En un contexto global donde la competencia por la supremacía tecnológica se intensifica, la relación entre Estados Unidos y China en sectores disruptivos como la inteligencia artificial, el blockchain y las criptomonedas cobra un protagonismo sin precedentes. Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos, ha reiterado su apoyo ferviente a las criptomonedas, posicionándose firmemente para impedir que China tome el control de este innovador espacio. Sus recientes declaraciones subrayan la importancia estratégica que asigna al ecosistema crypto en la confrontación geoeconómica y tecnológica entre ambas potencias. Trump ha manifestado públicamente que es un defensor entusiasta de las criptomonedas debido a la amenaza que representa la posibilidad de que China las domine. En una entrevista realizada mientras regresaba a la Casa Blanca desde Palm Beach, Florida, enfatizó que el futuro del sector no solo depende de la innovación, sino también de quién ejerza influencia y control sobre él.
La inquietud nace del que Beijing avance aceleradamente en sus desarrollos tecnológicos, particularmente en su moneda digital estatal, el yuan digital, que podría conferirle una ventaja considerable en el ámbito financiero global. El crecimiento acelerado de las criptomonedas en la última década ha despertado tanto entusiasmo como desconfianza a nivel global. Para Trump, la importancia de estas tecnologías va más allá del mero aspecto financiero; son un terreno estratégico para consolidar la hegemonía de Estados Unidos y evitar que China use estas plataformas para ampliar su influencia internacional. Al destacar que el crypto «es algo totalmente nuevo que surgió hace no mucho», el ex mandatario subraya la rapidez con la que este ecosistema ha evolucionado y la necesidad imperiosa de intervenir para no perder la carrera. Dentro de su agenda, Trump ha impulsado iniciativas regulatorias que buscan fomentar un entorno más amigable para las criptomonedas en Estados Unidos.
Durante su administración, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) estableció un grupo de trabajo enfocado en reducir las barreras regulatorias que limitaban la expansión y adopción de activos digitales. Este esfuerzo refleja una visión pragmática basada en entender que la regulación flexible puede estimular la innovación y evitar el éxodo de proyectos blockchain a otros países con legislaciones más laxas. Una de las decisiones emblemáticas de Trump fue nombrar a David Sacks, ex director de operaciones de PayPal, como 'zar' de inteligencia artificial y criptomonedas en la Casa Blanca. Esta designación representa un compromiso claro para desarrollar un marco regulatorio coherente y comprensible, un reclamo antiguo dentro de la industria cripto. Al contar con un liderazgo experimentado y conocedor tanto del sector tecnológico como financiero, Estados Unidos intentó posicionarse como un actor principal en la regulación y promoción de tecnologías digitales disruptivas.
La inquietud ante el avance chino en la esfera digital también se justifica desde una perspectiva geopolítica. El yuan digital representa una herramienta de política monetaria con capacidad para vencer restricciones internacionales y sanciones financieras, lo que podría alterar sustancialmente el orden financiero global actual, regido en gran parte por el dólar estadounidense. Si China logra imponer su moneda digital como estándar global o regional, su papel dominante podría consolidarse más allá del comercio y la manufactura, extendiéndose a la influencia sobre flujos de capital y economía digital. Además, la amenaza que representa China no se limita al ámbito monetario. Su estrategia tecnológica incluye robustecer infraestructuras de inteligencia artificial, redes 5G y blockchain, lo que podría traducirse en ventajas competitivas significativas.
Trump ha criticado repetidamente el modelo chino por sus tácticas agresivas y por aprovechar recursos con poca ética empresarial, una percepción que justifica incluso más la necesidad de una respuesta firme para preservar la competitividad estadounidense. Por supuesto, el posicionamiento de Trump respecto a las criptomonedas ha generado un intenso debate. Sus posturas encuentran tanto partidarios que defienden la expansión cripto como una forma legítima de innovación disruptiva, como detractores que advierten riesgos asociados a la volatilidad, falta de regulación y posibles usos ilícitos. No obstante, la propuesta de fomentar un marco regulatorio claro y promover la adopción tecnológica ha contribuido a una perspectiva más pragmática en ciertos sectores políticos y empresariales. En síntesis, la postura de Donald Trump respecto a la esfera cripto refleja una estrategia multifacética que combina apoyo a la innovación tecnológica con el objetivo explícito de limitar la expansión e influencia china.