a los minoristas a reevaluar sus planes de expansión y, en consecuencia, a moderar sus demandas por espacios comerciales nuevos o renovados.
Asimismo, los operadores logísticos y de almacenamiento enfrentan incertidumbre sobre el volumen y la naturaleza de las mercancías que deberán manejar, lo que influye directamente en sus decisiones sobre la ampliación o adecuación de espacios industriales. Es importante destacar que este momento de pausa no significa necesariamente una caída en el valor intrínseco de los bienes raíces comerciales, sino más bien una fase de adaptación. La flexibilidad y la capacidad de responder a cambios rápidos en las regulaciones comerciales y en el comportamiento del consumidor serán claves para los jugadores del mercado inmobiliario. La estrategia para muchos involucra esperar señales claras de estabilidad en los aranceles y en los costos asociados antes de comprometer capital en nuevas adquisiciones o desarrollos. La gestión del riesgo se ha convertido en un factor prioritario en las decisiones para minimizar impactos negativos en la rentabilidad a medio y largo plazo.
En cuanto a las proyecciones futuras, expertos coinciden en que la evolución de la política arancelaria y su negociación a nivel internacional serán determinantes para el ritmo de recuperación y crecimiento en el sector inmobiliario comercial. Además, la digitalización y el cambio hacia modelos de comercio electrónico podrían continuar modificando la demanda tradicional de espacios minoristas y aumentando la relevancia de los centros de distribución y logística. En definitiva, el mercado inmobiliario comercial encara un periodo de reevaluación profunda y de ajustes estratégicos. Si bien la presión de los aranceles ha puesto pausa a transacciones claves, también abre una oportunidad para que las empresas reinventen sus modelos de negocio y adapten sus operaciones a un entorno más complejo y globalizado. Mantenerse informado y contar con asesoría especializada será crucial para navegar este panorama y aprovechar las oportunidades que surjan en medio del cambio.
La capacidad de anticiparse a las tendencias y responder con agilidad marcará la diferencia para quienes participen de la industria de bienes raíces comerciales en los próximos años.