Donald Trump, el controversial ex-presidente de Estados Unidos, ha vuelto a atraer la atención mediática, esta vez no por sus declaraciones políticas, sino por sus escogencias musicales en sus mítines de campaña. Desde sus inicios en la política, Trump ha sido conocido por su estilo poco convencional, y su selección de música no es una excepción. La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué intenta comunicar realmente Donald Trump con su particular banda sonora? La música, como herramienta de comunicación, tiene un poder inmenso en la configuración del ambiente y las emociones del público. En los mítines políticos, los candidatos suelen elegir canciones que reflejan su imagen y la energía que desean proyectar. En el caso de Trump, sus elecciones musicales son a menudo sorprendentes, lo que despierta un interés profundo en el análisis de sus intenciones.
Durante sus eventos, una mezcla ecléctica de canciones suena a todo volumen, desde clásicos del rock hasta baladas operísticas. Uno de los ejemplos más destacados fue su uso recurrente de "You Can’t Always Get What You Want" de los Rolling Stones como música de cierre durante su campaña de 2016. Esta canción, que habla sobre la insatisfacción y la aceptación de la vida tal como es, plantea una curiosa dicotomía: ¿es una forma de conectar con la decepción de sus seguidores, o un mensaje de resiliencia ante los adversarios? La elección de estas canciones puede parecer aleatoria, pero un examen más detallado sugiere que cada melodía está cuidadosamente seleccionada para resonar con aspectos emocionales de su base de apoyo. Durante sus mítines, se puede observar a sus seguidores vibrar al ritmo de la música, creando una atmósfera casi festiva en medio de un contexto político intensamente polarizado. A menudo, la música de fondo actúa como un preludio a su discurso, estableciendo un tono que suaviza la tensión antes de que comience a hablar.
Entre sus elecciones más inesperadas, está su afición por canciones de "Cats", el popular musical de Broadway. Durante un evento en 2019, mientras la multitud esperaba su llegada, sonaron temas de Pavarotti, con la gente aclamando al tenor mientras hacían la ola. Este uso de piezas clásicas no es solamente extravagante; también puede interpretarse como un intento de mostrar un lado más sofisticado y cultural, un contraste radical con los discursos a menudo crudos y directos que caracterizan sus intervenciones. La diversidad en su elección musical plantea interrogantes sobre su imagen pública. Por un lado, busca atraer a una base de apoyo que a menudo se siente marginada y desilusionada; por otro, juega con el simbolismo de canciones que, aunque emotivas o nostálgicas, pueden sonar contradictorias.
Un ejemplo notable es "It's a Man's Man's Man's World" de James Brown, que él eligió tras la derrota de Nikki Haley en Carolina del Sur. Este tema, con su mensaje poderoso y algo provocador, se puede interpretar como una reafirmación de su propia masculinidad y autoridad en un entorno de competencia política en gran parte dominado por hombres. El uso de estas canciones, a menudo cargadas de un sentido de nostalgia o de lucha, puede hacer que la audiencia se sienta como si estuvieran formando parte de una historia más grande. Muchos de los temas tocados en los mítines de Trump invocan imágenes de un "Estados Unidos" que fue próspero y competitivo, jugando con el enfoque de "hacerlo grande nuevamente". Sin embargo, hay algo más detrás de esta selección estética: parece haber un deseo de construir una narrativa emocional que resuene con su base electora.
Es interesante notar cómo sus elecciones musicales contrastan con las de otros candidatos. Por ejemplo, muchos políticos optan por canciones optimistas y energéticas para animar a la multitud. Joe Biden, durante su campaña de 2020, prefería hits de los años 70 de artistas como Gladys Knight y Dolly Parton, que evocaban sentimientos de unidad y esperanza. En cambio, la música de Trump tiende a proporcionar una sensación de melancolía y nostalgia, como si su enfoque estuviese en reparar lo que considera un país desgastado y en crisis. Las canciones que elige, muchas de las cuales tienen un tono más sombrío, reflejan un sentido de desasosiego que parece apelar a un electorado que se siente amenazado por los cambios sociales y económicos.
La atención de Trump hacia la música también muestra su comprensión intuitiva de la cultura popular, usando cada canción como un medio para conectar con una base muy diversa en cuanto a gustos y experiencias. Esta habilidad para entrelazar la cultura pop con la política es algo que rara vez se ve en otros políticos y demuestra su deseo de diferenciarse y mantenerse relevante en un panorama siempre cambiante. Además, Trump pone en práctica un enfoque casi teatral. La música que elige para recibirlo o despedirlo de un escenario no solo establece la atmósfera, sino que también funciona como un acto de espectáculo. Cualquier persona que haya asistido a un mitin puede testificar que la experiencia es tanto un concierto como un evento político.
Con esta estrategia, Trump no solo busca captar la atención de la multitud presente, sino que también busca atraer a los que ven el espectáculo a través de las redes sociales y otros medios de comunicación. Sin embargo, esta estrategia musical también tiene sus riesgos. Elegir canciones que no son bien recibidas por ciertos sectores del público podría acentuar las divisiones que él mismo intenta mitigar. Su tendencia a inclinarse por estándares y clásicos a veces deja en un segundo plano la inclusión de melodías más contemporáneas que podrían resonar mejor con las generaciones más jóvenes. La música de Trump en sus mítines es un microcosmos del fenómeno más grande que él representa.