En un escenario económico global marcado por tensiones comerciales y políticas, las criptomonedas han mostrado comportamientos diversos frente a la presión externa. En particular, la guerra arancelaria promovida por Donald Trump ha desencadenado una serie de movimientos que han afectado la cotización y estabilidad de múltiples activos digitales. Sin embargo, entre la gran cantidad de tokens disponibles en el mercado, tres se han destacado por su resistencia y capacidad para mantener el interés tanto de inversores minoristas como institucionales: Bitcoin, Dogecoin y XRP. La guerra arancelaria implementada por Donald Trump ha provocado un ambiente volátil que ha afectado severamente a los mercados tradicionales y, por ende, a las criptomonedas. Cada anuncio sobre imposición de nuevos aranceles ha generado movimientos bruscos y caídas pronunciadas en el valor de muchas monedas digitales.
No obstante, Bitcoin, Dogecoin y XRP han demostrado una notable capacidad para absorber el impacto y recuperarse en tiempos sorprendentemente cortos. Bitcoin, como la criptomoneda pionera y más reconocida a nivel mundial, ha sido un refugio para muchos inversores en tiempos de incertidumbre económica. A pesar de experimentar descensos rápidos, su recuperación y fortaleza han resultado evidentes, apoyadas por un interés creciente desde grandes instituciones financieras y fondos de inversión. La confianza de estas entidades, que ven en Bitcoin un activo de reserva para sus balances, ha contribuido a consolidar su posición como un vehículo estable frente a las fluctuaciones causadas por los conflictos comerciales. La continua demanda institucional ha impulsado la cotización de Bitcoin, situándola alrededor de niveles que reflejan una fuerte base de soporte.
Además, los cambios regulatorios favorables que han ido emergiendo, junto con la creación de fondos cotizados en bolsa (ETFs) basados en Bitcoin, fortalecen la percepción de legitimidad y seguridad de la criptomoneda en el mercado financiero global. Por otro lado, Dogecoin, a menudo caracterizado como un meme coin, ha sorprendido por su desempeño durante el período de tensiones arancelarias. Contrario a lo que podría esperarse de una criptomoneda destinada en un principio a un público lúdico, Dogecoin ha logrado sostener y hasta aumentar su valor, apoyado principalmente por la comunidad retail y un notable apoyo mediático y en redes sociales. El token ha mostrado un aumento significativo en su precio en los últimos seis meses, consolidándose como una inversión atractiva para quienes buscan oportunidades en segmentos de alta volatilidad pero con potencial de ganancias. El análisis técnico sobre Dogecoin indica una posible recuperación tras las caídas recientes, con indicadores como el RSI y el MACD apuntando a un rebote prometedor en planes de corto a mediano plazo.
Esta subida es interpretada como un signo de renovación de interés y confianza en la moneda, especialmente aprovechando la popularidad que ha ganado como uno de los tokens más accesibles y comunitarios del ecosistema crypto. XRP, la criptomoneda asociada a Ripple y que ha atravesado un proceso judicial con la SEC, también ha mostrado una resiliencia destacable. Tras la resolución de su demanda con un acuerdo favorable, que redujo los cargos y los montos a pagar, esta moneda ha recuperado valor y ha atraído a muchos inversores que ven en ella una oportunidad única, impulsada por su utilidad real en el sector de pagos transfronterizos. A diferencia de Bitcoin y Dogecoin, XRP tiende a estar más vinculado a proyectos empresariales y soluciones bancarias, lo que le confiere un perfil diferente dentro del mercado. Su capacidad para mantener ganancias en medio de la incertidumbre regulatoria y política confirma la robustez de su ecosistema y la confianza que genera entre distintos actores del mercado.
Por otro lado, no todas las criptomonedas han resistido igual ante la presión arancelaria. Altcoins como Ethereum, Solana o Cardano han enfrentado caídas significativas, en parte debido a su alta exposición a los mercados DeFi y a la influencia de inversores altamente apalancados. Ethereum, en particular, ha sufrido más por su rol central en las finanzas descentralizadas, donde los movimientos de venta masiva y liquidaciones automáticas son comunes en momentos de estrés del mercado. El impacto negativo en estas altcoins refleja cómo las decisiones políticas pueden afectar no solo el valor sino la confianza en sistemas basados en blockchain que dependen del comportamiento del mercado y de la adopción continuada por parte de desarrolladores y usuarios. La guerra arancelaria también ha afectado sectoriales específicos como los meme coins y tokens basados en plataformas como Solana y Base, que han visto una erosión marcada en su valor y volumen operativo.
La volatilidad inducida por los anuncios de tarifas ha llevado a muchos traders a adoptar posturas conservadoras, priorizando la reducción del riesgo y el retiro de activos de alta especulación. En este contexto, la gestión del riesgo se vuelve un aspecto crucial para los inversores en criptomonedas. La recomendación generalizada entre analistas y expertos es tomar un enfoque prudente y evitar el incremento de posiciones apalancadas antes de fechas clave, como la esperada Liberación Day del 2 de abril, que está llamada a marcar un hito en el manejo y anuncio de tarifas futuras y su impacto económico. La anticipación a tales eventos genera una dinámica donde las criptomonedas más sólidas y con mayor adopción presentan mejor comportamiento que el resto. En concreto, Bitcoin, Dogecoin y XRP aparecen como los más capaces de navegar este escenario turbulento, gracias a una combinación de factores que incluyen fundamentos robustos, comunidades activas y apoyo tanto institucional como regulatorio.