En los últimos tiempos, el entorno corporativo en Estados Unidos ha experimentado una transformación importante en cuanto a la seguridad ejecutiva. La trágica muerte de Brian Thompson, CEO de una unidad de seguros de UnitedHealth, quien fue asesinado en un ataque dirigido en la ciudad de Nueva York, ha provocado una ampliación notable en las inversiones que realizan las empresas para proteger a sus altos ejecutivos. Este hecho no sólo conmocionó a la industria sino que también replanteó los niveles de riesgo que enfrentan los líderes empresariales, aumentando la conciencia sobre la necesidad de medidas de seguridad más rigurosas. El incremento de recursos destinados a la seguridad en el mundo corporativo ha quedado reflejado en declaraciones oficiales de al menos una docena de compañías del índice S&P 500. Gigantes como Walmart, General Motors, American Express y Broadcom han reportado gastos nuevos o aumentados en sus presupuestos de seguridad cuando los comparan con años anteriores.
Esta reacción refleja el temor compartido por muchas firmas ante la posibilidad de ataques dirigidos a figuras prominentes dentro de sus organizaciones. Una fuente de gran relevancia en esta materia, Glen Kucera, presidente de Allied Universal, una empresa de seguridad que brinda servicios a más del 80% de las compañías Fortune 500, afirmó que la demanda de evaluaciones de riesgo y protección ejecutiva ha aumentado entre 10 y 15 veces desde el incidente ocurrido en diciembre. Esto ilustra claramente cómo hechos violentos y aislados pueden generar consecuencias amplias en la gestión corporativa a nivel de seguridad. El nivel de gasto en seguridad ya era significativo antes del asesinato, pero el caso Thompson impulsó un aumento aún más marcado. En 2024, UnitedHealth reveló por primera vez en sus informes proxy un desembolso de 1.
7 millones de dólares exclusivamente para proteger a sus ejecutivos principales. Esta cifra representa un compromiso serio con la seguridad que otras compañías también están comenzando a adoptar para abordar riesgos similares. Elevance Health, una empresa rival de UnitedHealth, reconoció en sus documentos financieros que el ambiente de riesgo para la seguridad se ha elevado, lo que llevó a un incremento en los beneficios y medidas de seguridad para sus ejecutivos. Del mismo modo, Johnson & Johnson, Eli Lilly y Walgreens señalaron gastos adicionales con el mismo propósito, demostrando que la preocupación no se limita a un solo sector sino que permea diversas industrias, desde la farmacéutica hasta el retail. En términos cuantitativos, la proporción de compañías dentro del S&P 500 que otorgó algún beneficio o gasto de seguridad para al menos uno de sus ejecutivos nominados se sitúa alrededor del 31.
3%, según un análisis de Equilar, una firma especializada en investigación sobre compensaciones ejecutivas. El costo mediano de estos servicios aumentó a cerca de 94,276 dólares en 2024, lo que representa una elevación considerable en comparación con 2023 cuando era de aproximadamente 69,180 dólares, y mucho más si se compara con 2022, año en que el gasto medio fue de 40,917 dólares. Los expertos en compensaciones y seguridad anticipan que los reportes correspondientes al año fiscal 2025 mostrarán incrementos aún más pronunciados en estos rubros. Esto se debe a que el asesinato de Thompson ocurrió a fines de 2024 y el impacto de eventos como estos suele reflejarse con mayor intensidad en los informes siguientes, cuando las compañías implementan y fortalecen sus estrategias de seguridad como respuesta a nuevas amenazas. Más allá de las cifras, el fenómeno indica un cambio cultural dentro del sector empresarial acerca de la percepción de los riesgos que enfrentan los líderes corporativos.
En la actualidad, los CEOs y altos ejecutivos son comprendidos no sólo como gestores y estrategas sino también como posibles blancos de ataques motivados por resentimientos hacia las corporaciones u otros motivos. Esto ha hecho que el gasto en seguridad se convierta en un componente esencial, aunque todavía pequeño en porcentaje respecto a los gastos generales de la empresa. La preocupación por la vulnerabilidad de los directivos ha generado una reevaluación de las políticas de protección personal. Las firmas están invirtiendo en vigilancia personalizada, sistemas tecnológicos avanzados de monitoreo, evaluaciones constantes de riesgos, así como en capacitaciones para anticipar y neutralizar amenazas potenciales. Todo esto busca asegurar que sus líderes puedan desempeñar sus funciones sin la constante sombra del peligro físico.
Es relevante también destacar que esta tendencia no responde únicamente a incidentes lamentables como el ocurrido con UnitedHealth sino a un contexto global de inseguridad y polarización donde las figuras públicas y corporativas enfrentan crecientes desafíos derivadas de factores sociales, políticos y económicos. Las empresas están, por tanto, adaptándose a una nueva realidad en la que la seguridad ejecutiva es tan fundamental como la financiera o la operativa. Las declaraciones regulatorias y los informes ante los accionistas proporcionan una ventana transparente para analizar cómo las compañías están respondiendo a estos cambios. La exigencia de rendición de cuentas y la necesidad de proteger el valor empresarial en todos sus ámbitos sitúan la seguridad ejecutiva como una prioridad estratégica. Al aumentar estos presupuestos, las compañías envián un mensaje claro: la protección de sus líderes es fundamental para la continuidad y estabilidad del negocio.