En un mundo donde las crisis globales y los desafíos sociales parecen intensificarse a diario, el movimiento del altruismo efectivo ha ganado una atención considerable. Sin embargo, este enfoque, que promueve la idea de hacer el mayor bien posible con cada acción altruista, ha sido objeto de críticas significativas. En un reciente episodio del podcast "The Economics Show", el periodista Soumaya Keynes se reunió con Martin Sandbu, un destacado analista del Financial Times, para explorar las profundidades de este tema. La conversación comenzó con un sencillo pero provocador cuestionamiento: ¿qué es realmente el altruismo efectivo y en qué ha fallado? Keynes, quien se ha involucrado con el movimiento desde sus inicios en la década de 2010, describió cómo el altruismo efectivo se había expandido de ser un enfoque centrado en la donación efectiva a organizaciones benéficas, como la entrega de mosquiteros contra el paludismo, a un conjunto de ideas que abarca temas como los riesgos de la inteligencia artificial, el cambio climático y hasta la exploración espacial. La historia del altruismo efectivo se remonta a 2009, cuando un grupo de filósofos de Oxford, incluidos Will MacAskill y Toby Ord, se unieron con la misión de maximizar el bien que podían hacer en el mundo.
Fundaron organizaciones como Giving What We Can y el Centro para el Altruismo Efectivo, que buscaban no solo promover la caridad, sino también fundamentar su trabajo en principios de investigación y análisis riguroso. A través de su marco, comenzaron a destacar las estadísticas sobre qué causas y donaciones podrían tener el mayor impacto, atrayendo a jóvenes académicos y profesionales de las mejores universidades del mundo. Sin embargo, a medida que el movimiento ganó impulso, su atractivo se extendió a Silicon Valley y otros sectores influyentes. Según Sandbu, esta popularidad puede atribuirse a una combinación de la ansiedad social creada por eventos como la crisis financiera de 2008 y un deseo de los jóvenes por encontrar un marco moral claro en un mundo complicado. Pero esa simplicidad puede ser engañosa.
El propio Sandbu confesó no ser un altruista efectivo. Explicó que si bien la idea de maximizar el bienestar universal es moralmente atractiva, la forma en que se traduce en acciones concretas puede llevar a conclusiones problemáticas. A medida que el altruismo efectivo se centraba en evaluar el impacto de cada acción, algunos de sus defensores comenzaron a abordar temas que, a primera vista, parecían lejanos a la lucha inmediata contra el sufrimiento humano, como la creación de un marco para la colonización del espacio. Esto llevó a que algunos críticos argumentaran que el movimiento se había desviado de su objetivo original. Una de las críticas más significativas radica en el concepto de “longtermismo”, que sostiene que las vidas futuras deben ser valoradas al mismo nivel que las vidas actuales.
Esto conlleva a interrogantes éticamente delicados: ¿deberían algunas vidas tener más peso en nuestras decisiones altruistas basándonos en su potencial o importancia percibida? El peligro, como mencionó Keynes, es que se abran discusiones peligrosas sobre la valía de la vida humana, lo que puede llevar a justificar acciones moralmente cuestionables. El podcast también destacó un evento que sacudió la comunidad de altruismo efectivo: la caída de FTX, el intercambio de criptomonedas dirigido por Sam Bankman-Fried, quien era un destacado donante del movimiento. La revelación de que Bankman-Fried había perpetrado un fraude llevó a muchos a cuestionar las implicaciones éticas del impulso por maximizar el impacto a toda costa. Sandbu sugirió que el enfoque utilitarista del movimiento podría haber influido en las decisiones de Bankman-Fried, llevándolo a adoptar una mentalidad donde cualquier medio podría justificarse por el fin de hacer el bien. A medida que la conversación avanzaba, ambos discutieron el futuro del altruismo efectivo.
¿Está la comunidad condenada por su escándalo más notable? Sandbu expresó su creencia de que el movimiento podría haber alcanzado su pico, pero todos coinciden en que ha logrado canalizar grandes donaciones hacia causas significativas. El altruismo efectivo de alguna manera ha inscripto en la conciencia pública la importancia de pensar críticamente sobre cómo donar y cómo maximizar el impacto social. Sin embargo, Keynes se mostró más optimista, argumentando que el movimiento podría adaptarse y reinventarse en respuesta a sus crisis internas. Los fundamentos del altruismo efectivo siguen siendo atractivos para muchos, y el deseo de ayudar es algo profundamente humano y noble. A pesar de las diferencias en opiniones, ambos llegaron a la conclusión de que la discusión moral y la autoevaluación son necesarias, y que cuestionar el altruismo efectivo no significa que sea inherentemente malo.
Más bien, invitan a una reflexión más profunda sobre cómo abordar problemas globales de maneras que realmente marquen una diferencia. Al final del episodio, quedó claro que el futuro del altruismo efectivo es incierto, pero vital. A medida que los desafíos globales continúan evolucionando, también lo hará la reflexión sobre cómo los individuos y las comunidades pueden contribuir de manera más efectiva. Quizás, tal como sugirió Sandbu, la clave no está en seguir un solo marco rígido, sino en fomentar un diálogo más amplio sobre la ética de nuestras decisiones y el impacto que tenemos en el mundo.