Título: ¿Qué pasaría si las criptomonedas no funcionan para que Rusia eluda las sanciones? Desde la imposición de sanciones internacionales tras la invasión de Ucrania, Rusia ha buscado nuevas formas de eludir las restricciones económicas que amenazan su economía. Uno de los caminos más discutidos ha sido el uso de criptomonedas, que se presentan como una alternativa para facilitar el comercio y evitar el control de instituciones financieras globales. Sin embargo, el escenario de que las criptomonedas no logren cumplir esta función plantea múltiples interrogantes sobre el futuro económico de Rusia y sus repercusiones en el ámbito geopolítico. La incertidumbre que rodea el futuro de las criptomonedas como herramienta para eludir sanciones se basa en varios factores. En primer lugar, aunque las criptomonedas ofrecen un cierto grado de anonimato y son descentralizadas, no son completamente invisibles.
A medida que los gobiernos y las instituciones financieras globales se vuelven más sofisticados en la supervisión de transacciones, es probable que encuentren formas de rastrear y bloquear actividades ilícitas relacionadas con criptomonedas. De hecho, existen ya herramientas avanzadas que permiten seguir el rastro de ciertas transacciones en blockchain, lo que es un obstáculo para su uso como medio de evasión. Por otro lado, el impacto de las sanciones económicas en la economía rusa es significativo. El rublo ha sufrido una devaluación considerable, la inflación se dispara y las empresas enfrentan dificultades para operar en un entorno tan hostil. Ante esta realidad, muchos en Rusia han abogado por el uso de criptomonedas para realizar transacciones que les permitan seguir operando en los mercados internacionales.
Sin embargo, hasta la fecha, la adopción y la infraestructura necesarias para convertir estas herramientas digitales en un medio de comercio viable no se han desarrollado lo suficiente. Otra dificultad radica en la probabilidad de que otros países sigan los pasos de las naciones occidentales y adopten medidas contra el uso de criptomonedas por parte de Rusia. Si bien países como China han mostrado interés en las criptomonedas, han sido igualmente cautelosos en su regulación, lo que sugiere que la colaboración internacional podría convertirse en un obstáculo más. La cooperación entre naciones para monitorear y sancionar a individuos o entidades que utilicen criptomonedas para eludir sanciones podría complicar aún más cualquier intento ruso de aprovechar estas herramientas. Además, la adopción de criptomonedas no es una solución mágica para la economía rusa.
Si bien podría ser útil para ciertas transacciones, no resuelve tampoco los problemas estructurales que enfrenta el país. La dependencia del petróleo y el gas ha limitado la diversificación de su economía, y seguir apostando por las criptomonedas sin abordar estos problemas fundamentales podría ser contraproducente. Por otro lado, el uso de criptomonedas también podría tener repercusiones negativas para Rusia. Los gobiernos occidentales, al observar intentos de eludir sanciones a través de criptomonedas, podrían intensificar sus esfuerzos por sancionar a aquellas entidades involucradas en el comercio cripto, lo que podría llevar a un círculo vicioso que empeore aún más la situación económica rusa. Las consecuencias podrían reflejarse no solo en la economía, sino también en la reputación internacional del país, que se vería como un actor que desestabiliza el orden internacional.
Los experimentos que Rusia ha implementado hasta ahora en el uso de criptomonedas son, en su mayoría, limitados. Sin embargo, la creación de un rublo digital ha sido una de las iniciativas más audaces del país, impulsando la idea de que la digitalización de su moneda podría proporcionar una solución para el comercio internacional. Sin embargo, la creación de una moneda digital soberana no necesariamente eludiría las sanciones. De hecho, podría facilitar aún más su rastreo, dado que las transacciones digitales son más fáciles de monitorear que las transacciones en efectivo. En este contexto, es importante considerar no solo el aspecto económico, sino también la dimensión social.
La creciente adopción de criptomonedas podría generar una burbuja especulativa dentro del país, atrayendo a inversores que buscan refugio ante la inestabilidad económica. Esto podría beneficiar temporalmente a algunos, pero también puede resultar en pérdidas masivas si el mercado se corrige abruptamente. La volatilidad inherente a las criptomonedas es un factor que debe ser considerado por los ciudadanos que buscan en ellas una solución a la crisis. Por último, la situación actual de Rusia también ofrece una oportunidad para que otros países, incluso aquellos que han enfrentado sanciones en el pasado, reconsideren su enfoque hacia las criptomonedas. Naciones como Irán y Venezuela ya han explorado el uso de criptomonedas para sus transacciones.