En el mundo vertiginoso de la tecnología y las startups, el puesto de Chief Technology Officer (CTO) siempre ha sido asociado con prestigio, liderazgo y una visión innovadora. Sin embargo, la realidad para muchos es muy diferente. La frase “Soy el CTO ahora” encapsula una experiencia amarga y satírica que viven numerosos profesionales que, sin pedirlo, terminan liderando equipos y proyectos bajo condiciones caóticas y escenarios corporativos poco alentadores. Este fenómeno no solo es representativo de una crisis en la gestión tecnológica, sino también de las expectativas poco realistas que las empresas depositan sobre sus especialistas en tecnología. Modernidad Corporativa y El Rol del CTO La figura del CTO tradicionalmente conlleva responsabilidad estratégica, siendo un puente vital entre el desarrollo tecnológico y los objetivos comerciales.
Sin embargo, en muchos contextos modernos, este cargo se ha convertido en un símbolo de sobrecarga y abandono. En numerosas startups y compañías tecnológicas, cargos como el CTO se ven impregnados de responsabilidades impuestas no por méritos o preparación, sino por la mera supervivencia organizacional. Cuando otros puestos son eliminados, o cuando el talento decide abandonar un barco que parece hundirse, el que queda al mando acaba con un título que no pidió, enfrentando lo que parece una misión imposible. La Realidad de Ser el CTO “No Deseado” Ser el CTO ahora no significa necesariamente que uno haya alcanzado la cima a través del reconocimiento y la experiencia. Muchas veces, este rol llega porque todos los demás en la cadena han abandonado la empresa o fueron despedidos.
El escenario es desolador: colegas que se llevan consigo pertenencias, libros, teclados ergonómicos y, sobre todo, un pedazo de autoestima que quizás ya tenían hipotecada desde hacía tiempo. En medio de este abandono, el CTO que queda debe lidiar con un código legado resistente a los cambios, un equipo de ingenieros reducido o inexistente y decenas de problemas técnicos que solo empeoran con el paso del tiempo. El Lado Oscuro de la Cultural Laboral Tecnológica Hoy en día, el ambiente en muchas empresas tecnológicas puede ser tan tóxico como agotador. Se ha instalado una narrativa falaz de que la dedicación extrema garantiza reconocimiento, que el “grind” o trabajo intenso será recompensado con bonos, ascensos o descansos generosos. Sin embargo, la realidad es que los profesionales reciben en su lugar sobrecarga laboral constante, mensajes en horarios fuera de oficina, tickets interminables de JIRA escritos por personas que no conocen ni la aplicabilidad real de sus productos y la exigencia constante de “pensar como dueños” sin brindar las herramientas o las condiciones para hacerlo.
Esta cultura fomenta la frustración y el desgaste, haciendo que el trabajo deje de ser un lugar para crecer y se transforme en una experiencia de sobrevivencia. Retos Técnicos y Humanos en la Gestión del CTO Cuando se está al mando de la tecnología, especialmente en contextos adversos, los desafíos son tanto técnicos como humanos. Por una parte, el CTO debe enfrentarse a un código fuente que en muchos casos ha sido descuidado o mal gestionado, un ecosistema lleno de deudas técnicas que poco a poco socavan la capacidad del producto para evolucionar y escalar. Por otra parte, está la gestión del equipo, que muchas veces incluye desde estudiantes en prácticas hasta inteligencia artificial y bots que suplantan roles antes ocupados por desarrolladores. En paralelo, la presión por entregar nuevas funcionalidades, adoptar marcos tecnológicos de moda de manera recurrente y sobrevivir a reestructuraciones fallidas que prometen agilidad pero solo generan confusión, se vuelve el pan de cada día.
La Ironía y la Subversión como Herramienta de Resistencia En medio de esta tormenta, surge una forma de resistencia basada en la ironía y la sátira. Equipos como MiserablyEmployed han creado una comunidad que no solo acepta esta realidad, sino que la evidencia con humor y evidencia. Camisetas con frases mordaces que reflejan las frustraciones del día a día, como “Soy el CTO ahora” o “Sobrevivir es mi objetivo de sprint semanal”, se convierten en símbolos de una identidad común entre quienes comparten esta vivencia. Más allá de reírse del problema, es una forma de comunicación que visibiliza lo que muchos callan, cuestiona las prácticas empresariales arcaicas y propone que, aunque la realidad sea dura, no se está solo en la lucha. Liderazgo en Medio del Caos Aceptar que se es el CTO sin haberlo deseado es entender que el liderazgo también es resiliencia.
A pesar de la frustración, las presiones y los obstáculos, quienes asumen este puesto encuentran en su servicio una razón para seguir adelante. Mantener los servidores activos, ser el punto de apoyo técnico y humano para un equipo fragmentado y, sobre todo, enviar un mensaje claro a la dirección: que están conscientes de las fallas sistémicas y de la poca visión gerencial, que no dejarán que esas circunstancias definan su valor ni su desempeño. Reflexiones para Empresas y Profesionales La experiencia de “ser el CTO ahora” debe ser tomada como una llamada a la acción tanto para empresas como para profesionales. Para las empresas, es fundamental revisar sus prácticas de gestión, valorar el conocimiento y la experiencia asesora en tecnología, y evitar caer en estructuras y culturas organizacionales que llevan a la ruina moral y técnica. Para los profesionales, es esencial mantener la conciencia de sus capacidades, buscar espacios donde su talento sea reconocido y entender que, aunque los cargos y títulos son importantes, no definen su valor como expertos o personas.
En conclusión, la vivencia de convertirse en el CTO sin previo aviso es un reflejo descarnado de los tiempos que corren en el sector tecnológico. No es solo una anécdota desafortunada, sino una realidad extendida que combina desgaste profesional, desafíos técnicos y una atmósfera laboral hostil. Sin embargo, también es un recordatorio de que, aun en la adversidad, hay quienes asumen la responsabilidad con valentía, sentido del humor y una visión clara de que las cosas pueden mejorar. Ser el CTO ahora es más que un título; es una declaración de supervivencia, resistencia y desafío al statu quo.