El creciente ecosistema de criptomonedas en Estados Unidos enfrenta uno de sus mayores desafíos regulatorios en la actualidad. La comisionada de la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC), Hester Peirce, ha comparado la experiencia que viven las firmas financieras que operan con criptoactivos con jugar al conocido juego infantil “el piso es lava”, pero con una gran diferencia: se juega a oscuras, sin luces que guíen el camino. Esta metáfora ilustra perfectamente la complicada realidad que tienen que atravesar los actores de la industria para cumplir con regulaciones poco claras y en constante cambio mientras intentan operar con criptoactivos.
En un entorno tan incierto, las empresas enfrentan múltiples riesgos legales y dificultades operativas que pueden limitar no solo su participación en el mercado, sino también la innovación y adopción generalizada de tecnologías blockchain y activos digitales. Hester Peirce, conocida popularmente como “la comisionada cripto”, ha sido una defensora consistente de la necesidad de una regulación más clara y accesible para el ecosistema digital. Durante su intervención en la mesa redonda sobre “Conozca a su Custodio” organizada por la SEC el pasado 25 de abril, profundizó en esta analogía con el juego, explicando cómo las firmas registradas ante la SEC deben saltar entre diversos espacios regulatorios deficientemente iluminados, tratando de evitar cualquier contacto directo con los criptoactivos, considerados como el “lava” en el juego, pues tocarlos podría significar violar regulaciones y exponerse a sanciones. Esta situación se vuelve especialmente problemática en lo que respecta a la custodia de activos digitales. Para interactuar con criptomonedas sin “tocar el lava”, estas entidades han tenido que desarrollar soluciones legales y tecnológicas que minimicen la posesión directa o deleguen la custodia a terceros, generando un entorno complejo y lejano de la simplicidad con la que se manejan otros activos financieros tradicionales.
Un punto delicado que observa Peirce es la falta de claridad sobre qué activos digitales califican como valores y, por ende, qué normativas aplican. La ambigüedad de esta regulación afecta a asesores de inversión, brokers y plataformas de trading que deben decidir si ciertas actividades como el staking o la participación en votaciones de gobernanza constituyen una violación en materia de custodia según las reglas establecidas por la SEC. La ausencia de definiciones claras provoca un ambiente de incertidumbre legal, que podría frenar la participación de grandes actores institucionales en el mercado cripto, limitando la liquidez y desarrollo de ecosistemas de activos digitales robustos. Además, la comisionada resaltó que el problema no es exclusivo de las reglas de custodia, sino que representa un reto integral para los reguladores y participantes del mercado. La falta de una guía precisa genera una especie de “juego político y regulatorio” que muchas veces opera en opacidad, incrementando el riesgo de que actores mal intencionados puedan aprovechar estas grietas para actividades ilícitas.
En línea con Peirce, el comisionado Mark Uyeda subrayó en el mismo evento la importancia crítica para el desarrollo del mercado cripto de que los asesores e instituciones registradas ante la SEC tengan acceso a opciones de custodia que cumplan con los requisitos legales y regulatorios. Propuso que se considerara la autorización para que las compañías estatales limitadas de fideicomiso (“state-chartered limited-purpose trust companies”) pudieran fungir como custodios calificados para activos digitales. Esta propuesta apunta a ofrecer una solución regulatoria que permita una custodia segura, confiable y supervisada, esencial para garantizar la confianza de inversionistas institucionales y minoristas. Por otro lado, el recién juramentado presidente de la SEC, Paul Atkins, mostró una visión esperanzadora respecto al futuro de la regulación cripto. Atkins apuesta por los “enormes beneficios” que podrían brindar las tecnologías blockchain en eficiencia operativa, mitigación de riesgos, transparencia y reducción de costos.
Subrayó su compromiso en promover un marco regulatorio claro y “racional, adecuado y diseñado para el propósito” que permita el crecimiento controlado y responsable del mercado de activos digitales. Con una referencia implícita a las políticas aplicadas durante la gestión de su predecesor Gary Gensler, Atkins reconoció que las incertidumbres regulatorias han sido una fuente principal de problemas para el sector cripto. Su enfoque apunta a desplegar reglas claras que beneficien tanto a los participantes del mercado como a la protección de los consumidores. Este cambio de rumbo podría representar una oportunidad para que Estados Unidos solidifique su posición como líder en innovación y adopción temprano de finanzas digitales, evitando la fuga de talento e inversión hacia jurisdicciones más flexibles o abiertas. El regulador busca dar paso a una normativa que no solo establezca control y supervisión estricta, sino que también estimule la innovación y simplifique la operativa para las empresas.
En este sentido, la analogía con el juego “el piso es lava” sin luces también refleja un llamado urgente para “encender las luces” y construir “puentes” que permitan a las firmas financieras moverse con seguridad en el terreno cripto. La claridad regulatoria es esencial para superar este desafío, ya que sin ella, el juego de saltos y precauciones extremas persistirá, dejando a muchas empresas paralizadas o fuera del ecosistema. Más allá del juego de palabras y metáforas, esta situación plantea preguntas fundamentales sobre cómo debe ser la regulación cripto en un mundo que exige innovación pero también seguridad y cumplimiento. El equilibrio entre protección del consumidor, prevención de actividades ilícitas y fomento de la innovación tecnológica es difícil, pero indispensable. En el contexto internacional, otras jurisdicciones han avanzado en definir marcos regulatorios más flexibles y adaptados, buscando captar inversiones y desarrollos tecnológicos que Estados Unidos podría perder si no agiliza el proceso.
Por ejemplo, países como Suiza, Singapur o incluso la Unión Europea a través del Reglamento MiCA, han sentado bases claras para la supervisión y manejo de activos digitales. En Estados Unidos, la falta de consenso y armonización entre agencias regulatorias, como la SEC, la CFTC y el Tesoro, añade un nivel adicional de complejidad para los participantes del mercado. La convergencia de reglas y definiciones sería un paso clave para crear ese ambiente con “luces” que Peirce reclama con urgencia. Además, la educación y experiencia de los reguladores respecto a esta tecnología emergente es vital para lograr soluciones pragmáticas que respondan a las verdaderas necesidades del mercado. El sector privado también juega un rol importante en la definición y adopción de estándares mejores para la custodia, auditoría y transparencia.
En resumen, la regulación estadounidense de criptomonedas se encuentra en una encrucijada crítica. Mientras las autoridades reconocen la necesidad de avanzar hacia normas claras y accesibles, el mercado opera hoy en día en un ambiente donde cada movimiento debe calcularse con cautela por la incertidumbre reinante. El llamado de Hester Peirce a “encender las luces” no solo es un mensaje para los reguladores sino para todos los actores que desean aterrizar y desarrollar un mercado cripto sólido, innovador y seguro en Estados Unidos. La construcción de un marco regulatorio con base en la transparencia, claridad y flexibilidad será determinante para que el país continúe siendo un líder en tecnología financiera y no pierda terreno frente a otros ecosistemas globales en rápida evolución.