El mercado del oro ha tenido un desempeño excepcional en lo que va del año, y con el cuarto trimestre (Q4) en marcha, la atención de inversores y analistas se centra en las proyecciones y riesgos que podrían influir en su valor en los próximos meses. Con un aumento del 14% en su valor durante el tercer trimestre y un impresionante crecimiento del 42% en comparación con el año anterior, el oro se está consolidando como una opción preferida en medio de la incertidumbre económica. Uno de los factores que podría impulsar la demanda de oro en el último trimestre es la política monetaria de la Reserva Federal de EE. UU. Los potenciales recortes de tasas de interés son vistos como catalizadores clave para una posible nueva racha alcista del oro.
Sin embargo, la reciente publicación de un informe de empleo optimista ha dejado a muchos analistas cuestionando la probabilidad de recortes adicionales. El desempleo ha descendido al 4.1% y se ha observado un incremento en el crecimiento salarial, lo que ha llevado a que los rendimientos de los bonos del Tesoro superen el 4.0%, una cifra que no se había alcanzado desde julio. A pesar de estos datos, algunos economistas advierten sobre señales de debilidad en la economía.
Entre ellas, el aumento de las morosidades en tarjetas de crédito y préstamos hipotecarios, además de la contracción en el Índice de Gerentes de Compras (ISM) del sector manufacturero, sugiriendo que la resiliencia de la economía de EE. UU. podría no ser tan robusta como parece. La curva invertida entre los bonos a tres meses y diez años se ha mantenido, un fenómeno que ha precedido a recesiones anteriores, y la situación actual puede estar configurando un entorno económico volátil que podría favorecer el oro. El panorama económico global también estará marcado por las elecciones federales en EE.
UU., un evento que históricamente ha influido en los mercados de activos. Un posible segundo mandato de Donald Trump podría generar presiones inflacionarias debido a promesas de grandes recortes de impuestos corporativos. Esto podría llevar a un aumento en la volatilidad del mercado financiero, lo que a su vez incentivaría a los inversores a buscar activos seguros como el oro. Por otro lado, la candidatura de Kamala Harris podría traer un enfoque más equilibrado en las relaciones comerciales, aunque su falta de experiencia en asuntos exteriores podría limitar su capacidad para manejar tensiones con China y otras potencias.
La tensión geopolítica, especialmente en el Medio Oriente, también sigue siendo una preocupación importante. La reciente escalada de ataques entre Israel e Irán ha mantenido a los inversores en alerta máxima. Cualquier desarrollo en este ámbito podría afectar la psicología del mercado y servir como un catalizador adicional para la demanda de oro. La incertidumbre en la región puede hacer que los inversores busquen refugio en metales preciosos como prevención ante potenciales crisis. Desde una perspectiva técnica, el oro parece estar en una trayectoria alcista, siguiendo un patrón de ondas de Elliott.
Las correcciones de precios podrían ser parte de lo que se describe como la onda 4, y si se rompe el nivel de $2,600, podríamos ver un retroceso hasta un soporte crucial en $2,530 antes de reanudar la tendencia alcista. Alternativamente, si el oro logra superar la media móvil simple de 20 días y se estabiliza por encima de $2,635, esto podría abrir la puerta a nuevos máximos históricos, posiblemente alcanzando niveles entre $2,695 y $2,715, e incluso el ambicioso objetivo de $2,800. Los inversores que consideran el oro como una parte de su cartera deben prestar atención no solo a factores técnicos, sino también a las dinámicas macroeconómicas y geopolíticas que puedan impactar su rendimiento en el Q4. En este entorno, el oro continúa siendo una opción atractiva para quienes buscan proteger su capital en tiempos de incertidumbre y volatilidad. A medida que avanzamos hacia el final del año, el oro podría seguir beneficiándose de una combinación de incertidumbre económica, posibles recortes de tasas de interés, el panorama político en EE.
UU., así como tensiones geopolíticas continuas. La clave estará en cómo se desarrollen estos factores en las próximas semanas y meses, y qué decision tomarán los inversores en respuesta. Es importante que los inversores actuales y potenciales hagan un análisis detallado y sigan de cerca los eventos económicos y políticos que puedan influir en el mercado del oro. La volatilidad que suele caracterizar el cuarto trimestre, junto con los factores ya mencionados, podría crear oportunidades y desafíos significativos.
Finalmente, el futuro del oro en el Q4 sigue siendo incierto, pero su papel como refugio seguro parece asegurado. Con un entorno global cada vez más complejo y lleno de riesgos, el oro puede continuar siendo una inversión atractiva para aquellos que buscan estabilidad en sus carteras. Los eventos que se desarrollen en el panorama económico y político en las próximas semanas serán, sin duda, determinantes para el rendimiento de este metal precioso en el cierre del año.