El dólar digital en el congelador: el efectivo sigue siendo el rey El debate sobre la implementación de una moneda digital por parte de los bancos centrales ha llegado a un punto de inflexión importante en Canadá. A pesar de los avances tecnológicos y la creciente popularidad de las monedas digitales como Bitcoin y Ethereum, el Banco de Canadá ha decidido pausar su iniciativa para introducir una moneda digital centralizada, conocida como CBDC (por sus siglas en inglés: Central Bank Digital Currency). Esta decisión ha reafirmado la preferencia del público canadiense por el uso del efectivo, un fenómeno que se repite en varias naciones del mundo. Tiff Macklem, el gobernador del Banco de Canadá, expresó claramente su postura en un reciente evento organizado por la Asociación Canadiense de Banqueros e instancias del sector financiero. Durante su discurso, Macklem subrayó que “no hay un caso convincente en este momento para avanzar con una CBDC en Canadá”.
A raíz de esta declaración, el banco ha decidido reorientar sus esfuerzos hacia la investigación y el desarrollo de políticas sobre el sistema de pagos en general, en lugar de concentrarse en la implementación de una moneda digital. Uno de los factores más sobresalientes que influyeron en esta decisión ha sido la consulta pública realizada en 2023, donde se evidenció la resistencia de la población hacia la idea de tener un “dólar digital canadiense”. De un total de 89,423 canadienses encuestados, un asombroso 85 por ciento manifestó que “no utilizaría un dólar digital canadiense”. Más aún, el 79 por ciento de los encuestados apoyó la idea de que se introdujeran regulaciones que obligaran a los comerciantes a aceptar el efectivo como forma de pago. Esta respuesta contundente refleja una preferencia generalizada por los métodos tradicionales de pago, a pesar de la creciente digitalización de las finanzas.
A nivel internacional, algunos países como las Bahamas, Jamaica y Nigeria ya han implementado exitosamente sus propias monedas digitales. Según datos del Atlantic Council, más de 100 naciones se encuentran en etapas de prueba o desarrollo de sus propias CBDC. Sin embargo, el enfoque de Canadá sugiere que la transición hacia un mundo completamente digital no es tan inminente como muchos esperaban. Las criptomonedas, como el Bitcoin, han ganado popularidad en los últimos años, ofreciendo características como descentralización y, en teoría, mayor privacidad. Sin embargo, su asociación con la volatilidad del mercado y la falta de regulación ha generado dudas entre los consumidores y los gobiernos.
Algunos expertos consideran que las monedas digitales ofrecen beneficios tangibles, como la reducción de costos de producción y la mejora en la eficiencia de las transacciones. Así lo señala la profesora de finanzas y economía Dr. Josephine Gemson de King's University College, quien argumenta que una CBDC podría proporcionar a las empresas y a los consumidores características hacer más accesible el sistema financiero. Por otro lado, hay quienes plantean preocupaciones legítimas sobre el control que podría ejercer el gobierno a través de una moneda digital. Michael Ryall, director de políticas en el Centro Madden para la Creación de Valor de la Universidad de Florida Atlántica, advierte que la implementación de una CBDC podría ser un medio para que los líderes sociales ejerzan un mayor control sobre las poblaciones.
Esta dimensión política plantea un dilema significativo acerca de la relación entre la ciudadanía y el Estado en un mundo cada vez más digital. La temática del dólar digital ha trascendido fronteras y es motivo de debate en países como Estados Unidos, donde la discusión se enmarca en un contexto electoral. El ex-presidente Donald Trump, en su regreso a la arena política, ha prometido prohibir la creación de una CBDC en America si regresa a la Casa Blanca. En una apasionada declaración, Trump afirmó: "Tal moneda daría al gobierno federal el control absoluto sobre tu dinero. Podrían quitarte tu dinero sin que te des cuenta.
Esto sería una amenaza peligrosa para la libertad — y lo detendré si regreso”. Esta afirmación atrajo una atención considerable y refleja la creciente polarización en torno a este tema. Mientras tanto, en el lado demócrata, la Vicepresidenta Kamala Harris ha mantenido un perfil bajo respecto a las monedas digitales, lo que deja entrever un enfoque cauteloso hacia la innovación en este campo. Sin embargo, se ha mostrado abierta a la idea de fomentar tecnologías innovadoras como la inteligencia artificial y los activos digitales, siempre con un foco en la protección de los consumidores e inversionistas. En este contexto de incertidumbre, la experiencia canadiense nos muestra que las decisiones respecto al futuro monetario no son simples ni unilaterales.
A pesar de que las tendencias globales van cada vez más hacia la digitalización, la resistencia del público hacia el efectivo sigue siendo fuerte. La preferencia por el dinero en efectivo no sólo se basa en la comodidad, sino que también está profundamente arraigada en la historia cultural y social de cada nación. El efectivo se ha considerado durante mucho tiempo un símbolo de libertad y autonomía. Los ciudadanos pueden realizar transacciones sin dejar rastro digital, lo que, en un mundo donde se discute ampliamente la privacidad y el monitoreo gubernamental, se convierte en un tema relevante. ¿Podría este nuevo enfoque hacia el efectivo llevar a un renacimiento del uso del dinero físico en lugar de su desaparición inminente? A medida que los países continúan explorando las posibilidades de las monedas digitales, es evidente que el camino hacia un futuro totalmente digital será complejo y lleno de desafíos.