La era de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos fue un periodo de cambios significativos en varios aspectos, incluyendo la regulación de las criptomonedas. Mientras que muchos inversores y entusiastas de las criptomonedas esperaban una era de desregulación que permitiría un crecimiento imparable y una mayor adopción, la realidad de lo que se llevó a cabo fue más compleja de lo que se prometía. En este artículo, exploraremos las promesas que rodearon la desregulación de las criptomonedas bajo la administración de Trump y cómo estas se contrastan con la realidad observada. Una de las promesas más grandes que se hicieron durante la campaña electoral de Trump fue su compromiso con los sectores menos regulados de la economía, entre ellos, el emergente campo de las criptomonedas. Los partidarios de Trump creían que su enfoque pro-mercado y su rechazo a las regulaciones excesivas apoyarían un ecosistema donde las criptomonedas pudieran florecer.
La administración prometió un enfoque que facilitaría el uso de criptomonedas, impulsaría la innovación y fomentaría la competencia en el espacio financiero. No obstante, a medida que Trump asumió la presidencia, las acciones de su administración no siempre se alinearon con estas promesas. Por un lado, algunas medidas sugerían un respaldo a las criptomonedas. Por ejemplo, el nombramiento de figuras pro-cripto en cargos clave dentro de organismos regulatorios como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC) provocó optimismo entre los entusiastas del sector. Estas designaciones generaron expectativas de que habría un desplazamiento hacia una interpretación más favorable de las regulaciones de criptomonedas y que habría un mayor acceso a productos financieros vinculados a este activo.
Sin embargo, la realidad fue que, pese al optimismo inicial, la administración Trump no implementó cambios significativos en el marco regulatorio que apoyaran consistentemente a las criptomonedas. De hecho, la incertidumbre regulatoria continuó siendo un obstáculo significativo para el crecimiento del sector. Muchas criptomonedas y proyectos blockchain se encontraron atrapados en un limbo regulatorio, sin claridad sobre cómo se aplicarían las leyes existentes a sus actividades. Además, la administración Trump también se vio arrastrada por la preocupación en torno al uso de criptomonedas para actividades ilícitas. Aunque la mayoría de los usuarios de criptomonedas no están involucrados en actividades delictivas, la percepción pública fue complicada por un número desproporcionado de informes sobre el uso de criptomonedas en delitos como el lavado de dinero y la financiación del terrorismo.
Esto llevó a una presión adicional sobre las autoridades para que impusieran regulaciones más estrictas, lo que a su vez dificultó la adopción generalizada de criptomonedas. El aumento en la supervisión también se vio reflejado en las actitudes de algunos de los funcionarios de la administración. Gary Cohn, exdirector del Consejo Económico Nacional, se mostró cauteloso sobre las criptomonedas, sugiriendo que más regulaciones eran necesarias para proteger a los consumidores. Esta postura fue un cambio notable del optimismo inicial, y muchos consideraron que era un signo de que la Administración no estaba dispuesta a arriesgarse a liderar una revolución cripto. Otra área importante fue la interacción de la administración con las plataformas de intercambio de criptomonedas.
Durante el mandato de Trump, algunas plataformas tuvieron que lidiar con un mayor escrutinio por parte de los reguladores, lo que generó un ambiente de incertidumbre. Este ambiente desalentó a muchos inversores potenciales e hizo que algunos proyectos tuvieran que replantear su estrategia en el mercado estadounidense. Además, las tensiones comerciales y políticas entre Estados Unidos y países como China también tuvieron un impacto en el mercado de criptomonedas. La administración Trump adoptó una postura dura hacia China, lo que llevó a una reducción en la inversión en criptomonedas procedentes de ese país. Esto representó otro golpe a un mercado que ya se enfrentaba a desafíos regulatorios y de percepción pública.
A medida que nos adentramos en los meses y años finales de la administración Trump, algunos defensores de las criptomonedas comenzaron a perder la esperanza de que se produjeran cambios significativos en el marco regulatorio. Si bien la administración se centró en otros temas, el mundo de las criptomonedas avanzó a un ritmo que no necesariamente estaba alineado con las expectativas previas a la presidencia de Trump. Las criptomonedas evolucionaron y se diversificaron, pero la regulación siguió siendo un factor de incertidumbre constante. La llegada de Joe Biden trajo consigo nuevas esperanzas para muchos en la comunidad cripto, ya que la nueva administración anunció que revisaría muchas de las políticas implementadas durante la administración Trump. En este contexto, la pregunta se convierte en cuándo y cómo el nuevo liderazgo abordará la regulación de las criptomonedas.