El auge de las criptomonedas, que ha capturado la imaginación de inversores y tecnólogos por igual, también ha atraído la atención de estafadores y criminales. Un reciente informe del FBI ha puesto de relieve esta problemática, revelando que los estadounidenses perdieron la asombrosa cifra de 5.6 mil millones de dólares en estafas relacionadas con criptomonedas solo en el último año. Esta cifra representa un incremento del 45% en comparación con el año anterior, dejando a muchos en estado de shock ante la voracidad de estas actividades fraudulentas. La naturaleza descentralizada y la rapidez de las transacciones en criptomonedas las convierten en un terreno fértil para los estafadores.
Según el informe, aunque las quejas relacionadas con criptomonedas constituían aproximadamente el 10% del total de quejas de fraude financiero, las pérdidas asociadas representaron casi el 50% del total de las pérdidas en todas las categorías de fraude. Esto indica no solo la magnitud del problema, sino también la eficacia de las técnicas utilizadas por los estafadores. El FBI recibió cerca de 70,000 denuncias de víctimas que fueron engañadas a través de plataformas como Bitcoin, Ether y otras monedas digitales. Un estilo de estafa que ha ganado notoriedad es el fraude de inversión, que acumuló casi 4 mil millones de dólares de las pérdidas. Estos fraudes a menudo involucran un enfoque sutil, donde los estafadores crean una relación de confianza con las víctimas antes de hacer su jugada.
Esto muchas veces comienza como una interacción en aplicaciones de citas o redes sociales, donde los estafadores logran ganarse la confianza de sus víctimas en un período que puede variar de semanas a meses. Una vez establecida esta relación, los estafadores presentan oportunidades de inversión que parecen irresistibles, prometiendo retornos masivos con riesgos mínimos. Sin embargo, el proceso de inversión se lleva a cabo en sitios web y aplicaciones fraudulentas que imitan plataformas legítimas. A menudo, los estafadores permiten a las víctimas retirar pequeñas cantidades de su inversión inicialmente para hacer que la experiencia parezca auténtica. Esta táctica sirve para convencer a las víctimas de que están tomando decisiones financieras acertadas.
Pero, eventualmente, la mayor parte, si no es que toda, la inversión de la víctima es robada sin posibilidad de recuperación. Un aspecto desalentador de estas estafas es la repugnante técnica de "recuperación" que muchos estafadores emplean. Después de robar el dinero, los delincuentes a menudo intentan estafar a las víctimas nuevamente ofreciéndoles servicios de recuperación falsos, alegando que pueden ayudarles a recuperar sus fondos perdidos. Esta táctica solo añade la herida a la traición, profundizando la desesperación de las víctimas que ya se sienten vulnerables y traicionadas. El director del equipo de fraudes del FBI, Michael Nordwall, destacó que la combinación de la naturaleza descentralizada de las criptomonedas, la velocidad de las transacciones irreversibles y la capacidad de transferir valor a nivel mundial hacen que las criptomonedas sean un medio atractivo para los criminales.
Al mismo tiempo, presentan desafíos significativos para la recuperación de fondos robados. Una vez que el dinero es enviado, a menudo se transfiere rápidamente a cuentas en el extranjero, lo que complica aún más la posibilidad de una recuperación exitosa. Es importante señalar que las víctimas de estas estafas abarcan una variedad de grupos demográficos. Sin embargo, las personas mayores, específicamente aquellos mayores de 60 años, parecen ser las más afectadas. Este grupo reportó pérdidas que suman 1.
24 mil millones de dólares, lo que plantea la pregunta de si los estafadores están apuntando deliberadamente a los estadounidenses mayores o si simplemente son más propensos a reportar estos crímenes. La prevención de tales fraudes debe ser una prioridad tanto para el público como para las agencias gubernamentales. El FBI advierte a los ciudadanos que deben estar especialmente atentos a cualquier oportunidad de inversión en criptomonedas que provenga de fuentes no solicitadas o desconocidas. Si una oferta parece demasiado buena para ser cierta, lo más probable es que lo sea. La confianza no debe depositarse en personas que no se han conocido en persona, especialmente cuando se trata de cuestiones financieras.
La capacidad de utilizar criptomonedas como un equivalente digital de efectivo presenta un riesgo inherente. Una vez que esos fondos son transferidos, recuperarlos se convierte en una tarea casi imposible. Los estafadores a menudo crean un escenario donde se sienten imposibles de rastrear, lo que deja a las víctimas con poco más que la amarga experiencia de haber sido engañadas. A medida que el panorama de las criptomonedas continúa evolucionando, es crucial que tanto los reguladores como los consumidores estén al tanto de las estrategias que están utilizando los estafadores. Con el crecimiento del interés en las criptomonedas, también surge la necesidad de una mayor educación sobre los riesgos y las maneras de protegerse contra el fraude.