En los últimos meses, los mercados financieros de Estados Unidos han experimentado una volatilidad extraordinaria que ha atrapado la atención de inversionistas, analistas y economistas por igual. Esta turbulencia bursátil, que afectó a índices emblemáticos como el Dow Jones Industrial Average, el S&P 500 y el Nasdaq Composite, no solo refleja el nerviosismo por factores macroeconómicos habituales, sino que va mucho más allá y se relaciona con un evento histórico en la oferta monetaria de EE.UU. El dinero en circulación ha registrado una alteración sin precedentes, un cambio tan significativo que no se veía desde la Gran Depresión, evento que marcó un antes y un después en la economía global. La evolución de esta oferta monetaria, específicamente en las categorías más relevantes como M1 y M2, ha llamado la atención por su habilidad para predecir movimientos futuros en el mercado bursátil, siendo un indicador clave para comprender la dirección que tomarán las acciones en el mediano y largo plazo.
La importancia de la oferta monetaria en la dinámica económica radica en su influencia directa sobre la liquidez disponible en la economía. M1, que incluye el efectivo en circulación y los depósitos a la vista, representa el dinero más líquido y disponible para gastar inmediatamente. Por otro lado, M2 amplía esta definición al incluir, además, ahorros, depósitos a plazo menores a cierto monto y otros instrumentos financieros que, aunque menos líquidos que M1, influyen notablemente en el consumo y la inversión. Un cambio abrupto o histórico en cualquiera de estas categorías suele señalar un ajuste en la política monetaria, expectativas de inflación o cambios en la actividad económica real, elementos que tienen un impacto determinante en el mercado accionario. Históricamente, la última vez que EE.
UU. experimentó un cambio tan significativo en su oferta monetaria fue durante la década de 1930, en pleno periodo de la Gran Depresión. Este período estuvo marcado por una contracción severa en la liquidez económica, lo que exacerbó la crisis y llevó a caídas dramáticas y prolongadas en los precios de las acciones. Sin embargo, en la coyuntura actual, se observa un fenómeno distinto, más relacionado con una expansión rápida y sostenida del dinero en circulación, generada por intervenciones monetarias sin precedentes de la Reserva Federal y otras autoridades financieras para enfrentar una crisis distinta, la sanitaria y económica provocada por la pandemia mundial. Dicho aumento masivo de la oferta monetaria tuvo inicialmente un efecto tranquilizador para los mercados y la economía, permitiendo evitar una crisis financiera mayor y apoyando la reactivación económica.
Pero ahora, tras meses de expansiones continuas, el panorama se ha tornado incierto. Esta reciente desaceleración e incluso contracción en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria llega acompañada de una volatilidad histórica en los índices bursátiles, como se vio en caídas abruptas y recuperaciones espectaculares durante apenas días. Esta dinámica no es casual y puede anticipar movimientos importantes en el mercado de capitales. La correlación entre la evolución de M2 y el desempeño de las bolsas en Estados Unidos ha sido documentada durante décadas, y algunos expertos señalan que cuando la oferta monetaria experimenta un giro histórico, es común que se produzcan grandes movimientos en las acciones, tanto al alza como a la baja. Precisamente, la combinación de alta volatilidad y un cambio estructural en la liquidez es un escenario que ha desencadenado en el pasado tanto crisis bursátiles como importantes recuperaciones.
Para los inversionistas y analistas, entender estos movimientos en la oferta monetaria es fundamental para anticipar la dirección del mercado y tomar decisiones informadas. La historia y los datos sugieren que no se puede esperar un camino lineal para las acciones en periodos donde la liquidez se redefine. Además, la interacción con otros factores macroeconómicos –como la inflación, las tasas de interés y las políticas fiscales– puede amplificar o moderar los efectos de estos cambios monetarios. Más allá del impacto directo en los mercados, esta situación también plantea interrogantes sobre el futuro económico del país. Un cambio estructural en la oferta monetaria puede presagiar ajustes en el crecimiento económico, en la estabilidad de los precios y en la confianza del consumidor e inversionista.