En un giro inesperado en el mundo de las criptomonedas, Bután ha emergido como un jugador clave en el mercado de Bitcoin, superando a El Salvador como el mayor poseedor de esta criptomoneda en Asia del Sur. Según el análisis de Arkham Intelligence, un influyente plataforma de análisis de datos en la blockchain, Bután ahora posee 13,029 Bitcoins, que se valoran en aproximadamente 758 millones de dólares. Esta noticia ha llamado la atención de inversores y entusiastas de las criptomonedas, al tiempo que plantea preguntas sobre el futuro de la minería y el uso de divisas digitales en la región. La transformación de Bután en un importante poseedor de Bitcoin se debe en gran medida a su inversión en minería de criptomonedas, utilizando su rica fuente de energía hidroeléctrica. La participación de la inversión estatal en el sector ha sido fundamental, con Druk Holdings and Investments (DHI), el brazo de inversión del reino, liderando la carga en la minería de Bitcoin.
Desde que comenzó a minar Bitcoin en abril de 2019, Bután ha logrado acumular una cantidad significativa de esta criptomoneda, a diferencia de El Salvador, que comenzó a comprar Bitcoins en septiembre de 2021, cuando el precio era mucho más alto, alrededor de 51,700 dólares. El impacto económico de estas inversiones es notable, especialmente considerando que se espera que el producto interno bruto (PIB) de Bután alcance los 3 mil millones de dólares a finales de 2024. Esto significa que su reserva de Bitcoin representa aproximadamente una cuarta parte de su PIB. Comparativamente, El Salvador posee 5,875 Bitcoins, que valen alrededor de 331 millones de dólares. La ventaja de Bután en términos de volumen de Bitcoin es, por lo tanto, significativa y plantea un interesante dilema sobre cómo los países están adoptando las criptomonedas en sus economías.
La minería de Bitcoin en Bután ha sido más que una simple iniciativa comercial; ha sido una respuesta estratégica a los desafíos económicos recientes, especialmente a los que impuso la pandemia de COVID-19. La reestructuración económica y el deseo de diversificar sus fuentes de ingresos llevaron a los funcionarios butaneses a explorar la minería de criptomonedas. A lo largo de 2021 y 2022, se observó un aumento notable en el uso de energía, así como un incremento en las importaciones de chips necesarios para la minería. Un aspecto fascinante de la operación de minería de Bután es su ubicación. La mayor instalación minera del país se encuentra en el sitio de un proyecto gubernamental fallido conocido como "Education City", que aspiraba a establecer un centro internacional de educación.
Debido a escándalos y problemas de gestión, el proyecto fue abandonado. Sin embargo, lo que comenzó como un fracasado sueño académico ahora se ha convertido en una de las mineras de Bitcoin más prominentes, respaldada por transformadores y líneas eléctricas que traicionan la actividad oculta detrás del terreno montañoso. A medida que Bután se consolida como líder en la minería de Bitcoin, ha llamado la atención con su asociación con la empresa de minería de Bitcoin de Singapur, Bitdeer, para expandir sus operaciones hasta 600 megavatios para mediados de 2025. Esta asociación es un claro indicativo de la intención de Bután de convertirse en un centro de criptomonedas en la región. La diversificación también es parte de la estrategia, ya que DHI no solo se enfoca en Bitcoin; también ha invertido en otras criptomonedas, acumulando 656 ETH (Ethereum) y pequeñas cantidades de BNB y Polygon.
En contraste, El Salvador, que se hizo famoso por ser el primer país en adoptar Bitcoin como moneda de curso legal en 2021, ha enfrentado críticas sobre su enfoque. Si bien ha estado minando con energía geotérmica de sus volcanes, su cantidad de Bitcoin queda corta en comparación con lo que ha logrado Bután. El enfoque de Bután en la energía hidroeléctrica renovable presenta un modelo más sostenible que podría ser un factor determinante en la creciente importancia de este pequeño reino en el panorama de las criptomonedas. El reconocimiento de los activos de Bitcoin por parte de Arkham ha dado un impulso adicional a los esfuerzos de Bután para establecerse como un líder en este nuevo ámbito financiero. La visibilidad en el mercado y la legitimación de sus activos de criptomonedas son fundamentales para atraer nuevos inversores y fomentar un entorno de confianza en el desarrollo de la economía digital del país.
A pesar de su éxito, la administración de DHI ha mantenido un perfil relativamente bajo en cuanto a detalles sobre las operaciones mineras y sus ingresos. Sin embargo, la creciente actividad en el sector de las criptomonedas indica que Bután tiene grandes ambiciones. La combinación de una infraestructura energética robusta, políticas gubernamentales proactivas y una voluntad de abrazar lo digital son elementos que posicionan al país como un jugador formidable en el espacio de las criptomonedas de Asia. La historia de Bután y su ascenso en el mundo de Bitcoin no solo es un relato de éxito en la minería de criptomonedas, sino también una historia de adaptación y resiliencia. En un contexto donde muchas economías aún están lidiando con los efectos colaterales de la pandemia, Bután ha encontrado una forma innovadora de generar ingresos y diversificar su economía utilizando recursos naturales.
Además, este incremento en las reservas de Bitcoin está reconfigurando las dinámicas de poder y economía en la región de Asia del Sur. Mientras El Salvador se enfocaba en la adopción de Bitcoin a nivel de consumidor y comercio, Bután ha entendido el valor de la minería como una estratégica económica. Esto podría servir como un modelo a seguir para otros países, que buscan alternativas económicas sustentables en un mundo cada vez más digitalizado. El futuro de las criptomonedas en Bután y su papel como líder en Asia del Sur dependerá del manejo que le den a su creciente fortuna digital, así como de la regulación y el marco legal que puedan establecer para asegurar que la innovación no comprometa su entorno social y ecológico. En este sentido, el reino budista tendrá que equilibrar su avance en la economía digital con la preservación de su cultura y valores.
Con el tiempo, la historia de Bután puede inspirar no solo a otros países en desarrollo, sino también a naciones ya establecidas, a reconsiderar su enfoque hacia las criptomonedas y cómo pueden contribuir a un futuro económico más sostenible y diversificado. La visión de un Bután digital no es solo posible, sino que ya está en marcha.