La higiene en nuestro hogar es una prioridad para la mayoría, especialmente cuando se trata de lavar la ropa. La mayoría confiamos en la lavadora para eliminar suciedad, manchas y sobre todo bacterias que pueden ser perjudiciales para la salud. Sin embargo, investigaciones recientes han puesto en duda la capacidad real de muchas lavadoras domésticas para acabar con microorganismos que habitan en nuestra ropa, incluso cuando utilizamos ciclos en agua caliente. Esto puede tener implicaciones importantes no solo para la salud individual, sino también para la lucha contra la resistencia a los antibióticos y la propagación de infecciones. El lavado de ropa a altas temperaturas, como 60°C (140°F), ha sido tradicionalmente recomendado para desinfectar ropa que puede estar contaminada, como los uniformes de trabajadores de la salud o prendas utilizadas en ambientes propensos a la proliferación bacteriana.
La teoría es que esta temperatura bajo un ciclo prolongado, junto con detergentes adecuados, debería eliminar casi todas las bacterias presentes. Sin embargo, varios estudios han demostrado que no todos los ciclos de lavado alcanzan o mantienen estas temperaturas por el tiempo suficiente. Más preocupante aún, algunos ciclos rápidos mantienen temperaturas peligrosamente bajas, alrededor de 20°C, lo que es claramente insuficiente para eliminar bacterias como Enterococcus faecium, un patógeno que puede causar infecciones urinarias y otros problemas de salud. Este hallazgo surge de un experimento llevado a cabo por un grupo de investigadores liderados por Katie Laird en la Universidad de De Montfort, Reino Unido, quienes analizaron seis modelos diferentes de lavadoras domésticas. Se enfocaron particularmente en medir cuán efectivamente estas máquinas eliminaban una bacteria específica y resistente mediante diferentes ciclos, tanto rápidos como estándar, a temperaturas nominales de 60°C.
Los resultados fueron sorprendentes: alrededor de la mitad de las máquinas no lograron una reducción significativa de bacterias en ciclos rápidos, y un tercio falló incluso en ciclos estándar. Más alarmante fue la detección de bacterias que comenzaban a desarrollar resistencia a los detergentes usados, evidenciando un proceso evolutivo de supervivencia dentro de las propias lavadoras. La presencia de microorganismos dentro de las lavadoras no es un fenómeno nuevo, pero la capacidad de estos para resistir ambientes de lavado y contribuir a la propagación de infecciones nos obliga a replantear nuestras prácticas. El hecho de que algunas lavadoras no mantengan las temperaturas declaradas puede deberse a múltiples factores, incluyendo la eficiencia energética diseñada para ahorrar electricidad, o acumulación de cal y otros minerales que afectan el funcionamiento del elemento calefactor. Además, dado que muchas veces las prendas se lavan en ciclos cortos y rápidos, especialmente para prendas delicadas o para ahorrar tiempo, esto contribuye a que el proceso sea menos efectivo contra bacterias y virus presentes en la ropa.
Los microbios no solo resisten el lavado, sino que pueden colonizar el interior de la lavadora, incluyendo el tambor y los compartimentos del detergente, creando un ambiente propicio para la multiplicación y la transferencia de bacterias resistentes a futuras cargas de ropa. Este fenómeno tiene particular relevancia en el ámbito doméstico y sanitario. En hospitales, la ropa de los trabajadores se recomienda lavar a temperaturas elevadas, manteniendo un tiempo prolongado en ciclos que aseguren la desinfección completa. Sin embargo, muchos empleados dependen de máquinas domésticas para lavar sus uniformes, con el riesgo evidente de que estas prendas puedan seguir siendo portadoras de patógenos, aumentando la probabilidad de infecciones hospitalarias, también conocidas como infecciones nosocomiales. Para mitigar este problema, expertos aconsejan varias prácticas que pueden mejorar la higiene de la ropa y el mantenimiento de la lavadora.
En primer lugar, ejecutar de manera regular ciclos de limpieza a temperatura muy alta, por ejemplo a 90°C (194°F), sin ropa y con productos diseñados para desinfectar la máquina. Este procedimiento ayuda a eliminar bacterias acumuladas y a mantener el correcto funcionamiento del elemento calefactor. El uso de descalcificadores es otra recomendación clave para evitar que la cal y otras impurezas se acumulen y dañen la eficiencia térmica de la lavadora. En zonas con agua dura, el mantenimiento regular con productos descalcificadores puede marcar la diferencia en la efectividad del lavado y la vida útil del electrodoméstico. Adicionalmente, el uso de detergentes con propiedades antimicrobianas o complementos para lavado que tengan efecto desinfectante puede aumentar la reducción de microorganismos.
No obstante, también es importante considerar que el mal uso o el abuso de químicos puede favorecer la aparición de resistencia por parte de las bacterias, por lo que su utilización debe ser moderada y complementaria a buenas prácticas de lavado. Otra recomendación vital es evitar la sobrecarga de la lavadora, ya que un tambor saturado no permite la adecuada circulación del agua y el detergente, lo que reduce la eficacia del proceso de lavado y aclarante. Lavando cargas con la capacidad adecuada se garantiza que toda la ropa reciba un tratamiento homogéneo, con el tiempo necesario para actuar contra la suciedad y los microorganismos. En cuanto a la temperatura y duración del ciclo, si el tipo de tejido no permite temperaturas elevadas, al menos vale la pena considerar ciclos completos y no rápidos, para mantener el tiempo de exposición necesario para que el detergente y el agua actúen eficazmente. En prendas delicadas, donde no se puede aumentar la temperatura, es importante seguir recomendaciones específicas para su limpieza y considerarlas como prendas de mayor riesgo para acumular bacterias, tomando nuevas medidas como lavado frecuente y secado completo al sol o en secadora que también ayuda a eliminar microorganismos.
Es fundamental entender que la lavadora no es sólo un dispositivo para remover manchas visibles, sino que actúa en un entorno complejo donde la microbiota puede sobrevivir y colonizar diversos espacios. Tomar medidas conscientes sobre el mantenimiento del electrodoméstico y la correcta selección de ciclos y productos es esencial para evitar riesgos para la salud y la perpetuación de bacterias resistentes. En conclusión, la ciencia nos muestra que la simple acción de lavar la ropa en casa no siempre garantiza una adecuada desinfección, especialmente cuando prevalecen ciclos de poca duración y temperaturas insuficientes. La conciencia sobre el funcionamiento real de las lavadoras y el adecuado mantenimiento puede ayudar a minimizar la presencia de bacterias dañinas en la ropa y evitar complicaciones mayores relacionadas con la salud pública. Implementar ciclos de limpieza a altas temperaturas regularmente, usar productos específicos para desinfección, desincrustar la lavadora de cal y evitar la sobrecarga son prácticas recomendadas para mejorar la higiene en la lavandería doméstica.
Sólo de esta forma se podrá asegurar que la ropa esté verdaderamente limpia y protegida contra microorganismos que pueden afectar nuestro bienestar.