Trump se convierte en un revisionista total sobre la economía En los últimos años, el mundo ha sido testigo de un fenómeno intrigante en la política estadounidense: la reescritura de la historia económica reciente por parte de Donald Trump. A medida que se acerca el ciclo electoral de 2024, Trump no solo está buscando volver a la Casa Blanca, sino que también está reinterpretando su legado económico, presentándose como un salvador de la economía estadounidense durante su mandato. Durante su presidencia, Trump implementó una serie de políticas que, según él, fueron las responsables de un crecimiento económico sin precedentes, una disminución significativa del desempleo y un mercado de valores en auge. Sin embargo, la realidad es que su gobierno, en gran medida, se benefició de condiciones económicas favorables que habían sido establecidas por la administración anterior. Aun así, Trump ha tomado un rumbo revisionista audaz, reescribiendo la narrativa para enfatizar su papel como arquitecto del éxito económico.
Una de las afirmaciones más destacadas de Trump es que logró crear millones de empleos y reducir el desempleo a niveles históricos. Durante su tiempo en la Casa Blanca, el desempleo llegó a un mínimo de 3.5% en febrero de 2020. Sin embargo, muchos analistas argumentan que esta tendencia preexistía antes de su llegada a la presidencia, comenzando durante la administración de Barack Obama, quien enfrentó la crisis financiera de 2008 y sentó las bases para la recuperación económica. Trump también ha abordado con orgullo la reducción de impuestos que implementó en 2017, alegando que ha beneficiado a la clase media y estimulado el crecimiento.
Sin embargo, los críticos sostienen que la mayoría de los beneficios de la reforma fiscal fueron a empresas y personas con mayores ingresos, exacerbando las desigualdades económicas. Este aspecto de su legado es casi completamente ignorado en su narrativa revisionista, donde solo se enaltecen los logros sin abordar las consecuencias de estas políticas. Otro pilar de la historia económica que Trump ha intentado reformular es su enfoque hacia el comercio. Durante su presidencia, Trump impulsó una agenda proteccionista, que incluyó la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) para convertirlo en el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA). Trump a menudo destaca que esta renegociación salvó empleos en la manufactura, aunque muchos economistas sostienen que los efectos netos de su política comercial fueron más complejos, con muchos expertos advirtiendo sobre las repercusiones negativas que resulta de las tarifas sobre bienes importados.
La narrativa revisionista de Trump también presenta su gestión de la pandemia de COVID-19 como un triunfo. Al inicio de la crisis sanitaria, se enfrentó a numerosas críticas por su respuesta tardía y desorganizada. Sin embargo, en sus discursos actuales, ha comenzado a pintar una imagen de un líder que tomó decisiones difíciles para proteger la economía en medio del caos, a pesar de que sus políticas y su negación inicial de la gravedad del virus contribuyeron a un brote incontrolado en Estados Unidos. Más allá de sus afirmaciones sobre el crecimiento y el empleo, la gestión de la deuda también ha cambiado de manera notable en la narrativa de Trump. Durante su administración, la deuda nacional creció de manera alarmante, alcanzando más de 27 billones de dólares.
Esto representa un aumento considerable en comparación con la deuda heredada de la administración anterior. A pesar de esto, Trump ha comenzado a presentar la idea de que su enfoque fiscal, junto con las tasas de crecimiento que implementó, tiene sentido en un contexto más amplio y estratégico. La estrategia de Trump de revisar su legado económico no solo busca recuperar la base de seguidores que lo eligió en 2016, sino también atraer a un electorado más amplio que ha visto sus finanzas personales alteradas por la inflación y otros factores económicos. Al presentar su administración como una época dorada de prosperidad, espera resonar con aquellos que se sienten descontentos con la situación económica actual y buscan un líder que les prometa regresar a esa supuesta era de abundancia. Sin embargo, las falacias en la narrativa de Trump no pasan desapercibidas para muchos.
Los analistas políticos y economistas advierten que revisar la historia de la economía de manera simplista puede llevar a decisiones dañinas a futuro. Ignorar el contexto en el que se produjeron ciertos logros económicos y ocultar las realidades de las políticas que han afectado a la mayoría de los estadounidenses podría hacer que estos se sientan aún más frustrados. Además, el auge del revisionismo de Trump sobre la economía resalta una tendencia peligrosa en la política moderna: la manipulación de la verdad en un esfuerzo por mantener o recuperar el poder. A medida que las redes sociales se convierten en la principal fuente de información para muchos votantes, la desinformación puede propagarse muy rápidamente, creando divisiones y polarización en lugar de fomentar un debate basado en hechos. Al considerar todo lo anterior, es evidente que la formulación de Trump sobre su legado económico es parte de un esfuerzo más amplio para moldear cómo se le recordará en la historia.