En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha capturado la atención del mundo, convirtiéndose en un tema omnipresente en los medios de comunicación. Sin embargo, con esta creciente fascinación ha surgido una preocupación: ¿están los periodistas alimentando la máquina del hype de la IA? Esta pregunta es crucial en una época en la que la desinformación y la exageración pueden tener consecuencias significativas. Un claro exponente de esta situación es la evidencia de que, en el pasado, la IA tenía poco interés público, con pocas búsquedas en Google y escasa cobertura mediática. Sin embargo, esto cambió drásticamente, especialmente con la llegada de herramientas generativas como ChatGPT, que han sido promocionadas como revolucionarias. Esta transición ha hecho que el término "IA" se utilice como un paraguas para una variedad de tecnologías, muchas de las cuales son malinterpretadas o sobreestimadas en su capacidad.
Melissa Heikkilä, una periodista experimentada que ha cubierto IA para el MIT Technology Review, observa que gran parte de la cobertura mediática de la IA es deficiente. Asegura que existe una tendencia preocupante a antropomorfizar estas tecnologías y, al mismo tiempo, a mitificar a las empresas que las desarrollan. Este fenómeno podría deberse a la búsqueda de narrativas impactantes que atraigan la atención del público, pero también puede contribuir a una comprensión errónea de lo que la IA realmente puede hacer. Zoe Kleinman, editora de tecnología de la BBC, también subraya la importancia de un periodismo responsable en este contexto. Ella afirma que, si bien es positivo que la IA esté recibiendo más atención, esto implica una responsabilidad mayor para los medios de comunicar la realidad de la tecnología.
La cobertura tiende a enfocarse en los aspectos negativos de la IA, como la automatización de empleos y las preocupaciones éticas, sin considerar los beneficios potenciales que trae, como el desarrollo de nuevos medicamentos y avances en la investigación científica. Esto resuena con las afirmaciones de Mikael Kopteff, director de tecnología en la firma de tecnología Reaktor. Kopteff argumenta que los periodistas no solo tienen la capacidad, sino también la responsabilidad de educar al público sobre la IA, en lugar de centrarse en el sensacionalismo que rodea a sus posibles riesgos. La percepción de que la IA es un ente casi humano, capaz de realizar una variedad de tareas complejas, es una de las grandes falacias que se perpetúan en los medios. En realidad, las aplicaciones de la IA suelen ser más específicas y limitadas en su alcance.
La velocidad del ciclo de noticias también ha aumentado dramáticamente en comparación con la época de crecimiento de internet o la llegada de los teléfonos inteligentes. Emily Bell, directora del Columbia Journalism Tow Center, destaca que hoy en día, los anuncios de nuevos productos de IA se ven acompañados de una rápida difusión de opiniones en redes sociales, lo que crea un ciclo de retroalimentación donde las reacciones y críticas ocurren de manera casi instantánea. Esto dificulta que los periodistas tomen el tiempo necesario para investigar y matizar sus reportes. Felix Simon, un estudiante de doctorado en el Instituto de Internet de Oxford, también señala que los periodistas tecnológicos están mejorando gradualmente su comprensión sobre la IA. Avanzamos hacia una era en la que ya no se ve a la IA como una tecnología que va a "matar empleos" o "destruir el mundo", gracias a esfuerzos conscientes para promover una cobertura más crítica y matizada.
No obstante, Simon advierte que es crucial seguir siendo críticos y no dejarse llevar por los relatos de la industria. A pesar de estos avances, David Reid, profesor de IA en Liverpool Hope University, critica la mayoría de la cobertura mediática actual, calificándola de "decepcionante". Según él, los medios a menudo tratan la IA como si fuera una entidad singular cuando, de hecho, es un campo vasto y diverso con diferentes aplicaciones y potenciales. Para Reid, una comprensión más matizada es esencial, ya que las tecnologías de IA pueden ser tanto beneficiosas como perjudiciales dependiendo del contexto en que se apliquen. La necesidad de un enfoque más equilibrado es inminente, especialmente en un ambiente donde las decisiones políticas y económicas se ven influenciadas por la percepción pública de la IA.
El papel de los medios de comunicación es, por tanto, fundamental para moldear esta narrativa. Crear una discusión que no solo se centre en los peligros, sino también en las oportunidades que presenta la IA, podría preparar mejor a la sociedad para adoptar tecnologías que, indudablemente, serán parte integral del futuro. Los periodistas deben esforzarse por presentar historias que aborden tanto las aplicaciones positivas de la IA como sus implicaciones éticas y sociales. Esto no solo atraerá un público más informado, sino que también permitirá que los ciudadanos participen en un diálogo más significante sobre cómo queremos que la IA forme parte de nuestras vidas. Además, las empresas tecnológicas tienen la responsabilidad de colaborar con los medios de comunicación para proporcionar información precisa y accesible sobre sus productos y servicios.
Una mejor educación y comunicación entre ambos sectores podría fomentar una cobertura más justa y equilibrada de la IA, lo que ayudaría a desmantelar algunos de los mitos que la rodean. En un mundo donde la tecnología avanza rápidamente, el papel del periodista es más crucial que nunca. Con la información adecuada y un enfoque ético, los medios pueden guiar a la opinión pública hacia una comprensión más certera de la IA. La narrativa de la IA no debe construirse únicamente sobre miedos o anhelos futuristas; debe reflejar una visión completa que contemple tanto los retos como las oportunidades que presenta esta poderosa tecnología. La inteligencia artificial es una herramienta, y como tal, su impacto dependerá de cómo decidamos utilizarla.
La responsabilidad recae no solo en los desarrolladores de tecnología, sino también en quienes se encargan de informar al público. Los periodistas tienen el deber de desmenuzar la complejidad de esta temática, permitiendo así que el debate público sea más robusto e informado. De lo contrario, continuaremos alimentando el ciclo de hype que quizás, a largo plazo, no beneficie a nadie.