El proyecto del tren de alta velocidad Texas Central, planeado para conectar las ciudades de Dallas y Houston en un trayecto de aproximadamente 90 minutos, ha sido uno de los desarrollos de infraestructura más ambiciosos en Texas durante los últimos años. Sin embargo, recientemente ha sufrido un revés significativo con la cancelación de un subsidio federal de 63.9 millones de dólares destinado a la fase de planificación de la ruta. Esta decisión, tomada en abril de 2025 por la administración del presidente Donald Trump y bajo la dirección del Secretario de Transporte Sean Duffy, cambia drásticamente el panorama del proyecto y tiene numerosas repercusiones para el futuro del transporte y la economía en el estado. La administración federal a través del Departamento de Transporte de Estados Unidos y en acuerdo con la Administración Federal de Ferrocarriles y Amtrak, comunicó oficialmente la terminación del financiamiento que había sido asignado para ayudar en la planificación de Texas Central.
La justificación principal para esta medida radica en la opinión oficial de que este subsidio representa un uso inadecuado de fondos públicos, desviando recursos de la misión principal de Amtrak, que es mejorar los servicios ferroviarios existentes en la nación, los cuales muchos consideran insuficientes o “subpar”. El Secretario Duffy enfatizó que el proyecto Texas Central fue concebido como una iniciativa privada, y que si el sector privado considera que el proyecto es viable, debe asumir la responsabilidad de los costos previos a la construcción sin depender de aportes económicos públicos. Esta postura refleja una visión política y económica específica que prioriza la gestión privada en proyectos de infraestructura, especialmente en aquellos catalogados como innovadores o de nueva generación como lo es el tren de alta velocidad. La idea es que el riesgo financiero y la planificación inicial deben recaer en los inversores privados, quienes tienen el mayor incentivo y conocimiento para evaluar la factibilidad y rentabilidad del proyecto, mientras que el gobierno federal debe evitar intervenciones que puedan ser interpretadas como rescates usando fondos públicos. Los impulsores del proyecto Texas Central, en particular Kleinheinz Capital Partners, que actualmente lidera la inversión privada, recibieron la cancelación del subsidio con optimismo y reafirmaron su compromiso para continuar adelante.
En declaraciones, aseguraron que estaban de acuerdo con la posición de Duffy y que asumían como un reto y una oportunidad continuar con el emprendimiento sin apoyos federales, resaltando que este proyecto está listo para comenzar y que beneficiará considerablemente a la economía de Texas, generando empleos y fomentando el crecimiento económico local y regional. El tren de alta velocidad entre Dallas y Houston fue presentado inicialmente en 2009 como una solución necesaria para conectar las dos áreas urbanas más grandes del estado de Texas de manera rápida y eficiente. La línea ferroviaria prometía reducir significativamente el tiempo de viaje, atender la creciente demanda de transporte entre ambas ciudades y proporcionar un medio de transporte más sostenible y moderno comparado con el automóvil y el avión regional. A pesar de estas ventajas, el proyecto ha enfrentado numerosos obstáculos desde su concepción. Uno de los mayores desafíos ha sido la resistencia de propietarios de tierras ubicadas a lo largo de la ruta propuesta.
La expropiación o compra de terrenos ha sido difícil y costosa, y la oposición de grupos locales ha ralentizado los avances. Además, los legisladores estatales también han mostrado reticencia o abierto frentes legales para limitar o bloquear el proyecto, con iniciativas enfocadas a detener el progreso de Texas Central en sus etapas iniciales. El aumento exponencial en los costos estimados para ejecutar el proyecto también ha generado preocupaciones serias. Originalmente, se calculaba que el costo total sería de aproximadamente 12 mil millones de dólares, pero estos montos fueron creciendo hasta superar los 30 mil millones, y recientemente el Departamento de Transporte situó la cifra en más de 40 mil millones de dólares. Este incremento dramático genera escepticismo sobre la viabilidad económica y desencadena cuestionamientos sobre la gestión financiera y la planificación del proyecto.
En el último año, Texas Central había mostrado ciertas señales de progreso. Amtrak, que inicialmente había alejado recursos del proyecto debido a una crisis interna, retomó cierta participación apoyando la iniciativa. Sin embargo, en enero de 2025, la compañía vendió su parte a inversores locales, entre ellos John Kleinheinz de Fort Worth, consolidando una estructura de inversión completamente privada. Actualmente, Texas Central ha logrado adquirir alrededor del 25% de los terrenos necesarios, un avance significativo pero aún insuficiente para garantizar que el proyecto pueda continuar sin obstáculos adicionales. A pesar de la retirada del financiamiento federal, algunos expertos y defensores del transporte ferroviario manifestaron una perspectiva optimista sobre la continuación del proyecto.
Peter LeCody, presidente de Texas Rail Advocates, expresó que la ejecución por parte del sector privado es factible, aunque probablemente requerirá apoyo financiero adicional proveniente de otras fuentes, ya sea estatal, local o incluso mediante financiamiento privado externo. El debate sobre el futuro del tren de alta velocidad Texas Central no solo se centra en el aspecto financiero o en quién debe asumir los costos iniciales. También involucra consideraciones más profundas sobre el modelo de desarrollo de infraestructura en Estados Unidos, la colaboración entre sectores público y privado, las prioridades del gobierno en materia de transporte y la relevancia de conectar las grandes ciudades mediante tecnologías que reduzcan el impacto ambiental. Para Texas, un estado con un crecimiento poblacional y económico sostenido, mejorar las opciones de transporte se vuelve cada vez más trascendental. La congestión vehicular, la demanda de movilidad eficiente y la conservación del medio ambiente son temas que obligan a reconsiderar las soluciones tradicionales.
En este sentido, el tren de alta velocidad podría representar un cambio revolucionario, acercando experiencias internacionales exitosas a un mercado creciente y tecnológicamente avanzado. Aunque el retiro del subsidio federal constituye un obstáculo importante, no implica la muerte definitiva del proyecto. La postura del gobierno refleja una tendencia a dejar que el mercado y el sector privado lideren grandes emprendimientos de innovación en infraestructura, especialmente cuando el financiamiento público puede ser polémico o disputado. Texas Central debe ahora encontrar nuevos esquemas financieros, mejorar la gestión de los terrenos y revalidar la aceptación social para seguir adelante. La experiencia internacional muestra que los trenes de alta velocidad pueden transformar regiones enteras, aumentando la productividad, facilitando el turismo y contribuyendo a una mejor calidad de vida.