Hace exactamente 30 años, el 5 de abril de 1987, el mundo del fútbol australiano fue testigo del debut de un jugador que dejaría una huella imborrable en la historia de la AFL: Simon Atkins, conocido por su apodo ‘El Hacha’. Aunque su primer encuentro no fue precisamente memorable para su equipo, los Bulldogs de Footscray, ya que perdieron contra el Sydney Swans por una abultada diferencia de 107 puntos, la actuación de Atkins fue notable por su propia cuenta. En un día en el que el resultado pudiera haber hecho que muchos se sintieran desalentados, el joven futbolista logró marcar 2.1 con solo tres posesiones, demostrando que estaba destinado a convertirse en una figura destacada en el deporte. A menudo se dice que los jugadores son juzgados por sus estadísticas, y en el caso de Atkins, estas comenzaron de manera modesta.
En su primer partido, cada uno de sus tres toques del balón fueron patadas, pero lo que realmente lo catapultó a la fama fue su habilidad excepcional para hacer entregas en el centro del campo, lo que más tarde le valdría el apodo de 'El Hacha'. Nacido en Wynyard, Tasmania, Atkins no tuvo un inicio fácil en la AFL. En su primera temporada, solo jugó tres partidos, y el año siguiente se quedó sin oportunidades. Sin embargo, la perseverancia y el compromiso de Atkins lo llevaron a ser seleccionado para jugar contra Carlton en la primera ronda de la temporada 1989. Fue en este nuevo comienzo donde realmente comenzó a brillar.
En esa temporada de 1989, Atkins no solo se estableció como un jugador clave para los Bulldogs, sino que también comenzó a obtener un reconocimiento individual. Jugó casi todos los partidos y promedió 23 posesiones por encuentro, un récord notable que le permitió convertirse en el corazón del mediocampo del equipo. Aunque había enfrentado altibajos al principio de su carrera, el trabajo duro y el talento innato de Atkins comenzaron a dar sus frutos, llevando a los Bulldogs a un nuevo nivel de competencia. El año 1990 fue un punto de inflexión para Atkins y el equipo. Con un nuevo entrenador, Terry Wheeler, los Bulldogs, que habían terminado cerca de la parte inferior de la tabla, se transformaron en un contendiente serio.
Atkins se convirtió en el jugador estrella, completando un total de 291 entregas. Esta cifra no solo fue la más alta de la liga, sino que también destacó su precisión y visión de juego. Sus entregas en el centro del campo ayudaron a los Bulldogs a salir de la sequía de victorias y a mostrar un juego más emocionante y competitivo. Era un espectáculo ver cómo 'El Hacha' deshacía a la defensa rival, entregando el balón donde más se necesitaba, a menudo generando jugadas de ataque que llevaban a su equipo a marcar puntos. La gran habilidad de Atkins para ejecutar entregas precisas y rápidas le permitió convertirse en un jugador fundamental en el esquema del equipo.
Su habilidad para jugar en situaciones de presión y ofrecer entregas decisivas se volvió crucial para el éxito del equipo en las temporadas siguientes. En 1992, los Bulldogs tuvieron una destacada actuación, alcanzando la ronda preliminar, y en 1994, fueron nuevamente contendientes en los playoffs, gracias en gran parte a la contribución de Atkins. A medida que su carrera avanzaba, Simon Atkins se convirtió en una figura icónica en la AFL, no solo por sus estadísticas impresionantes, sino también por su carácter y ética de trabajo. Con una impresionante carrera en la que acumuló 127 partidos con los Bulldogs, su legado en el club sigue vivo en la memoria de los aficionados. Aunque también jugó dos temporadas con Fitzroy y alcanzó 80 partidos en la VFL con Werribee, es en el corazón de los Bulldogs donde su impacto se siente con mayor fuerza.
En muchas ocasiones, el paso del tiempo puede desdibujar la memoria de un atleta, pero para los seguidores de la AFL que vieron jugar a Atkins, su estilo distintivo y su determinación continúan vivos. Recordar este momento 30 años después no solo es valorar su hazaña, sino también una reflexión sobre cómo un jugador puede cambiar el rumbo de un equipo y dejar un legado que perdura a lo largo del tiempo. Hoy, mientras celebramos el aniversario del debut de 'El Hacha', es importante rendir homenaje a los cientos de horas de entrenamiento, sacrificio y pasión que hay detrás de cada encuentro. El reconocimiento que recibe ahora es el resultado de una carrera forjada con el sudor y la dedicación, y su historia sirve de inspiración para las futuras generaciones de jugadores jóvenes que sueñan con dejar su marca en el fútbol australiano. En un deporte donde la competencia es feroz y el talento es indispensable, Simon Atkins demostró que no siempre se necesita un inicio perfecto para alcanzar la grandeza.