Por qué no veremos CBDCs por todas partes En los últimos años, la conversación sobre las monedas digitales de los bancos centrales (CBDCs, por sus siglas en inglés) ha cobrado fuerza y se ha convertido en un tema candente en ámbitos financieros y tecnológicos. A medida que los gobiernos de todo el mundo evalúan la posibilidad de lanzar sus propias versiones digitales de las monedas nacionales, se ha generado un entusiasmo palpable en torno a su potencial. Sin embargo, a pesar del interés creciente, la realidad sugiere que no veremos una implementación global de CBDCs en el corto plazo. En este artículo, exploraremos las razones detrás de esta afirmación. Uno de los argumentos más contundentes para entender por qué las CBDCs no están listas para una implementación masiva es la discrepancia entre la investigación y la ejecución.
Según datos de la Atlantic Council, en 2020, solo 35 países estaban estudiando la posibilidad de introducir una CBDC, mientras que hoy son 134 naciones las que están en la fase de investigación. Sin embargo, de estos 134 países, solo tres han implementado completamente una CBDC: Bahamas, Nigeria y Jamaica. Esta disparidad plantea serias dudas sobre la viabilidad de un despliegue global. Los defensores de las CBDCs suelen señalar que su adopción podría facilitar transacciones más rápidas y económicas, así como fomentar la inclusión financiera al ofrecer servicios a las poblaciones no bancarizadas. Sin embargo, al profundizar en la realidad de estos sistemas, se hace evidente que superar las barreras para su implementación resulta extremadamente complicado.
En particular, los Estados Unidos, como poder económico central, juegan un papel crucial. La Reserva Federal aún no ha mostrado una clara inclinación hacia la emisión de un dólar digital, lo que limita significativamente la posibilidad de que otros países sigan su ejemplo. Otro aspecto fundamental a considerar es la percepción pública hacia las CBDCs. Una encuesta realizada por el Instituto Cato en mayo de 2023 reveló que solo el 16% de los estadounidenses apoyaba la creación de una CBDC, citando preocupaciones sobre el control gubernamental y la privacidad de sus datos. A nivel global, aunque en algunos países la opinión sobre las CBDCs es más favorable, persisten las reservas.
El 34% de las personas encuestadas por el CFA Institute afirmó que los bancos centrales no deberían emitir versiones digitales de sus monedas. Esta resistencia, sumada al entorno político polarizado, complica aún más la posibilidad de avanzar hacia un consentimiento generalizado para la adopción de CBDCs. También vale la pena mencionar que las CBDCs a menudo se convierten en herramientas políticas en lugar de ser objeto de un consenso técnico. En los Estados Unidos, figuras prominentes de ambos lados de la política se han manifestado en contra de su adopción. Líderes republicanos, como Donald Trump y el líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Tom Emmer, han expresado su oposición a las monedas digitales emitidas por el estado.
Por otro lado, aunque algunos demócratas han mostrado interés en investigar el potencial de una CBDC, no parece probable que un gobierno liderado por figuras como Kamala Harris o Tim Walz priorice la implementación de tal proyecto. Las CBDCs fueron concebidas con la expectativa de que podrían optimizar los pagos transfronterizos, un área donde el sistema actual es notoriamente lento y costoso. En 2020, se estimó que se transfirieron $23.5 billones de dólares a través de fronteras, incurriendo en costos exorbitantes de $120 mil millones solo para facilitar esas transacciones. Sin embargo, para que las CBDCs efectivamente resuelvan estos problemas, sería necesario contar con relaciones geopolíticas sólidas a nivel global, algo que actualmente no existe.
La fragmentación y la incertidumbre que caracterizan el panorama político mundial hacen poco probable que se puedan establecer acuerdos internacionales que respalden el uso extendido de estas monedas digitales. Además de los desafíos políticos y de percepción pública, también se presentan consideraciones técnicas y estructurales. La implementación de CBDCs significaría repensar las estructuras financieras actuales y desarrollar marcos regulatorios completamente nuevos, así como garantizar la ciberseguridad y la protección de datos. Transformar estos aspectos del sistema financiero global es una tarea monumental que requiere consenso y voluntad política, dos cosas que están ausentes en la actualidad. Desde el punto de vista económico, es indudable que las CBDCs ofrecen ciertos beneficios teóricos.
Sin embargo, la falta de un apetito real por la transformación que conllevan lleva a cuestionar su futura implementación. A medida que surgen estos obstáculos, es difícil imaginar un escenario en el que las ventajas de las CBDCs superen los desafíos que presentan. En este sentido, las voces que sugieren que podríamos estar a 20 años de ver una adopción global efectiva de estas monedas digitales no son infundadas. En cambio, una alternativa más práctica que ha emergido en el ecosistema financiero son las stablecoins. Estas monedas digitales, que mantienen una paridad con activos tradicionales como el dólar o el euro, proporcionan muchos de los beneficios que se asocian a las CBDCs, pero sin los obstáculos regulatorios y de consenso que impiden su implementación.
Las stablecoins han tenido un mayor éxito en el mercado, con Tether capturando aproximadamente el 75% de la cuota de mercado de stablecoins y generando un profit neto de $5.2 mil millones en la primera mitad del año 2023. La percepción pública de las stablecoins también parece más favorable que la de las CBDCs, ya que son emitidas por entidades privadas, lo que las hace menos controversiales. Además, ya se están integrando en el sistema financiero tradicional de formas pragmáticas. Por ejemplo, Visa anunció en 2023 que ampliaría el uso de stablecoins, integrando USDC de Circle en su blockchain Solana, logrando así una significativa aceleración en la velocidad de asentamiento de transacciones transfronterizas.
En conclusión, aunque la discusión sobre las CBDCs sigue adelante y los gobiernos continúan explorando su potencial, es necesario poner en perspectiva los desafíos asociados a su implementación global. A medida que la tecnología avanza y el interés en la digitalización de las finanzas crece, es más plausible que las stablecoins se conviertan en el vehículo principal para abordar los problemas que las CBDCs pretenden solucionar. La tendencia hacia las CBDCs puede permanecer como una moda pasajera, pero los obstáculos que enfrentan su implementación completa son tan significativos que podrían retrasar su llegada a un mundo interconectado y digitalizado, al menos durante los próximos veinte años, si es que alguna vez llegan a materializarse.