En el vertiginoso mundo de las criptomonedas, un hecho se vuelve cada vez más claro: las instituciones financieras están enfocando su atención casi exclusivamente en Bitcoin. Así lo ha señalado Samara Cohen, directora de inversiones en ETF e índices de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo. Durante una entrevista en el podcast Blockworks Empire, Cohen enfatizó que, en el clima actual de incertidumbre económica global, Bitcoin se ha consolidado como la criptomoneda preferida por los grandes inversores institucionales. Esta predilección no es casualidad, sino la consecuencia de un conjunto de factores que hacen de Bitcoin un activo único y especialmente atractivo en tiempos complejos. La volatilidad y los retos geopolíticos, como la guerra comercial global en curso, han llevado a los inversores a buscar vehículos de inversión que ofrezcan no solo rentabilidad sino también un alto grado de diversificación y baja correlación con los mercados tradicionales.
En este sentido, Bitcoin se destaca como un activo que parece haberse "desacoplado" de la tradicional correlación con las acciones y otros activos financieros. Esta característica ha ganado reconocimiento y ha motivado que las instituciones reconsideren sus portafolios para incluir a la principal criptomoneda como un componente estratégico. El fenómeno no se limita solo a la percepción, sino que también se refleja en datos tangibles. En la última semana, los fondos cotizados en bolsa (ETFs) de Bitcoin han captado aproximadamente 3.3 mil millones de dólares, acumulando un total cercano a 1.
1 millones de bitcoins bajo gestión — un valor que supera los 106 mil millones de dólares. Esta cifra revela la magnitud del interés institucional y subraya el papel que Bitcoin está jugando actualmente como refugio y activo de inversión sofisticado. Sin embargo, este enfoque en Bitcoin viene acompañado de un cierto escepticismo sobre el panorama de las altcoins. Cohen fue clara al comentar que la mayoría de las altcoins carecen de una tesis de inversión sólida que justifique su inclusión en portafolios institucionales. Incluso Ethereum, la segunda criptomoneda más grande por capitalización, queda significativamente rezagada en comparación.
Aunque Ethereum cuenta con su propio fondo tokenizado llamado BUIDL, que BlackRock ayudó a lanzar, la gestión del mismo está concentrada en unas pocas carteras, y su volumen en ETF es apenas una fracción en comparación con Bitcoin, con activos bajo gestión de alrededor de 8.5 mil millones de dólares. La falta de un repunte de precios significante para Ethereum también contribuye a esta percepción. A pesar de su importancia como plataforma para contratos inteligentes y aplicaciones descentralizadas, el precio de Ethereum no ha logrado superar su máximo histórico registrado en noviembre de 2021. Su valoración de mercado actual se sitúa en torno a los 219 mil millones de dólares, notablemente menor que el interés institucional que genera Bitcoin.
Los expertos también creen que esta concentración en Bitcoin no es una moda pasajera. Un informe de Crypto Insights Group indica que cerca del 70% de los 50 fondos de cobertura más grandes, cada uno con más de 5 mil millones en activos gestionados, anticipan que la dominancia de Bitcoin continuará creciendo. Esta confianza refleja el reconocimiento de que Bitcoin, con su limitada oferta y creciente adopción institucional, tiene una posición consolidada en el ecosistema financiero. Esta percepción de Bitcoin como un activo "desacoplado" tiene profundas implicaciones para la forma en que las instituciones construyen sus portafolios. Tradicionalmente, los inversores institucionales distribuyen sus activos entre acciones y bonos, en proporciones cercanas al 60% y 40% respectivamente.
Sin embargo, en un mundo donde las correlaciones entre activos tradicionales se vuelven menos predecibles y la volatilidad se intensifica, se están explorando nuevas fuentes de retorno y diversificación. En palabras de Jay Jacobs, jefe de ETFs de renta variable en BlackRock, el análisis a largo plazo confirma el potencial fundamental de Bitcoin para comportarse de manera distinta frente a los activos tradicionales. Este comportamiento distinto es precisamente lo que atrae a inversores institucionales que buscan proteger sus carteras y explorar nuevas vías para maximizar retornos ajustados al riesgo. Además, la entrada de Bitcoin en mercados privados y su integración en productos financieros tradicionales como los ETFs facilita su accesibilidad para estos grandes actores. La gestión mediante ETFs ofrece liquidez, transparencia, y un marco regulatorio atractivo, lo que disminuye las barreras para que más instituciones adopten Bitcoin.
Pese a este panorama favorable para Bitcoin, la realidad es que el mercado de las criptomonedas sigue siendo volátil y dependiente de múltiples factores externos. Los operadores y analistas coinciden en que la paciencia será clave para quienes esperan una "altseason", es decir, un periodo en el que diferentes altcoins experimenten un crecimiento acelerado y significativo. Por el momento, con la narrativa institucional claramente posicionada en favor de Bitcoin, la diversificación hacia otras criptomonedas parece ser limitada. El interés masivo en Bitcoin también se refleja en movimientos geopolíticos y económicos. Por ejemplo, el hecho de que varios inversores estén reduciendo riesgos en sus portafolios tradicionales ha aumentado el atractivo de Bitcoin como activo refugio.