La pequeña ciudad de Granbury, Texas, se ha convertido en el epicentro de una inquietante crisis de salud, vinculada a una mina de Bitcoin que ha cambiado la vida de sus residentes de maneras inesperadas y preocupantes. Desde que esta operación de minería de criptomonedas comenzó a funcionar en el verano de 2022, las quejas sobre problemas de salud han comenzado a surgir entre los habitantes, lo que ha llevado a muchos a exigir respuestas y acciones por parte de las autoridades. El impacto de la mina de Bitcoin, administrada por Marathon Digital Holdings, ha sido perturbador. Los residentes han reportado una variedad de síntomas inquietantes que incluyen desmayos, mareos, problemas de audición, y en algunos casos, trastornos en sus mascotas. La enfermera Deanna Leakey, de 55 años, ha padecido de episodios de pérdida de conciencia y náuseas desde la apertura de la mina.
Su esposo, Danny, ha desarrollado un latido irregular del corazón, poniendo su vida en riesgo. Viviendo frente a la mina, Deanna y Danny Leakey han visto su calidad de vida reducirse drásticamente. Ellos no son los únicos; vecinos han reportado dolores de cabeza constantes y un caso particularmente alarmante de un niño que fue llevado al hospital en cuatro ocasiones diferentes debido a infecciones en el oído. La preocupación es palpable, y la comunidad se siente impotente ante lo que perciben como un ataque silencioso a su salud. La mina cuenta con más de 30,000 computadoras, todas trabajando para resolver complicados problemas matemáticos a fin de desbloquear nuevas Bitcoins.
Este proceso genera un gran calor, lo que obliga a la instalación de potentes ventiladores para mantener las máquinas operativas. Sin embargo, estos ventiladores también han traído consigo niveles de ruido que han alarmado a los residentes. Se reporta que el sonido que emiten los ventiladores llega a intensidades que sobrepasan los 90 decibelios, un nivel comparable al de una motosierra o un mezclador funcionando constantemente. Los residentes han descrito este ruido constante como una forma de tortura. Cheryl Shadden, otra vecina, ha expresado que es como "dormir con una aspiradora debajo de la cama".
La intensidad del sonido ha sido tal que las ventanas vibran y los muebles tiemblan. Esto no sólo interfiere con el descanso de los residentes, sino que ha llevado a trastornos de salud como fatiga extrema, ansiedad y estrés, que se suman a los síntomas físicos ya mencionados. El impacto sobre la fauna local ha sido igualmente alarmante. Animales como conejos, coyotes y aves han abandonado la zona, mientras que las gallinas en los patios de los ciudadanos han dejado de poner huevos. Se han reportado casos de perros que presentan espasmos y comportamientos inquietos, lo que sugiere que el impacto del ruido no se limita solo a los humanos.
Los profesionales de la salud en la zona, como el Dr. Keith Darrow, un audiólogo que atiende a muchos de los afectados, ha notado un aumento significativo en las quejas por exposición al ruido en el área desde que la mina comenzó a operar. Se estima que la cantidad de pacientes que buscan ayuda ha aumentado entre un 100% y un 150% en los últimos meses. La comunidad de Granbury se ha unido en un esfuerzo por encontrar respuestas, preguntándose si existe un vínculo claro entre la mina de Bitcoin y sus problemas de salud. El CDC (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades) ha advertido que la exposición a ruidos de este nivel durante más de dos horas al día puede causar daños permanentes en los tímpanos.
Además, el CDC también señala que para dormir, los niveles de ruido deberían estar por debajo de 30 decibelios, un nivel comparativamente bajo que permite un descanso reparador. Los residentes han hecho un llamado a Marathon Digital Holdings para que tome medidas que mitiguen el impacto sonoro de sus operaciones. Aunque la compañía ha invertido más de un millón de dólares en las últimas mejoras, como la instalación de muros de sonido, los vecinos se sienten frustrados, ya que, a pesar de estos esfuerzos, el ruido y sus efectos persistentes continúan afectando su vida diaria. Desde que Marathon tomó el control de la mina en abril de 2024, han prometido que se adherirán a los más altos estándares de salud y seguridad, pero muchos en la comunidad siguen escépticos. La empresa sostiene que no hay evidencia de un vínculo médico entre sus operaciones y los diversos alegatos de problemas de salud de los residentes.
Sin embargo, los testimonios personales y los crecientes números de visitas médicas a profesionales de la salud local sugieren lo contrario. La situación en Granbury no es un caso aislado. Otras localidades en los Estados Unidos, como Bono en Arkansas y Williston en Dakota del Norte, también enfrentan problemas similares con la minería de criptomonedas. A medida que el número de minas de Bitcoin en el país ha aumentado -ahora son 137 en total- también lo han hecho las quejas por el ruido y sus efectos perjudiciales sobre la salud. La comunidad de Granbury ha comenzado a organizarse, con la Texas Coalition Against Cryptomining liderando la lucha contra estas empresas.
Exigen no solo una regulación más estricta de las operaciones de minería de criptomonedas, sino también un reconocimiento formal del hecho de que estas actividades pueden causar daño a las comunidades circundantes. A medida que la discusión sobre la minería de criptomonedas y sus efectos en la salud pública continúa, los residentes de Granbury se ven atrapados en una lucha por su bienestar y calidad de vida. La creciente inquietud y el deseo de ser escuchados subrayan la necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo tecnológico y la salud comunitaria. Así, la historia de Granbury no solo es un espejo de la lucha local, sino una advertencia sobre las posibles consecuencias de la rápida expansión de las industrias digitales sin considerar su impacto en la salud y el entorno de las comunidades.