El futuro del euro digital está en pleno debate dentro del Parlamento Europeo. A medida que las discusiones sobre su legislación avanzan, surgen voces críticas y propuestas innovadoras, planteando una pregunta fundamental: ¿vale la pena seguir adelante con el euro digital en su forma actual, o sería más beneficioso rediseñarlo utilizando la tecnología blockchain? Durante una reciente reunión del Parlamento Europeo, el eurodiputado de la derecha holandesa, Michiel Hoogeveen, propuso un cambio radical: eliminar por completo la propuesta del euro digital. Su argumento se basa en la percepción de que, en la actualidad, no hay un valor añadido claro para esta moneda digital en el mercado, dado que los sistemas de pago digitales actuales funcionan de manera efectiva. Esta crítica refleja el escepticismo creciente respecto a la necesidad de una moneda digital emitida por un banco central en un entorno donde los pagos digitales ya están dominados por agentes no europeos, como Visa y Mastercard. Sin embargo, la propuesta de Hoogeveen no se limita a la eliminación del euro digital.
También ha sugerido que, si se decide continuar con el proyecto, este debería ser construido sobre una infraestructura de blockchain. Según él, el uso de tecnología de contabilidad distribuida (DLT, por sus siglas en inglés) podría proporcionar un enfoque más innovador y valioso para los negocios y consumidores europeos. “Para ser verdaderamente innovador y aportar valor a las empresas y consumidores europeos, el euro digital podría ser construido sobre blockchain”, comentó Hoogeveen durante la misma reunión. La idea de utilizar la blockchain para el euro digital no es exclusiva de un solo legislador. Varios miembros del Parlamento Europeo han comenzado a presentar enmiendas que abogan por esta dirección.
La Asociación del Euro Digital, a través de su presidente, Jonas Gross, ha señalado que la implementación de contratos inteligentes permitiría crear pagos condicionales en euros digitales, aprovechando así las ventajas de la DLT, como la automatización y la creación de nuevos casos de uso. Esta posición a favor de la blockchain resalta un cambio en la narrativa acerca de cómo debería estructurarse el euro digital. En lugar de ser solo una versión digital del efectivo, podría convertirse en un ecosistema de pagos más dinámico que integraría tecnologías modernas para abordar las necesidades del mercado actual. Por ejemplo, la posibilidad de que los pagos condicionales se realicen utilizando euros digitales podría transformar cómo funcionan distintas industrias, desde el comercio hasta la logística. Mientras tanto, el Banco Central Europeo (BCE) ha intensificado sus esfuerzos para avanzar con el proyecto del euro digital, buscando socios privados para contribuir al desarrollo de esta moneda, con contratos que ascenderían a más de mil millones de euros.
Sin embargo, todos estos contratos están a la espera de que se complete la legislación correspondiente, que se ha vuelto mucho más compleja debido a las discusiones en curso sobre cómo debería estructurarse la moneda. Algunos legisladores, como Markus Ferber de Alemania, sugieren que, después de dos años de que la legislación entre en vigor, la Comisión Europea debería evaluar la posibilidad de tokenizar el euro digital y su utilidad para aplicaciones de DLT. Esto indica un claro interés en explorar cómo la tecnología puede integrarse estrechamente con las iniciativas monetarias europeas. A medida que el Parlamento trabaja en la legislación, la presión por innovar es palpable. El euro digital no solo se enfrenta a críticas sobre su necesidad, sino que también está en el centro de una discusión más amplia sobre la soberanía financiera europea.
Los defensores argumentan que el euro digital podría ayudar a recuperar el control sobre los pagos, que actualmente están dominados por actores no europeos, manteniendo así la relevancia del sistema financiero europeo en un mundo digitalizado. La llegada del euro digital, en caso de que se formalice, no solo significaría una adaptación de la moneda a la era digital, sino también una oportunidad para la creación de un marco que incorpore la tecnología blockchain. De este modo, el BCE podría abrir la puerta a la posibilidad de emitir euros digitales en blockchains públicas, como Ethereum, donde hoy en día operan muchos activos digitales y estables. Si bien el BCE ha estado experimentando con la DLT, todavía no se ha comprometido a usarla para emitir dinero de banco central de una manera más accesible y abierta. Esta decisión dependerá en gran medida de las negociaciones entre las diversas partes interesadas en el Parlamento Europeo y de cómo el BCE responda a estas sugerencias.
La falta de un consenso claro sobre el euro digital refleja el desafío que enfrenta Europa en este ámbito. Mientras algunos legisladores ven en la tecnología blockchain una oportunidad para modernizar y hacer más eficientes los sistemas de pago, otros permanecen escépticos sobre el valor que realmente traería una moneda digital adicional a un sistema que ya ofrece soluciones efectivas. Con una fecha límite pronta para que el Parlamento vote sobre la legislación del euro digital, las negociaciones están en una especie de punto crítico. Todo indica que, independientemente de si se aprueba o no el euro digital, la discusión sobre su diseño y la integración de la tecnología blockchain continuará. Los legisladores están buscando un equilibrio entre la innovación necesaria para atraer a un público más joven y adaptado a las nuevas tecnologías, al mismo tiempo que aseguran la estabilidad y la confianza en una moneda que representará a uno de los bloques económicos más grandes del mundo.
En conclusión, el futuro del euro digital y su potencial construcción sobre la blockchain están en juego, y la resolución de estas cuestiones podría tener implicaciones constitucionales para la próxima generación de sistemas de pagos europeos. A medida que se acerca la votación y las discusiones continúan, el destino del euro digital y la adopción de la blockchain se posicionan como temas clave que definirán la dirección del sistema monetario europeo en el siglo XXI.