En el año 1922, Irlanda emergió de un conflicto prolongado y sangriento hacia una nueva realidad política: el establecimiento del Estado Libre Irlandés. Este momento no solo representó un cambio en la estructura política de la isla, sino que también fue el resultado del sacrificio y la lucha de varias figuras clave que marcarían para siempre la historia de Irlanda. Desde líderes revolucionarios hasta políticos influyentes, el país se vio atravesado por una serie de eventos que culminarían en un conflicto interno, conocido como la Guerra Civil Irlandesa. Este artículo explora las vidas y contribuciones de algunos de esos personajes clave en la creación del nuevo Estado. Uno de los protagonistas más emblemáticos de esta era fue Michael Collins, cuyo nombre se asocia inevitablemente con la lucha por la independencia de Irlanda.
Nacido en 1890 en una familia agrícola, Collins se destacó como miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA) durante la Guerra de Independencia. Su valentía y liderazgo en el campo de batalla lo llevaron a convertirse en el ministro de Finanza del primer Dáil Éireann, el parlamento irlandés establecido tras la victoria electoral de 1918 de Sinn Féin, un partido nacionalista. En 1921, Collins formó parte de la delegación irlandesa que negociaría el Tratado Anglo-Irlandés en Londres. Aunque el tratado fue objeto de controversia, Collins lo defendió, afirmando que proporcionaba la "libertad para ganar libertad". Sin embargo, su firma en el tratado lo convirtió en un blanco para aquellos que se oponían a él, en especial a los militantes anti-tratado liderados por figuras como Éamon De Valera, quien creía que el texto comprometía la soberanía irlandesa.
El descubrimiento de estos conflictos internos llevó a un cisma profundo que resultaría en la Guerra Civil, donde Collins "firmó su propia sentencia de muerte", como él mismo profetizara. El 22 de agosto de 1922, Collins fue emboscado y asesinado en Béal na Bláth, un golpe devastador para el movimiento independentista irlandés. Éamon De Valera, un nombre que resuena en la historia de Irlanda, fue otro pilar fundamental en este periodo. Nacido en Nueva York en 1882 de padres irlandeses, De Valera regresó a Irlanda y se convirtió en un destacado líder en el levantamiento de Pascua de 1916. A diferencia de Collins, él se opuso firmemente al tratado de 1921, considerando que la independencia ofrecida no era suficiente y que la lucha debía continuar.
Después de la ratificación del tratado en el Dáil, donde él fue uno de los que se retiraron en protesta, De Valera se convirtió en el jefe de la oposición y terminó liderando las fuerzas anti-tratado durante la Guerra Civil. Su visión del futuro de Irlanda lo llevó a fundar el partido Fianna Fáil y, eventualmente, a convertirse en taoiseach en 1932. Bajo su liderazgo, se sentaron las bases para la transformación del Estado Libre Irlandés en una república. Por otro lado, Rory O'Connor fue un destacado militar que se opuso al tratado y, a su vez, fue uno de los principales líderes de los anti-tratados. Con un notable historial en la lucha por la independencia, O'Connor fue uno de los comandantes que ocuparon el Four Courts en Dublín en abril de 1922, un acto que desafió al gobierno provisional.
Esta ocupación marcó el comienzo del conflicto armado entre las fuerzas pro y anti-tratado. Su resistencia a la autoridad del nuevo gobierno terminó en su ejecución en diciembre de 1922, un trágico final que subraya las tensiones destructivas que la guerra estaba causando entre compañeros de lucha anterior. Richard Mulcahy también emerge como una figura relevante en la narrativa de 1922. Con un origen similar a O'Connor, Mulcahy fue un revolucionario decidido que se mantuvo firmemente en apoyo del tratado. En el papel de ministro de Defensa del gobierno provisional, fue responsable de la estrategia militar que llevó a la ejecución de muchos prisioneros anti-tratado, un acto que lo perseguiría moralmente a lo largo de su carrera política.
Aunque su participación en estas decisiones manchó su reputación, Mulcahy siguió siendo influyente en la política irlandesa como líder del partido Fine Gael y, eventualmente, participó en el gobierno en la década de 1940. Por último, WT Cosgrave fue un líder pragmático que tomó el timón del gobierno provisional tras la muerte de Collins. Un político experimentado, Cosgrave había estado involucrado en la política irlandesa desde el nacimiento de Sinn Féin. Como presidente del Consejo Ejecutivo del nuevo Estado Libre, fue fundamental en la reconstrucción de un país traumatizado por la guerra y en la creación de instituciones gubernamentales que sentarían las bases para la futura independencia de Irlanda. Su liderazgo durante la primera década del Estado Libre fue esencial para establecer una paz y estabilidad relativa, a pesar de la profunda división que había marcado a la nación.