El auge de las criptomonedas ha revolucionado la economía y ha capturado la atención de muchos sectores, incluido el Congreso de los Estados Unidos. A pesar del creciente entusiasmo bipartidista por impulsar la industria de las criptomonedas y la tecnología blockchain, la cantidad de miembros del Congreso que realmente están invirtiendo en estos activos digitales es sorprendentemente baja. Este fenómeno plantea preguntas sobre las razones detrás de esta reticencia, considerando que la criptomoneda se está convirtiendo en un tema cada vez más relevante en el paisaje político. Recientemente, el representante Mike Collins de Georgia se convirtió en el centro de atención tras revelar que había adquirido una cantidad significativa de una moneda meme denominada Ski Mask Dog. Este acontecimiento coincidió con la victoria electoral de Donald Trump y un notable aumento en el valor de las criptomonedas.
Sin embargo, su caso es uno de los muy pocos dentro del Congreso, donde activamente solo cuatro miembros han reportado alguna compra o venta de criptomonedas en los últimos dos años. En contraste, 151 miembros realizaron más de 21,000 transacciones con activos tradicionales como acciones y bonos. Este dato indica que la comunidad legislativa, a pesar de su retórica entusiasta respecto a las criptomonedas, mantiene una relación cautelosa con ellas. Las razones detrás de este fenómeno son variadas. Algunos miembros del Congreso señalan la falta de conocimiento y entendimiento sobre las criptomonedas como un factor determinante.
El senador Ted Cruz, un defensor de la criptomoneda, bromeó sobre la edad promedio de los senadores, sugiriendo que muchos de ellos podrían no estar familiarizados con la tecnología y sus implicaciones. Por otro lado, otros legisladores expresan preocupación por los conflictos de interés que podrían surgir si poseen activos digitales que están sujetos a regulación. La falta de inversión en criptomonedas entre los legisladores se puede interpretar como un reflejo de la percepción general entre los ciudadanos sobre la volatilidad y los riesgos asociados a estos activos. Mark Hays, analista de políticas en Americans for Financial Reform, argumenta que la baja inversión de los congresistas podría ser un espejo de la cautela que muchos estadounidenses sienten hacia las criptomonedas. Esta desconfianza se ha alimentado por incidentes de alto perfil en la industria, como el colapso de FTX, que ha planteado serias dudas sobre la estabilidad del mercado de criptomonedas.
A pesar de la falta de inversión directa, el apoyo legislativo hacia la industria de criptomonedas ha sido notable. En mayo de 2024, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley clave para la industria, que busca trasladar la supervisión de muchos activos digitales de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) a la Comisión de Comercio de Futuros de Commodities (CFTC), considerada más amigable con el sector. Sin embargo, la falta de acción en el Senado con respecto a este y otros proyectos de ley relacionados ha generado incertidumbre sobre el futuro regulatorio de las criptomonedas en el país. Desde el punto de vista de algunas voces escépticas, la falta de trading entre los legisladores puede ser una señal de que muchos siguen la estrategia de "haz lo que digo, no lo que hago". La senadora Elizabeth Warren ha sido una de las críticas más vocales en contra de la participación de los miembros del Congreso en el mercado de criptomonedas, argumentando que tener inversiones individuales puede llevar a conflictos de interés significativos cuando se trata de regular este sector.
Uno de los incidentes más destacados que ilustra las preocupaciones sobre la ética y la regulación en torno a las criptomonedas fue el caso de Madison Cawthorn y el “Let's Go Brandon” coin. Cawthorn, quien realizó una compra considerable de esta moneda meme y luego la promocionó, enfrentó sanciones del Comité de Ética de la Cámara de Representantes por no seguir las reglas de divulgación. Este tipo de controversias resalta la potencialidad del uso indebido de posiciones de poder en el ámbito político cuando se trata de activos tan volátiles y especulativos como las criptomonedas. La situación actual refleja una dualidad interesante en la relación entre el Congreso y la criptomoneda. Por un lado, hay un creciente reconocimiento de la importancia de la tecnología blockchain y su potencial para transformar varios sectores, pero por otro lado, existe una cautela palpable frente a los riesgos que esta nueva forma de activos puede conllevar.
La falta de inversión por parte de los legisladores, en contraste con su apoyo político, sugiere que la mayoría aún está intentando navegar en un terreno desconocido, con una mezcla de aprecio por la innovación y preocupación por las implicaciones de la regulación. Las voces a favor de la criptomoneda, como el senador Cruz y la senadora Cynthia Lummis, han hecho hincapié en la necesidad de una regulación adecuada que no asfixie la innovación. Lummis, en particular, ha argumentado que muchos en el Congreso podrían estar demasiado preocupados por las críticas que pueden recibir por poseer criptomonedas, lo que disuade a los legisladores de involucrarse en este sector. En este contexto, es evidente que la percepción pública y la presión mediática juegan un papel crucial en la toma de decisiones de inversión de los legisladores. Con el auge continuo de criptomonedas y tecnologías blockchain, la forma en que el Congreso aborda esta nueva frontera financiera probablemente tendrá repercusiones en la dirección futura del mercado y su regulación.