Durante el mes de abril de 2025, la economía de la eurozona mostró signos claros de desaceleración, una noticia preocupante para una región que venía experimentando una recuperación gradual en el primer trimestre del año. Según los datos recientes proporcionados por el índice PMI compuesto de la eurozona, elaborado por S&P Global y conocido como HCOB Eurozone Composite PMI Output Index, el ritmo de crecimiento descendió hasta situarse en 50.4 desde una lectura de 50.9 en marzo. Este indicador tan solo se mantiene ligeramente por encima del umbral de 50, que marca la línea entre expansión y contracción económica.
Lo trascendente de estos números es que reflejan un crecimiento económico muy débil y muestran que la recuperación de la región se mantiene frágil y vulnerable a diversos factores externos e internos. Uno de los elementos clave detrás de esta desaceleración es la práctica estagnación del sector servicios, que es una parte fundamental del motor económico europeo. El PMI para servicios descendió a su nivel más bajo en cinco meses, situándose en 50.1 tras registrar 51.0 en marzo, apenas superando el umbral neutral.
Esta situación evidencia que el sector servicios no está generando el dinamismo que la recuperación económica necesita para consolidarse y avanzar. Este sector está altamente vinculado al consumo interno y a la actividad de servicios empresariales, y su estancamiento puede ser un reflejo del ambiente de incertidumbre económica, la cautela en el gasto por parte de los consumidores y las dificultades que enfrentan las empresas para expandirse o invertir. De igual forma, el índice de expectativas empresariales del sector servicios cayó a 55.1 desde 57.8, alcanzando su nivel más bajo desde finales de 2022.
Esto indica un descenso en el optimismo de las empresas sobre el futuro a corto plazo, lo que puede traducirse en una menor inversión y contratación, afectando así directamente el crecimiento económico regional. Esta desconfianza en la mejora económica futura puede estar motivada por un entorno global todavía incierto, perturbaciones en las cadenas de suministro y la persistencia de la inflación en ciertos sectores. En cuanto a la demanda general, se observó un descenso por undécimo mes consecutivo, con una caída más pronunciada en comparación a marzo. Las empresas de manufactura y servicios reportaron ventas más débiles, mientras que el índice de nuevos negocios cayó ligeramente hasta 49.1 desde 49.
5. La contracción de nuevo negocio es preocupante porque indica que las empresas están recibiendo menos pedidos y encargos, lo que limita la capacidad de crecimiento y de generación de empleo. Las exportaciones, otro motor importante para muchas economías dentro de la eurozona, también registraron una caída, aunque esta fue la más lenta en cerca de tres años. Esto revela que, si bien las exportaciones todavía enfrentan presiones y desafíos, la situación podría estar mostrando una ligera estabilización. No obstante, la continua disminución de los pedidos pendientes, que lleva ya 25 meses en caída, supone que muchas empresas han tenido que recurrir a trabajar sobre las órdenes acumuladas para sostener sus niveles de producción y actividad.
En materia laboral, a pesar de los débiles indicadores de crecimiento, el empleo mostró una ligera expansión durante el segundo mes consecutivo, aunque con un aumento marginal y centrado exclusivamente en el sector servicios. Mientras tanto, el sector manufacturero continúa enfrentando una contracción notable en la generación de empleos, con recortes en plantilla que se prolongan durante 23 meses consecutivos. Esta disparidad en el desempeño laboral de servicios y manufacturas refleja las tensiones económicas específicas del contexto europeo: un sector servicios que mantiene estabilidad, aunque frágil, y una manufactura bajo presión por la baja demanda y costos elevados. En el panorama regional, se evidencian diferencias notables. Irlanda se destacó liderando el crecimiento con un PMI de 54.
0, aunque registrando su lectura más baja en dos meses. Le siguieron España e Italia con índices de 52.5 y 52.1 respectivamente, éste último marcando un máximo en once meses. Por contraste, Alemania, que es la economía más grande del bloque, apenas mostró crecimiento con un PMI de 50.
1, mientras que Francia presentó una contracción significativa con una lectura de 47.8. Estas disparidades reflejan las distintas circunstancias económicas, políticas y estructurales de cada país dentro de la eurozona. Los datos más recientes también mostraron una moderación en la inflación, tanto en términos de los costos de insumos como en los precios finales de venta. La presión sobre los costos de entrada disminuyó hasta alcanzar su nivel más bajo en cinco meses, señalando un posible alivio para las empresas en sus márgenes operativos y un freno a la espiral inflacionaria.
Este descenso en la inflación es una señal alentadora para los responsables de política monetaria en Europa. Ante este contexto, miembros del Banco Central Europeo han sugerido la posibilidad de un recorte en las tasas de interés dentro de las próximas reuniones, particularmente en junio, con el objetivo de apoyar la economía y estimular el crecimiento. La actual desaceleración y la estabilización de la inflación parecerían respaldar esta postura, aunque el margen para las decisiones depende de la evolución futura de los datos económicos. En resumen, el panorama económico de la eurozona durante abril de 2025 presenta una combinación de señales mixtas que reflejan la fragilidad y las incertidumbres detrás de la recuperación post pandemia. La desaceleración del ritmo de crecimiento, el estancamiento del sector servicios y la pérdida de dinamismo en la demanda crean un escenario difícil para la consolidación del crecimiento económico regional.
Las diferencias entre países integrantes evidencian además que no todos los países enfrentan las mismas dificultades o están recuperándose al mismo ritmo. El hecho de que el empleo mantenga una ligera expansión en servicios, mientras que la manufactura sigue contratando menos, es una señal de los cambios estructurales que atraviesan las economías europeas. Junto con una inflación que comienza a moderarse, el horizonte de la política monetaria parece inclinarse hacia medidas que intenten impulsar el consumo interno y la inversión. Los próximos meses serán cruciales para entender si la eurozona puede superar esta fase de debilidad y retomar un camino de crecimiento más sólido y estable. Los factores externos como la evolución de la economía global, los precios energéticos, las tensiones geopolíticas y las reformas internas en cada país impactarán de manera importante en el desarrollo económico.
Con una demanda todavía débil y un sector servicios estimulado pero con capacidad limitada de expansión, la atención se centra en las políticas públicas y económicas que permitan generar confianza, inversión y empleo para fortalecer a largo plazo la economía europea.