La llegada de un nuevo presidente a la Casa Blanca siempre genera expectativas en los mercados financieros, que suelen responder con optimismo o cautela según las políticas y el contexto que se anticipen. En el caso de Donald Trump, su primer centenar de días en el cargo marcó uno de los peores periodos para la bolsa estadounidense desde la presidencia de Richard Nixon. Esta caída abrupta en el mercado bursátil reflejó no solo incertidumbre política, sino también temores profundos en cuanto a la política económica y comercial que el mandatario comenzaba a implementar. El índice S&P 500, uno de los indicadores más reconocidos y representativos del mercado de valores estadounidense, sufrió una caída del 7.9% desde la investidura de Trump el 20 de enero hasta finales de abril de 2025.
Este desplome fue el segundo peor desempeño en los primeros 100 días de un mandato presidencial desde el segundo período de Nixon en la década de los 70. En aquel entonces, el índice descendió un 9.9% durante 1973, período que estuvo marcado por una recesión económica y una crisis inflacionaria que afectó gravemente a la economía estadounidense, culminando con la renuncia de Nixon en medio del escándalo Watergate. Históricamente, el índice S&P 500 muestra un comportamiento alcista en los primeros 100 días después de la toma de posesión presidencial. Según análisis que cubren desde 1944 hasta 2020, el promedio de crecimiento en este lapso es de aproximadamente un 2.
1%. En contraste, el desempeño negativo en el primer tramo de la administración Trump amplificó las preocupaciones entre inversores y economistas. La euforia inicial tras la victoria electoral de Trump en noviembre fue palpable. Durante el periodo entre la elección y la investidura, el S&P 500 incluso registró un incremento cercano al 3.7%, reflejando la esperanza del mercado ante la promesa de recortes fiscales y desregulación que el entonces presidente electo proponía para estimular el crecimiento económico.
Sin embargo, esta tendencia positiva se revirtió rápidamente una vez que Trump comenzó a implementar otras medidas de su campaña que fueron menos bien recibidas por los mercados. Uno de los factores más críticos que generaron incertidumbre fue la agresiva política comercial que Trump mostró desde sus primeros días. El anuncio de tarifas recíprocas contra diversas naciones desató miedos sobre una posible guerra comercial que pudiera incrementar la inflación, afectar las cadenas de suministro globales y derivar en una recesión económica. En abril, la bolsa experimentó una caída abrupta de un 10% en apenas dos días, entrando brevemente en territorio de mercado bajista, un reflejo de la volatilidad e inquietud que dominaba las salas de operaciones. Aunque Trump posteriormente moderó su postura otorgando una prórroga de 90 días para renegociar los acuerdos comerciales, el daño en la confianza de los inversores ya estaba hecho.
La percepción general fue la de un futuro incierto, con el temor constante de que las disputas comerciales pudieran prolongarse o intensificarse, afectando la estabilidad macroeconómica y las perspectivas de crecimiento. El complicada arranque del mercado durante la presidencia de Trump también abre un espacio importante para reflexionar sobre la influencia que las políticas presidenciales tienen en la economía real y los mercados financieros. La expectativa de reformas fiscales, cambios regulatorios y estrategias monetarias siempre ha tenido un impacto directo en las decisiones de inversión, la confianza empresarial y el comportamiento del consumidor. El primer centenar de días es considerado un periodo clave para que un nuevo presidente establezca el rumbo de su administración y construya la confianza necesaria para impulsar sus políticas. En el caso particular de Trump, su enfoque poco convencional y a menudo impredecible generó tanto entusiasmo como temor, y el reflejo más palpable de esta dualidad fue la fuerte volatilidad del mercado de valores.
Además, la comparación con la era Nixon no es casual. Aunque los contextos son diferentes, ambos presidentes enfrentaron crisis que fueron detonantes para un desplome en los mercados. La década de los 70 estuvo marcada por múltiples shock económicos, incluido el embargo petrolero y las tensiones post-Vietnam, que junto con políticas económicas cuestionadas, llevaron a la recesión de la mitad de la década. De manera similar, las políticas comerciales restrictivas y la incertidumbre política bajo Trump crearon un entorno igualmente desafiante para la economía y los inversionistas. El impacto económico de esta caída bursátil no se limita a las pérdidas inmediatas en las carteras de inversión.
También puede afectar el consumo, la inversión empresarial y el empleo, debido a la relación estrecha que existe entre la confianza en los mercados y las decisiones económicas a nivel macro. Un mercado bajista prolongado puede desincentivar la inversión y propiciar medidas de austeridad por parte de empresas, lo cual podría ralentizar el crecimiento económico. En el balance general, es importante considerar que el mercado de valores es solo una parte del complejo entramado económico. Otros indicadores, como el empleo, el crecimiento del PIB y la inflación, también juegan roles determinantes en la evaluación del desempeño de una administración. Sin embargo, la caída del S&P 500 en los primeros 100 días de Trump sirvió de alerta para muchos analistas y expertos, que vieron en esta señal un presagio de dificultadas futuras para la economía estadounidense.