En la era digital, la vida de los niños puede dejar de ser simplemente una etapa de crecimiento para convertirse en un sustento económico y un proyecto familiar. Este fenómeno, conocido como el auge de los influencers infantiles, ha evolucionado desde simples videos caseros a verdaderas plataformas de negocio que involucran no solo al menor, sino a toda la familia. Evan Lee, más conocido como EvanTube, es un claro ejemplo de esta transformación. Comenzó su carrera siendo apenas un niño con dientes de leche, y hoy, con 19 años, mira hacia atrás para reflexionar sobre lo que significó estar expuesto desde tan temprana edad a una audiencia masiva. EvanTube emergió casi por accidente en 2011 cuando Justin Lee, su padre, un aficionado a la grabación, decidió documentar una actividad sencilla: mostrar los personajes del popular videojuego Angry Birds hechos en plastilina.
Con 5 años y frente a la cámara, Evan describía con inocente entusiasmo las características de cada personaje, una escena tan genuina que rápidamente conectó con el público y explotó en popularidad. Su particular mezcla de encanto infantil, naturalidad y carisma pronto lo convertiría en uno de los primeros influencers infantiles con millones de seguidores en YouTube. Este tipo de exposición mediática, aunque pueda parecer en apariencia ligera y divertida, trae consigo un complejo entramado de realidades que impactan tanto en el niño como en su núcleo familiar. Desde la logística para crear contenido, pasar horas ante la cámara, hasta la administración de los ingresos que generan estos canales, la familia se convierte en un equipo empresarial. Pero más allá del aspecto comercial, está la influencia que esta dinámica tiene en la vida personal y emocional del menor, cuyas decisiones, gustos y privacidad están en gran medida mediadas por la necesidad de mantener la atención de una audiencia digital.
La infancia, tradicionalmente considerada un periodo para el juego, la educación y el desarrollo social, cambia de forma drástica bajo la presión de convertirse en una figura pública. Crecer frente a las cámaras y bajo la mirada constante de miles o incluso millones de personas puede afectar la percepción que tiene el niño de sí mismo, su autoestima y sus relaciones externas. Muchos expertos en psicología infantil advierten sobre el riesgo de que los pequeños influencers desarrollen una relación conflictiva con su identidad y sus emociones debido a la exposición permanente y la búsqueda constante de aprobación externa. A nivel familiar, la presencia en la esfera pública genera también tensiones y responsabilidades que no siempre son fáciles de gestionar. Los padres, por un lado, actúan como representantes legales, productores, editores y mánagers, velando por el cumplimiento de las normas de la plataforma, las cuestiones legales relacionadas con ingresos y derechos, y la protección emocional de su hijo.
En estas circunstancias, la línea entre la figura paterna y el rol profesional puede difuminarse, generando potentes dinámicas de poder y comunicación que requieren de un equilibrio delicado y consciente. Además, la transformación de la actividad del niño en un negocio familiar presenta retos adicionales relacionados con la regulación y la ética. En muchos países, la legislación sobre el trabajo infantil no está completamente preparada para abordar el contexto digital. Esto implica que, aunque el niño esté en un espacio aparentemente protegido como el hogar, su trabajo frente a una cámara con fines comerciales puede tener consecuencias similares a las del trabajo tradicional en términos de tiempo, responsabilidades y presión. La falta de regulaciones claras ha abierto un debate sobre la protección de los derechos de estos menores y la necesidad de establecer límites firmes que garanticen su bienestar integral.
Por otro lado, es importante reconocer que la creación de contenido digital para niños ha generado también oportunidades inéditas. En muchos casos, las familias han logrado construir negocios sólidos que les otorgan estabilidad financiera y les permiten acceder a un nivel de vida y experiencias difíciles de alcanzar de otra manera. Además, para los niños, participar en este tipo de proyectos puede estimular habilidades como la creatividad, la comunicación, la disciplina y el manejo de herramientas tecnológicas, competencias muy valoradas en el mundo actual. El caso de EvanTube ilustra estas dualidades. Si bien comenzó jugando con figuras y compartiendo espontáneamente su alegría, el éxito lo llevó a un camino profesional que involucró mucha planificación estratégica y trabajo detrás de cámaras.
Su padre y él tomaron decisiones conscientes sobre el contenido, la frecuencia y el modo de presentar los videos, lo que contribuyó a consolidar una marca personal potente. Hoy, Evan estudia en la universidad y ha expresado que, aunque su infancia estuvo marcada por la exposición pública, está agradecido por las experiencias y oportunidades que ello le brindó. Al analizar este fenómeno desde una perspectiva social más amplia, también surgen interrogantes sobre la responsabilidad de las plataformas digitales, las marcas y el público. La audiencia asiste a estos contenidos con una mezcla de entretenimiento y admiración, pero es fundamental considerar el impacto que puede tener la normalización de la exposición infantil y el consumo de sus vidas privadas como forma de entretenimiento. Esto requiere reflexión sobre cómo se promueve la salud emocional de los menores involucrados y qué criterios éticos deben aplicarse al consumir y apoyar este tipo de contenidos.
En conclusión, cuando la vida de un niño se convierte en un negocio familiar, se abre una compleja realidad que mezcla oportunidad y riesgo, crecimiento y presión, juego y trabajo. Historias como la de EvanTube son ejemplos visibles de un fenómeno que seguirá evolucionando a medida que las plataformas digitales y las formas de comunicación sigan transformándose. Es esencial que las familias, las instituciones y los propios niños encuentren un equilibrio que permita aprovechar los beneficios de la era digital sin sacrificar el desarrollo sano y feliz de la infancia.