En un contexto donde la desinformación se ha convertido en una amenaza palpable en el ecosistema digital, el uso de cuentas automatizadas, conocidas como bots, ha tomado un papel protagónico. Un reciente estudio de la organización estadounidense American Sunlight Project (ASP) ha desvelado un alarmante fenómeno: cientos de cuentas de bots aparentemente pro-rusas en la plataforma X, anteriormente Twitter, están amplificando la desinformación en torno a las elecciones estadounidenses. Este fenómeno, apodado como "agentes durmientes", ha logrado evadir la detección durante años, planteando serias preguntas sobre la integridad de la información que circula en estas plataformas. El estudio, publicado el 11 de octubre de 2024, revela que estas cuentas han estado activas durante más de una década y han generado más de 100 millones de publicaciones desde el pasado mes de julio. En su mayoría, la actividad de estos bots incluye la propagación de propaganda pro-Kremlin, contenido favorable al candidato republicano Donald Trump y una serie de narrativas erróneas sobre la campaña de la contendiente demócrata Kamala Harris.
Durante años, estas cuentas operaron en un estado casi indetectable, lo que ha llevado a la comunidad investigadora a calificar a esta red de bots como verdaderos "agentes durmientes". Nina Jankowicz, cofundadora y directora ejecutiva del American Sunlight Project, expresó su sorpresa ante la longevidad de muchas de estas cuentas. Algunas de ellas, según el informe, han permanecido activas y engañosamente inofensivas durante 15 años. Estas cuentas no solo han logrado esquivar las medidas de moderación de contenido promovidas por el actual propietario de la plataforma, Elon Musk, sino que también han fomentado un aumento notable en contenido abusivo y falso dirigido a Harris, un hecho que despierta la inquietud sobre la veracidad de la información que los usuarios consumen. Un ejemplo específico de desinformación promovida por estos bots es la difusión de la falsa afirmación de que Harris había admitido que sería un "títere" del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, si llegara a ser elegida.
Además, las cuentas han hecho eco de narrativas infundadas que vinculan la política estadounidense con supuestas maniobras para el cambio de régimen en países lejanos como Líbano, en el contexto de las tensiones generadas por los recientes ataques de Israel contra el grupo militante Hezbollah. La sofisticación de estos bots es alarmante. Muchos de ellos han creado perfiles falsos utilizando imágenes de bancos de fotos como Shutterstock para aparentar ser usuarios reales. Además, estos agentes automatizados han encontrado formas de integrarse en conversaciones más amplias en la plataforma, compartiendo contenido aparentemente inofensivo sobre deportes o criptomonedas antes de inyectar mensajes políticos sesgados. Esto dificultó a los expertos la identificación de sus verdaderos objetivos, lo que pone de manifiesto la astucia con la que operan estas redes de desinformación.
La situación se complica aún más a raíz de las restricciones de datos impuestas por X tras la adquisición por parte de Musk en 2022, lo que ha limitado el acceso a información crítica para los investigadores. Anteriormente, era posible realizar un análisis más exhaustivo de la actividad de estas cuentas y su impacto en las conversaciones políticas, pero ahora los investigadores deben pagar tarifas significativas para acceder a la API de la plataforma. Esta limitación ha generado preocupación sobre la falta de transparencia y la capacidad de los académicos para monitorizar el verdadero alcance de la desinformación en X. Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, los bots han desempeñado un papel fundamental en la estrategia de desinformación del Kremlin, supliendo en muchos casos a las cuentas de medios estatales restringidas en varios países. A pesar de las promesas de Musk de erradicar los bots de su plataforma, la persistencia de estas cuentas automatizadas sugiere una incapacidad o falta de voluntad para abordar este problema.
Esto ha sido corroborado por un informe de la Universidad de Queensland, que encontró que el fenómeno de los bots sigue siendo un elemento predominante en el ecosistema de X. La falta de acción efectiva por parte de la plataforma genera la preocupación de expertos como Jankowicz, quien indica que esta conducta es relativamente fácil de identificar. Sin embargo, la empresa, a pesar de su inversión multimillonaria en la adquisición de X, no ha tomado medidas significativas para eliminar cuentas que violan sus políticas de manipulación y spam. La confluencia de decisiones empresariales y el poder de las redes de desinformación crea un caldo de cultivo peligroso en el que los usuarios se ven expuestos a narrativas manipuladoras. A medida que se acercan las elecciones estadounidenses de 2024, el impacto de estos bots en la opinión pública se vuelve cada vez más crítico.
La desinformación no solo compromete la integridad del discurso democrático, sino que también alimenta la polarización y la desconfianza en las instituciones. La situación exige una respuesta coordinada no solo de las plataformas digitales, sino también de los gobiernos y la sociedad civil, que deben unirse para abordar el fenómeno de la desinformación y proteger la salud del debate democrático. En conclusión, el estudio del American Sunlight Project ha arrojado luz sobre un aspecto crítico del entorno digital contemporáneo: la manipulación de la información a través de redes de bots ocultos. La efectividad con la que estas cuentas han operado demuestra la necesidad urgente de una revisión de las políticas de moderación y una mayor transparencia en el manejo de datos de las plataformas sociales. Mientras el reloj avanza hacia las elecciones, la integridad de la política estadounidense pende de un hilo, amenazada por la sombra de las narrativas distorsionadas impulsadas por estos agentes durmientes.
La batalla contra la desinformación está lejos de haber terminado; es un desafío que solicitará un compromiso colectivo para salvaguardar la verdad y la confianza pública en la era digital.