La inflación en Hungría ha mostrado signos alentadores en los últimos meses, con una notable disminución en su tasa, alcanzando el 3.0% en septiembre de 2024. Este es el nivel más bajo desde enero de 2021, un dato que refleja una estabilización en la economía del país y una corrección de los precios que había afectado a los consumidores húngaros en años recientes. La noticia, anunciada por la Oficina Central de Estadísticas de Hungría, se recibe con optimismo tanto a nivel gubernamental como económico, dado que se sitúa en la meta establecida por el banco central. La inflación, que había sido un tema de constante preocupación para los húngaros y los analistas económicos, había ido en aumento en meses anteriores.
En agosto de 2024, la tasa se había situado en un 3.4%, lo que generó temores sobre la posibilidad de que el país no pudiera controlar el incremento de los precios. Sin embargo, la bajada en septiembre ha aliviado algo de esa presión, superando incluso las expectativas de los economistas que anticipaban una desaceleración menor, hasta un 3.1%. Uno de los factores más destacados en este descenso es el significativo cambio en los precios de la energía.
Los costos de los servicios públicos han disminuido drásticamente, con una reducción del 5.0% en comparación con el mes anterior, gracias a la caída en los precios del gas natural y de la electricidad. Este hecho ha tenido un impacto directo en el bolsillo de los ciudadanos, ya que la energía representa una parte considerable de los gastos mensuales de los hogares. Sin embargo, no todos los aspectos del informe son completamente positivos. La inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y la energía, ha experimentado un aumento, alcanzando el 4.
8% en septiembre, frente al 4.6% de agosto. Esto sugiere que, a pesar de la mejora en los precios de ciertos bienes, todavía existen presiones inflacionarias en otros sectores de la economía. La tasa de inflación de los alimentos, por ejemplo, se incrementó al 3.7%, comparado con el 2.
4% en agosto, lo que podría seguir afectando a las familias húngaras. Desde un punto de vista macroeconómico, la reducción de la inflación hasta el objetivo del banco central húngaro de 3.0% es un paso crucial para la recuperación económica del país. La estabilidad de precios es fundamental para fomentar la inversión y el consumo, los dos pilares que sostienen el crecimiento económico. En un contexto global donde la inflación ha sido un fenómeno común debido a diversas crisis y tensiones, desde la pandemia de COVID-19 hasta los conflictos geopolíticos, este logro húngaro puede servir como un modelo para otras economías en la región.
El contexto político y económico en Hungría también ha influido en la percepción de la inflación y en las medidas adoptadas por el gobierno. En los últimos años, el país ha enfrentado críticas tanto internas como externas sobre su gestión económica y su enfoque hacia la política monetaria. Sin embargo, con este descenso en la inflación, el gobierno puede buscar legitimarse ante sus críticos, argumentando que ha tomado las decisiones correctas para guiar a la nación hacia una recuperación estable. Los analistas también observan que esta tendencia puede reforzar la confianza de los consumidores y aliviar el nerviosismo que ha predominado en la economía local. A medida que los precios se estabilizan, los húngaros pueden estar más dispuestos a gastar, lo que a su vez tendría un efecto multiplicador en el crecimiento económico.
La política fiscal también jugará un papel importante en este proceso, ya que el gobierno deberá equilibrar el gasto público y la inversión en infraestructura con la necesidad de mantener la inflación bajo control. En cuanto a las respuestas de los mercados financieros, la noticia ha sido recibida con alivio. La caída en la inflación podría influir en las decisiones de política monetaria del Banco Nacional de Hungría. Una inflación más baja podría permitir al banco central considerar reducciones en las tasas de interés, lo que estimularía aún más el gasto y la inversión. No obstante, los economistas advierten que es fundamental continuar monitoreando la inflación subyacente y otros indicadores económicos antes de tomar decisiones significativas.
La cuestión de la inflación es particularmente relevante en un contexto donde las repercusiones de la inflación global continúan sintiéndose en las economías locales. Los precios de los alimentos, en especial, han sido un tema de debate no solo en Hungría, sino en muchos otros países de Europa y del mundo, donde la inseguridad alimentaria se ha incrementado. Las políticas adoptadas por el gobierno húngaro en este sentido podrían ser clave para mitigar el impacto en las familias vulnerables y ofrecer soluciones a largo plazo. De cara al futuro, será vital para Hungría mantener esta tendencia a la baja en la inflación y abordar las raíces de los aumentos en los precios. La sostenibilidad del crecimiento económico dependerá de un enfoque equilibrado que contemple tanto la estabilidad de precios como el crecimiento.