En un movimiento significativo que podría transformar la interacción entre el sector bancario tradicional y el mundo de los activos digitales, el Federal Reserve de Estados Unidos anunció el 24 de abril de 2025 la retirada de sus principales directrices supervisores relacionadas con las criptomonedas y las stablecoins. Esta decisión marca una alineación con organismos reguladores como la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) y la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC), que ya habían eliminado directivas similares durante el mismo año. Hasta ahora, el Federal Reserve había impuesto normativas estrictas que limitaban la participación de los bancos estatales miembros en actividades vinculadas a criptoactivos. Entre dichas limitaciones estaban la obligación de notificar con anticipación antes de involucrarse en operaciones relacionadas con criptomonedas, y la necesidad de obtener una no objeción supervisora previa para actividades que involucraban tokens en dólares, conocidos comúnmente como stablecoins. Estas políticas, instauradas entre 2022 y 2023, funcionaron como frenos regulatorios que disuadieron a muchas instituciones financieras de integrarse plenamente en la economía digital emergente.
La eliminación de estas barreras representa, según el Federal Reserve, un esfuerzo por mejorar la claridad y la coherencia en la regulación de activos criptográficos entre las agencias bancarias federales. La agencia apunta a facilitar la supervisión de estas actividades dentro de un marco regulatorio ya existente, proporcionando mayor certeza jurídica y operativa a las entidades financieras que desean explorar el mercado cripto sin las trabas administrativas previas. Este cambio también supuso el retiro conjunto, por parte del Federal Reserve, FDIC y OCC, de dos comunicados emitidos en 2023 que alertaban sobre la alta volatilidad y riesgos operacionales asociados con el sector cripto. Estos comunicados, que algunos críticos calificaron como una extensión de una política de “Operation Choke Point 2.0”, crearon un ambiente de incertidumbre que limitaba la inclusión bancaria en el ecosistema digital, restringiendo la innovación y desarrollo de productos financieros basados en blockchain.
Con el nuevo enfoque, las entidades financieras ya no deberán buscar aprobación anticipada para participar en actividades relacionadas con criptoactivos. En cambio, dichas operaciones serán monitoreadas mediante procesos supervisores regulares, similares a los aplicados a otras áreas tradicionales de la banca. Este traslado de una vigilancia previa a una supervisión posterior implica que los bancos pueden actuar con mayor agilidad y flexibilidad, siempre dentro del marco regulatorio ya establecido. Este giro regulatorio se enmarca dentro de una recalibración más amplia impulsada por la administración Trump, cuyo objetivo ha sido fomentar un entorno más propicio para la innovación financiera y digital. Las voces dentro de la industria han recibido con beneplácito esta revisión normativa, considerándola una corrección necesaria a políticas que obstaculizaban el avance legítimo de tecnologías disruptivas dentro del sector bancario.
La eliminación de la necesidad de aprobación previa abre las puertas a una variedad más amplia de servicios cripto ofrecidos por instituciones financieras, incluyendo la custodia de activos digitales, operaciones de trading y la emisión de stablecoins. Este desarrollo tiene el potencial de aumentar la participación institucional en los mercados digitales, incrementando tanto la liquidez como la confianza en estos mercados regulados. No obstante, los reguladores han sido enfáticos en señalar que la flexibilización de los trámites administrativos no representa un debilitamiento de los estándares de seguridad. Por el contrario, han insistido en la importancia de implementar rigurosas prácticas de gestión de riesgos para enfrentar las amenazas inherentes al ecosistema cripto, tales como la volatilidad del mercado, riesgos de ciberseguridad y el cumplimiento normativo. En términos concretos, esta transformación podrá impulsar una integración más profunda entre las finanzas tradicionales y la economía digital en crecimiento.
A medida que los bancos se sientan más confiados para ofrecer productos y servicios relacionados con criptoactivos, podrían surgir nuevas oportunidades para consumidores e inversores que buscan participar en este segmento innovador con niveles adecuados de seguridad y supervisión. Desde una perspectiva más amplia, el cambio regulatorio refleja una evolución en la comprensión y aceptación gubernamental de los activos digitales como parte del sistema financiero formal. Esta nueva postura también puede influir en las estrategias de desarrollo tecnológico y modelos de negocio adoptados por actores tradicionales y emergentes en el ámbito financiero. La retirada de la guía específica por parte del Federal Reserve es un indicativo claro de la intención de las autoridades financieras estadounidenses de equilibrar la promoción de la innovación con la protección de la integridad del sistema bancario. El conocido dinamismo del mercado cripto demanda marcos regulatorios adaptativos que permitan la observancia de normas prudenciales sin sofocar la creatividad y el progreso tecnológico.
Por otro lado, queda por verse cómo responderán otros países a estos ajustes en el enfoque regulatorio estadounidense. Dada la naturaleza globalizada de los mercados financieros y la tecnología blockchain, las decisiones tomadas en Estados Unidos suelen repercutir internacionalmente, generando efectos en la regulación y adoptación de criptoactivos alrededor del mundo. Esta nueva era también obliga a las instituciones financieras a revisar y fortalecer sus capacidades internas de supervisión, tecnología y cumplimiento para operar eficazmente en un ambiente digital más dinámico y menos restringido. La preparación en aspectos como monitoreo de riesgos cibernéticos, análisis de volatilidad y cumplimiento normativo será fundamental para aprovechar las ventajas competitivas que la eliminación de las barreras regulatorias podría ofrecer. Además, las empresas de tecnología financiera (fintech) y startups en el espacio cripto pueden beneficiarse indirectamente de esta mayor apertura del sistema bancario, al contar con una red de socios financieros más dispuesta a integrar soluciones innovadoras, desde pagos digitales hasta servicios de custodia y tokenización de activos.