La inteligencia artificial ha avanzado a pasos agigantados durante los últimos años, revolucionando múltiples sectores y transformando la forma en que accedemos a la información. ChatGPT, uno de los modelos más populares de lenguaje natural desarrollados por OpenAI, ha demostrado ser una herramienta útil para responder preguntas, generar textos creativos y asistir en diversas tareas cotidianas y profesionales. Sin embargo, a pesar de su aparente solvencia, hay áreas específicas donde sus limitaciones se vuelven evidentes. Una de estas áreas es la geografía, una ciencia compleja que abarca estudios del espacio, el territorio, las interacciones humanas con el entorno y el análisis espacial a nivel profundo. En este contexto, afirmar que ChatGPT podría obtener un doctorado en geografía resulta, en la actualidad, una afirmación extremadamente lejana a la realidad.
Uno de los principales problemas que enfrenta ChatGPT en geografía es su dificultad para manejar datos espaciales de manera precisa y coherente. Los mapas, los gráficos geográficos y las representaciones visuales son elementos fundamentales en esta disciplina. En pruebas recientes, se ha evidenciado que el modelo, aunque puede generar representaciones básicas o informes descriptivos, comete errores significativos al intentar representar datos geográficos complejos o al relacionar variables espaciales con información socioeconómica, como ingresos medios o la ubicación de puertos principales. Estos errores no solo afectan la calidad de la respuesta, sino que demuestran una falta de un entendimiento real sobre la interrelación entre los datos y el territorio. Otra limitación crítica es la capacidad reducida de ChatGPT para el razonamiento formal y el análisis riguroso que exige un estudio avanzado de geografía.
Obtener un doctorado implica mucho más que reproducir datos o información conocida: requiere análisis críticos, síntesis de diversas fuentes, formulación de hipótesis y elaboración de argumentos científicos originales. La inteligencia artificial basada en modelos de lenguaje, aunque puede emular redacción humana, carece todavía de la habilidad para comprender a profundidad las complejidades multidimensionales que plantea una tesis doctoral en geografía, incluyendo la interpretación de fenómenos físicos, sociales y ambientales conectados a escalas espaciales variables. Además, el procesamiento de información actual de ChatGPT depende en gran parte de datos incorporados durante su entrenamiento, los cuales pueden estar desactualizados o incompletos respecto a las dinámicas cambiantes del mundo real. En geografía, donde la información puede ser sumamente específica y fluctuante —como cambios en límites territoriales, evolución demográfica o desarrollo urbano—, esta dependencia se traduce en respuestas que pueden no reflejar el estado actual del conocimiento o la realidad. Esto limita la capacidad de ChatGPT para ofrecer análisis novedosos o para adaptar sus respuestas a contextos específicos que demandan un entendimiento actualizado y preciso.
Un aspecto adicional es la dificultad para interpretar fuentes cartográficas o estadísticas originales sin errores. La generación de mapas o diagramas a partir de datos complejos ha resultado en múltiples inconsistencias, según las observaciones de expertos que han solicitado a ChatGPT tareas específicas de representación espacial. La variabilidad en los resultados —en donde ciertos estados o regiones aparecen destacados en unos mapas y desaparecen en otros sin justificación coherente— sugiere una inestabilidad en la gestión de la información y una incapacidad para sostener criterios claros y consistentes. Es importante destacar que la geografía abarca tanto ciencias naturales como sociales, implicando un análisis interdisciplinario donde los métodos cuantitativos y cualitativos se complementan. La comprensión del territorio, las dinámicas de población, los procesos ambientales y las relaciones económicas requieren un enfoque holístico y crítico que pocas veces puede ser alcanzado por un modelo de lenguaje entrenado principalmente en correlaciones estadísticas de texto.
La inteligencia artificial no posee la experiencia vivida ni la intuición científica que un investigador humano desarrolla con años de estudio, campo y reflexión. El problema de la precisión y la fiabilidad en geografía tiene además una dimensión ética y práctica relevante. Cuando se usan modelos de inteligencia artificial para apoyar decisiones relacionadas con planificación territorial, gestión ambiental o políticas públicas, el riesgo de errores puede generar consecuencias importantes. La confianza en un sistema que puede producir información inconsistente o errada podría provocar desde malas interpretaciones hasta decisiones equivocadas que afectan comunidades enteras. Por esta razón, la comunidad científica insiste en que, por más útiles que sean estas herramientas, se requiera siempre un control riguroso y supervisión humana especializada.
En el ámbito académico, obtener un doctorado requiere además una contribución original al conocimiento. Esto significa que el aspirante debe diseñar y ejecutar investigaciones propias, analizar datos con rigor y presentar conclusiones fundamentadas que amplíen la comprensión del campo. Actualmente, ChatGPT no tiene la capacidad de generar investigaciones autónomas, ni puede diseñar experimentos o estudios de campo, ni interpretar datos inéditos con originalidad. Su función se limita a generar texto basado en patrones aprendidos, sin la capacidad de crítica o innovación que demanda la academia avanzada. Por lo tanto, aunque ChatGPT puede ser un aliado valioso para estudiantes y profesionales en geografía a la hora de clarificar conceptos, explicar teorías o generar ideas preliminares, su desempeño muestra limitaciones claras cuando se le exige un nivel profundo de análisis, precisión en datos espaciales o razonamiento formal.
Esto implica que, en el presente, el uso de ChatGPT como herramienta única o para tareas complejas de investigación geográfica es inviable. Las investigaciones y las herramientas tecnológicas que combinan inteligencia artificial con métodos simbólicos o lógicos, como propone la neurosimbólica, podrían en el futuro mejorar estas deficiencias. Sin embargo, aún queda un largo camino hasta lograr un sistema con verdadera comprensión y capacidad analítica a nivel doctoral. La geografía, por su naturaleza interdisciplinaria y compleja, seguirá siendo un campo en el que la inteligencia humana y la experiencia directa juegan un papel insustituible, al menos por ahora. En resumen, aunque ChatGPT es un avance impresionante en procesamiento de lenguaje natural, sus limitaciones en la manipulación precisa de datos espaciales, razonamiento crítico y capacidad investigativa profundizan la distancia entre sus capacidades actuales y las exigencias que supone obtener un doctorado en geografía.
La rigurosidad, el pensamiento crítico y la creatividad, junto con un conocimiento actualizado y contextualizado, siguen siendo dominio exclusivo de los seres humanos, especialmente en disciplinas tan ricas y complejas como la geografía.