La música ha desempeñado un papel fundamental en las campañas presidenciales de Estados Unidos, sirviendo como un poderoso medio para conectar candidates con sus electores. Desde las melodías que resuenan en los mítines hasta las letras que establecen un tono emocional, este arte ha sido un aliado recurrente en la búsqueda del poder político. Sin embargo, la relación entre la música y la política no está exenta de controversias y malentendidos, especialmente en lo que respecta al uso y abuso de canciones por parte de los candidatos. La trayectoria de la música en las campañas políticas en EE. UU.
es tan antigua como la propia democracia. Desde el primer presidente, George Washington, cuya campaña hizo famosa la canción "God Save Great Washington", hasta la actualidad, la música ha sido un elemento clave en la construcción de la imagen de los candidatos. Washington utilizó una melodía inspirada en el himno británico "God Save the King" para reforzar su figura como líder. Pero el uso de la música en la política también puede ser frágil; lo que se considera un himno en un contexto, puede ser interpretado de manera muy diferente en otro. A medida que nos acercamos a las elecciones de 2024, el debate sobre el uso de la música en las campañas presidenciales se vuelve más relevante.
La actual candidata demócrata Kamala Harris ha recibido el respaldo de varias estrellas del pop, incluidas Taylor Swift y Billie Eilish, quienes han animado a sus seguidores a votar. Estas celebridades, al darle su apoyo a Harris, conectan emocionalmente con jóvenes votantes que pueden sentirse apáticos hacia la política. Eilish, en particular, ha instado a sus fans a "votar como si sus vidas dependen de ello" en un mensaje poderoso que resuena más allá de la política, en un mundo donde los derechos reproductivos y la protección del medio ambiente son temas candentes. No obstante, la historia del uso de música en campañas políticas también está marcada por el abuso y la controversia. Uno de los ejemplos más sonados fue el uso no autorizado de la canción "Seven Nation Army" de The White Stripes por parte del ex presidente Donald Trump.
Al abrir un video de campaña con la inolvidable línea de guitarra de este tema, Trump no solo dejó a los fans de la banda sorprendidos, sino que también provocó una demanda legal. La reacción de Jack White, el líder de The White Stripes, enfatiza la importancia del consentimiento en el uso de la música, especialmente cuando se trata de un mensaje político que puede contradecir los valores expresados en la canción. A lo largo de los años, muchos artistas han solicitado a los candidatos que no utilicen su música para fines políticos. Celine Dion y Tom Petty, por ejemplo, han sido firmes en su rechazo a que sus canciones sean asociadas con campañas políticas que no representan sus creencias. El uso de "I Won't Back Down" de Petty por parte de George W.
Bush en 2000, a pesar de su clara oposición por parte del músico, es otra ilustración de cómo la música puede ser malinterpretada y utilizada fuera de contexto. Bruce Springsteen, cuyo tema "Born in the U.S.A." se utilizó durante la campaña de reelección de Reagan en 1984, es un elemento clásico en la historia del abuso de la música.
Aunque la canción es frecuentemente considerada un himno patriótico, en realidad, es una crítica de las condiciones de vida de los veteranos de guerra y la desilusión con el sueño americano. Este tipo de malentendidos resalta la delgada línea entre la interpretación de una obra artística y su uso político. La historia de la música en las campañas también contiene momentos emblemáticos que han definido a toda una generación. Por ejemplo, la canción "Don't Stop" de Fleetwood Mac fue un pilar de la campaña de Bill Clinton en 1992, renovando el interés por la banda y conectando con una audiencia joven que podía relacionarse con su mensaje de esperanza hacia el futuro. Dicha estrategia subrayó cómo una buena elección musical puede avivar el espíritu de campaña y galvanizar el apoyo.
El uso de música en campañas no solo se limita a las melodías. Hay que considerar la capacidad de los artistas para influir en la opinión pública. Artistas como Beyoncé y Stevie Wonder han donado su música y, por ende, su influencia, a diversas campañas. Wonder, cuya canción "Signed, Sealed, Delivered (I'm Yours)" resonó en la campaña de Barack Obama en 2008, entregó un mensaje claro de compromiso y lealtad a la causa del candidato. Del mismo modo, Beyoncé ofreció su tema "Freedom" a la campaña de Kamala Harris, un gesto que no solo atestigua su apoyo a la candidata, sino que también involucra a sus seguidores en el activismo político.
La intersección de la música y la política es un terreno fértil para debates sobre derechos y responsabilidades. En muchos casos, los artistas se ven atrapados en el dilema de elegir entre el reconocimiento y la comercialización de su música y la necesidad de proteger su legado creativo. Las cartas de cese y desistimiento enviadas por las familias de músicos fallecidos a campañas que usan sus canciones sin permiso son recordatorios de que la música es más que entretenimiento; es un reflejo de valores y creencias personales que muchos artistas se esfuerzan por controlar. Así, el uso y el abuso de la música en las campañas presidenciales de EE. UU.
continúan siendo un tema candente y relevante. Mientras algunos candidatos eligen melodías que resuenan con el público, otros crean controversia al infringir los derechos de los artistas. La buena noticia es que el poder de la música para movilizar y conectar a las personas sigue siendo una herramienta invaluable en la política moderna. Para muchos, la música no solo acompaña la campaña, sino que también se convierte en un símbolo de los ideales y aspiraciones de una nación. La historia de la música y la política en EE.
UU. es, en última instancia, una historia de conexión, comprensión y, a veces, conflicto. A medida que nuevos candidatos y proposiciones emergen, sin duda habrá más música que acompañe la lucha por el corazón y la mente de los votantes. Y mientras los artistas sigan luchando por sus derechos y su legado, la melodía de sus obras continuará brindando un eco vibrante en los debates políticos y en las elecciones venideras.