El Banco de Inglaterra (BoE) enfrenta una coyuntura económica crucial en la que se prevé un nuevo recorte en los tipos de interés. Esta medida responde a las crecientes preocupaciones sobre el impacto adverso que los aranceles impuestos por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, están generando en el escenario comercial internacional. Las tensiones comerciales entre las principales economías del mundo, en especial la pugna arancelaria entre EE.UU. y China, están afectando las cadenas de suministro globales y generando incertidumbre sobre el crecimiento económico, un fenómeno que el BoE monitorea con atención para ajustar su política monetaria de manera prudente y gradual.
El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, junto con su comité de política monetaria, han manifestado una postura cautelosa ante la situación, enfatizando la necesidad de manejar las tasas de interés con precaución. Desde agosto del año anterior, el BoE ha optado por un ritmo lento en la reducción de las tasas, con apenas tres recortes hasta la fecha. Esta aproximación conservadora contrasta con la política más agresiva aplicada por la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo, los cuales han ajustado sus tipos en un escenario de presiones inflacionarias más marcadas. A pesar de que la economía del Reino Unido no muestra un crecimiento robusto, sus proyecciones para el año son más optimistas en comparación con otras grandes economías europeas como Alemania y Francia. No obstante, el BoE reconoce que las amenazas derivadas del aumento en las barreras comerciales globales representan un riesgo considerable.
En particular, la guerra arancelaria liderada por Estados Unidos ha causado interrupciones en los flujos económicos y podría desacelerar la recuperación económica si no se contienen sus efectos. La Reserva Federal mantuvo recientemente su tasa de interés sin cambios, destacando un incremento en la incertidumbre económica y una peor perspectiva tanto para el empleo como para la inflación en Estados Unidos. Este contexto internacional añade presión al Banco de Inglaterra para ajustar su política de manera que respalde el crecimiento sin desatar presiones inflacionarias descontroladas. Se anticipa que el BoE anuncie un recorte de un cuarto de punto porcentual en su tasa clave en su próxima reunión, lo que acercaría el tipo base del 4.5% actual al 4.
25%. Los inversores están valorando incluso la posibilidad de que se produzcan hasta tres reducciones adicionales durante 2025, lo que podría situar la tasa de referencia en torno al 3.5% para finales del año. Sin embargo, la mayoría de los economistas consultados sugieren que el banco central mantendrá un ritmo trimestral en sus decisiones, proyectando una tasa en torno al 3.75% hacia finales de año.
Los analistas de BofA Global Research son más optimistas respecto a la política del BoE, anticipando hasta cuatro recortes durante el año y señalando que la inflación en el Reino Unido probablemente será más baja de lo previsto originalmente. Este menor nivel se atribuye en parte a la bajada en precios de las importaciones desde China, un efecto indirecto de las tensiones comerciales entre EE.UU. y China que ha limitado el acceso de productos chinos al mercado estadounidense, pero que ha permitido oportunamente que Reino Unido se beneficie de costos de importación más bajos. A pesar de estas previsiones, la postura oficial del Banco de Inglaterra se mantiene prudente, esperando consolidar señales más claras sobre el impacto inflacionario que puedan generar las disputas comerciales.
La experiencia muestra que los aranceles y las represalias pueden afectar negativamente el suministro de bienes y servicios, lo que a largo plazo podría alimentar presiones inflacionarias que obligarían a una política monetaria más restrictiva. Dani Stoilova, economista de BNP Paribas Europa, predice que las nuevas previsiones del BoE indicarán que la inflación regresará a su objetivo del 2% hacia finales de 2026, anticipando una recuperación más rápida de lo previsto inicialmente. Esta mejora se atribuye a la desaceleración de los precios, la moderación de la demanda interna y una leve recuperación del comercio internacional siempre que las tensiones arancelarias no escalen. Una particularidad del anuncio próximo del BoE será su ajuste de horario para no interferir con la conmemoración solemne del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, un detalle que refleja la sensibilidad institucional ante eventos históricos de gran relevancia. Los desafíos para el Banco de Inglaterra no terminan con la política monetaria.
El contexto político y económico mundial está marcado por una creciente volatilidad, donde las decisiones unilaterales e impredecibles, como las adoptadas durante la administración Trump, complican cualquier intento de estabilizar el crecimiento global mediante políticas económicas convencionales. El Reino Unido, en particular, con su economía orientada hacia el comercio internacional y los servicios financieros, debe manejar un delicado equilibrio para preservar su competitividad y controlar la inflación. El posible recorte de tasas también se interpreta como un intento del BoE de estimular la inversión y el consumo, elementos esenciales para sostener el crecimiento económico en un periodo de incertidumbre global. Un costo más bajo del crédito puede incentivar a empresas y hogares a incrementar su gasto y endeudamiento, ayudando a compensar el impacto negativo de la desaceleración económica internacional. En resumen, el Banco de Inglaterra se encuentra ante un escenario complejo marcado por el impacto de la guerra comercial iniciada con la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, que altera cadenas de suministro y provoca volatilidad en los mercados.
El organismo ha adoptado una postura mesurada y gradual en su política monetaria para contener la inflación sin sofocar el crecimiento. Sus próximas decisiones serán observadas de cerca por inversores y analistas que buscan señales sobre la dirección económica futura del Reino Unido y cómo se adaptará a estos desafíos globales. Mantener un equilibrio efectivo será fundamental para que la economía británica atraviese con éxito las turbulencias provocadas por el contexto internacional. La evolución de las tensiones comerciales y la respuesta del Banco de Inglaterra marcarán el ritmo económico durante el resto del año y anticiparán las dinámicas que predominarán en 2026.