Desde hace más de una década, los visitantes que arriban al aeropuerto de Wellington, Nueva Zelanda, eran recibidos por una imponente vista que evocaba la magia de la Tierra Media: un par de esculturas monumentales de águilas inspiradas en El Hobbit y El Señor de los Anillos. Estas aves, que capturaban la esencia de la épica creada por JRR Tolkien y llevada a la pantalla grande por el director neozelandés Sir Peter Jackson, se habían convertido en un símbolo no oficial de bienvenida para los turistas y aficionados a las famosas franquicias cinematográficas. El 9 de mayo de 2025, estas majestuosas esculturas serán descolgadas del techo del aeropuerto para dar paso a una nueva exhibición que, según las autoridades aeroportuarias, traerá una sorpresa ligada a la identidad local y la cultura de Nueva Zelanda. Este cambio ha generado cierto revuelo entre los fanáticos de la saga y habitantes de la capital neozelandesa, quienes han visto estas figuras no solo como una atracción artística, sino también como un puente cultural que unen la historia de la Tierra Media con los paisajes reales que inspiraron esos relatos. Las esculturas, cada una de 1.
2 toneladas y con una impresionante envergadura de 15 metros, fueron creadas por el célebre Wētā Workshop, la compañía icónica de Nueva Zelanda reconocida mundialmente por su trabajo en la creación de efectos especiales, props y artesanía para las películas basadas en el universo de Tolkien. Cada una de estas águilas está formada por una estructura interna de acero y revestida en poliestireno, con cientos de plumas que la dotan de realismo y majestuosidad, la más larga de ellas alcanzando una medida de 2.4 metros. Uno de los detalles más apreciados era la figura de Gandalf, el mago de la Tierra Media, que monta en una de las águilas, haciendo de esta exhibición un fragmento en movimiento de la historia cinematográfica. Esta representación, que fuse arte y cine, se había convertido en un punto de referencia ineludible en la experiencia de llegada y salida para viajeros de todo el mundo que pasaban por Wellington.
La instalación original de estas esculturas coincidió con la llegada de las trilogías de El Hobbit, estrenadas en 2013, coincidiendo con un momento de auge turístico en Nueva Zelanda generado por el fenómeno internacional de las películas. La relación entre la industria cinematográfica y el turismo fue una combinación perfecta que capitalizó el interés mundial por los paisajes y la narrativa visual del país. Más allá de su función decorativa, las águilas se convirtieron en símbolos de un país que no solo ofrece paisajes impresionantes, sino también una rica tradición cultural y creativa. En 2014, una experiencia inolvidable, aunque peligrosa, marcó el destino de una de estas esculturas cuando uno de los águilas cayó durante un terremoto. Afortunadamente, ningún visitante resultó herido, pero el incidente resaltó la fragilidad de estas piezas monumentales en un país conocido por su actividad sísmica.
A pesar de este percance, las esculturas siguieron en su lugar durante más de una década, recordándonos la persistencia de la cultura de la Tierra Media en la vida cotidiana neozelandesa. El anuncio oficial de la remoción esta temporada ha sido acompañado de declaraciones de Matt Clarke, director ejecutivo del aeropuerto de Wellington, quien expresó la emoción y la nostalgia que supone el fin de esta etapa, pero enfatizó el compromiso del aeropuerto por ofrecer experiencias enriquecedoras y únicas a sus visitantes. Actualmente, el destino de estas águilas es el almacenamiento, sin planes concretos de reubicación o exhibición futura, lo que deja en el aire el destino de estas icónicas figuras. Aunque los fervientes seguidores de Tolkien y de las películas lamentan la partida de las águilas, Wellington ofrece una continuidad del homenaje con la permanencia de otra escultura emblemática: Smaug el Magnífico, el dragón de El Hobbit, que continúa exhibiéndose en la zona de check-in del aeropuerto. Esta presencia garantiza que la magia de la Tierra Media siga viva para quienes parten o llegan a la capital neozelandesa.
Las perspectivas de futuro mencionadas por las autoridades apuntan a la creación de una exhibición única, localmente inspirada y de carácter misterioso, que reemplazará a estas águilas. Esta iniciativa se está desarrollando de la mano de Wētā Workshop, generando expectativas entre la comunidad y los visitantes. La promesa es una ventana hacia un nuevo capítulo de la identidad cultural neozelandesa plasmada en el aeropuerto, apostando a la innovación y a la capacidad de sorprender, sin dejar de honrar las raíces del arte y la creatividad que son sello de la nación. El aeropuerto de Wellington, una importante puerta de entrada internacional a Nueva Zelanda, no solo funciona como un centro de tránsito sino también como un espacio cultural y de bienvenida donde la primera impresión puede influir en la percepción de los visitantes. La transición de las águilas hacia un nuevo concepto expositivo representará con certeza un cambio significativo en la narrativa visual del aeropuerto.
El valor turístico de las esculturas no puede subestimarse: han sido durante años un atractivo adicional para quienes recorren Nueva Zelanda, combinando la fascinación por la saga de Tolkien con el asombro de los paisajes naturales que se reflejan en la Tierra Media. Este vínculo entre cine, arte y turismo abre un abanico de posibilidades para que otras manifestaciones culturales y artísticas entren en escena, reforzando la singularidad de Wellington como destino. Mientras tanto, los viajeros tendrán la oportunidad de despedirse de estos símbolos gigantescos que durante años parecieron vigilar desde lo alto el flujo incansable de personas que van y vienen. La nostalgia por su partida se mezcla con la curiosidad por lo que vendrá, algo que segura mantendrá la conexión con la identidad neozelandesa, pero desde un enfoque renovado y contemporáneo. Este cambio también refleja la evolución del aeropuerto que, más allá de ser una infraestructura básica, se transforma para responder a las demandas culturales y artísticas de una sociedad moderna y globalizada.
La colaboración con Wētā Workshop asegura que la próxima exhibición no solo será un producto local, sino también una muestra de la excelencia creativa que ha catapultado a Nueva Zelanda al reconocimiento internacional. En conclusión, la retirada de las esculturas de águilas temáticas de El Hobbit en el aeropuerto de Wellington es un acontecimiento que cierra un capítulo icónico para la ciudad y el país. Representa un balance entre honrar un legado cinematográfico y avanzar hacia nuevas formas de expresión artística que reflejen la diversidad y riqueza cultural de Nueva Zelanda. Con la promesa de una exhibición misteriosa y única, Wellington demuestra su capacidad de reinvención, invitando a locales y turistas a estar atentos a lo que se revela en el horizonte, manteniendo viva la magia que siempre ha caracterizado a este lugar tan emblemático.