El pasado 28 de abril de 2025 quedó marcado en la memoria colectiva de España y Portugal debido a un apagón masivo que dejó a millones de personas sin electricidad, comunicación ni transporte por varias horas. Este evento sin precedentes en la región no solo paralizó la vida cotidiana, sino que también encendió la imaginación de muchos internautas, dando lugar a una avalancha de teorías conspirativas plasmadas en diversas plataformas digitales. La falta de información definitiva en las horas posteriores a la crisis generó un caldo de cultivo perfecto para especulaciones que van desde ataques extraterrestres hasta manipulaciones mediante armas electromagnéticas estadounidenses. Mientras las autoridades trabajan para esclarecer los hechos y restaurar el servicio eléctrico al 100%, la discusión en redes continúa alimentando rumores y desinformación sobre lo ocurrido. El apagón afectó a millones de personas, dejando atrapadas a miles en trenes y ascensores, además de suspender servicios básicos como internet y telefonía móvil.
La operación energética de la península ibérica sufrió una caída abrupta, cuyo origen exacto aún no ha sido clarificado oficialmente. Aunque las luces comenzaron a regresar lentamente a última hora del día, el desconcierto y la preocupación persistieron durante la noche y días siguientes. En los primeros informes, el director de servicios de la red eléctrica nacional española, Eduardo Prieto, descartó un incidente de ciberseguridad o una intrusión en los sistemas de control de la red. Sin embargo, reconoció que era posible que la generación afectada proviniera de fuentes solares, aunque era prematuro confirmar esta hipótesis. La investigación oficial, emitida por el Tribunal Supremo español, se orienta a determinar si hubo algún tipo de sabotaje informático que comprometiera infraestructuras críticas, dejando abierto un margen de incertidumbre sobre las causas reales.
Frente a esta ausencia temporal de respuestas concretas, las redes sociales explotaron con comentarios, memes y videos que apuntaban a explicaciones alternativas y a menudo alarmistas. Una de las teorías más recurrentes fue la culpabilidad de un supuesto ataque alienígena. Usuarios en plataformas como X (antes Twitter) especularon que una civilización extraterrestre había intervenido para desactivar las armas en prueba, anticipándose a un hipotético tercer conflicto mundial. Estas afirmaciones, aunque sin fundamento científico, ganaron popularidad debido a la naturaleza increíble y misteriosa del apagón. Otro enfoque conspirativo ampliamente difundido se relaciona con los ataques con armas de pulsos electromagnéticos (EMP).
Estas armas, que generan una descarga de energía capaz de desactivar sistemas eléctricos y electrónicos en amplias áreas, fueron señaladas por usuarios que describían el apagón como un fenómeno apocalíptico e inusual. Videos y testimonios en TikTok relataban sonidos extraños previos al corte y una desconexión total de redes, reforzando la teoría de un ataque intencional mediante tecnologías avanzadas. Algunos expertos independientes en línea incluso explicaron que las líneas de alta tensión son particularmente vulnerables a interferencias de frecuencia, lo que haría posible un colapso en cadena como el ocurrido. La aparición constante de avistamientos de estelas químicas o “chemtrails” en el cielo también entró en la narrativa conspirativa. Varias publicaciones aseguraban que estas supuestas liberaciones químicas forman parte de una operación secreta destinada a manipular la energía y el bienestar de los ciudadanos ibéricos.
Según estas versiones, fuerzas ocultas estarían utilizando estos gases para crear una especie de amortiguamiento energético contra un cambio energético positivo esperado en Europa. Aunque carecen de base científica, estas teorías calaron entre grupos específicos que buscan explicaciones ocultas a fenómenos complejos. No faltaron las acusaciones directas a potencias extranjeras, especialmente a Estados Unidos y Rusia. En TikTok e X, usuarios afirmaron que el apagón fue producto de un ciberataque encubierto, lanzado por programas secretos como el llamado Proyecto Prisma de EE. UU.
, o una maniobra preparatoria de Rusia para futuras hostilidades. La falta de confirmación de estas hipótesis por parte de las autoridades sólo alimentó la incertidumbre y la proliferación de rumores. En contraste, el gobierno español, encabezado por el primer ministro Pedro Sánchez, enfatizó la prioridad de restaurar el sistema eléctrico y encontrar una explicación clara para evitar eventos similares. El impacto social y económico del apagón fue inmediato. Miles de pasajeros quedaron atrapados en estaciones y trenes, con los servicios de transporte suspendidos o funcionando a capacidad limitada durante horas.
Centros deportivos, aeropuertos y estaciones se convirtieron en refugios improvisados para quienes no pudieron continuar sus trayectos. El esfuerzo de los equipos de emergencia para rescatar a más de 35,000 personas fue reconocido, pero también puso en evidencia la vulnerabilidad de infraestructuras críticas ante fallos masivos. El fenómeno ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad urgente de modernizar y reforzar las redes eléctricas y los sistemas de control ante amenazas naturales o intencionadas. La integración creciente de energías renovables, especialmente solar, plantea desafíos técnicos que deberán ser abordados con medidas preventivas para evitar sobrecargas o inestabilidades en la red. A la par, la explosión de teorías conspirativas representa un desafío adicional para las autoridades y medios de comunicación, quienes deben combatir la desinformación y el pánico.
La responsabilidad de ofrecer información transparente, oportuna y basada en evidencia científica es fundamental para mantener la confianza pública en momentos de crisis. Esto implica un trabajo coordinado entre gobiernos, expertos tecnológicos y plataformas digitales para identificar y desmentir rápidamente noticias falsas que puedan agravar la situación. El apagón del 28 de abril se convirtió en un episodio que trascendió el ámbito técnico para instalarse en el imaginario colectivo como una encrucijada llena de interrogantes. Las teorías conspirativas que hoy inundan internet reflejan, en parte, la angustia y búsqueda de explicación inmediata por parte de la sociedad ante eventos incomprensibles. Para muchos, la realidad aparente resulta insuficiente y buscan en narrativas alternativas respuestas que la ciencia aún no ha podido proveer en tiempo real.
En conclusión, mientras los expertos continúan analizando datos y las investigaciones avanzan, el apagón en España y Portugal deja una lección clara sobre la importancia de contar con infraestructuras robustas, comunicación eficaz y educación digital que permita a la población distinguir entre hechos verificables y conspiraciones infundadas. Este equilibrio será clave para enfrentar futuras emergencias en un mundo cada vez más conectado y susceptible a amenazas diversas.