En los últimos días, el mercado de criptomonedas ha experimentado una caída notable, con Bitcoin (BTC) descendiendo por debajo de los 75.000 dólares, un nivel que había mantenido relativamente estable durante gran parte de 2025. Este retroceso, que representa una disminución del 30% desde su máximo histórico de 109.100 dólares, ha sacudido a inversores y analistas, evidenciando la alta sensibilidad de los activos digitales frente a factores macroeconómicos y geopolíticos. La volatilidad que hoy muestra Bitcoin se ha visto amplificada por un efecto dominó que afectó no sólo a la principal criptomoneda, sino también a altcoins relevantes como Ethereum (ETH), Dogecoin (DOGE) y XRP, que registraron caídas aún más pronunciadas durante el mismo periodo.
El inicio del movimiento bajista estuvo marcado por un incremento en las tensiones comerciales globales, tras el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la implementación de nuevas tarifas arancelarias que afectan a un amplio espectro de importaciones. Esta decisión ha generado temor en los mercados financieros, que interpretan la medida como un posible detonante de una guerra comercial a gran escala. La respuesta de los inversionistas fue rápida y contundente, con una salida masiva de activos de riesgo, entre los cuales destacan las criptomonedas por ser consideradas inversiones de alta volatilidad. La correlación observada entre el mal desempeño de los índices bursátiles tradicionales, como el Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq, y la caída del sector cripto, revela cómo la incertidumbre económica global se traduce en un impacto directo en estas nuevas formas de inversión digital. En cuanto al precio de Bitcoin, la jornada del lunes representó una caída superior al 10%, situándose en torno a los 74.
400 dólares según datos de CoinMarketCap. Esta corrección se produce después de que durante gran parte del año Bitcoin mostrara una notable resistencia al mantenerse por encima de los 80.000 dólares. La inestabilidad del mercado durante el fin de semana terminó por erosionar esta fortaleza, arrastrando a la principal criptomoneda a un terreno más débil junto a los activos tradicionales. Sin embargo, no sólo Bitcoin sufrió pérdidas; las altcoins más populares experimentaron caídas aún más abruptas.
Ethereum perdió cerca del 18%, ubicándose en 1.465 dólares, mientras que XRP descendió hasta 1,66 dólares con una caída superior al 21%. Por su parte, Dogecoin retrocedió en torno al 20%, tocando mínimos que no se veían desde hacía meses. Esta caída brusca en los precios no sólo fue consecuencia de la aversión al riesgo de los inversores, sino que también provocó una cascada de liquidaciones en los mercados de derivados de criptomonedas. Las liquidaciones forzosas, que ocurren cuando se cierran automáticamente posiciones apalancadas para limitar pérdidas, sumaron aproximadamente 1.
230 millones de dólares en las últimas 24 horas, según datos de CoinGlass. De este total, Bitcoin acaparó más de 430 millones en liquidaciones de posiciones largas, mientras que Ethereum llegó a superar los 343 millones. La característica de los mercados cripto, que operan las 24 horas del día los siete días de la semana, intensificó el efecto, ya que no hubo un descanso durante el fin de semana que permitiera amortiguar el pánico. Como resultado, la presión de venta se aceleró y profundizó la caída de precios. Este episodio no es un caso aislado en la historia reciente de las criptomonedas.
El mercado cripto ha mostrado en múltiples ocasiones su alta sensibilidad a cambios repentinos en el sentimiento global. En escenarios de incertidumbre económica, los inversores tienden a deshacerse de activos más riesgosos para refugiarse en instrumentos considerados más seguros. Los anuncios políticos y comerciales, como en esta ocasión con las nuevas tarifas arancelarias, actúan como catalizadores que pueden detonar movimientos bruscos en el mercado. Por otro lado, la naturaleza descentralizada y la ausencia de un mercado centralizado en las criptomonedas contribuyen a que estas oscilaciones de precios se amplifiquen, pues las órdenes de liquidación se ejecutan en una variedad de plataformas y con gran rapidez. No menos importante es el contexto de precios que precedió la caída.
Durante meses, Bitcoin se había mantenido en niveles históricamente altos, lo que había generado cierto optimismo sobre la consolidación de las criptomonedas como activos refugio y vehículos de inversión a largo plazo. Sin embargo, la realidad demuestra que, a corto plazo, el mercado sigue siendo muy reactivo ante factores externos, y la ausencia de noticias positivas o desarrollos específicos que impulsen la demanda no ayuda a estabilizar los precios. La falta de catalizadores directos en el área cripto ha llevado a que los precios respondan más a dinámicas macroeconómicas y políticas generalizadas. Para la comunidad inversora, la situación actual puede ser vista desde diferentes ángulos. Por un lado, el retroceso representa una pérdida importante para quienes invertían en niveles máximos o con posiciones apalancadas.
Por otro lado, para inversores a largo plazo, este período puede presentar una oportunidad para acumular activos digitales a precios considerados más accesibles. El histórico comportamiento del Bitcoin y otras criptomonedas sugiere que tras episodios de corrección llegan fases de recuperación y crecimiento, aunque la volatilidad inherente permanece como un factor determinante. Además, el evento pone en relieve la necesidad de que los actores del mercado y los reguladores observen con atención la evolución de estos activos y sus posibles implicaciones frente a turbulencias económicas globales. La reciente caída ha reavivado debates sobre la estabilidad del mercado cripto y su relación con los sistemas financieros tradicionales. A medida que las criptomonedas ganan aceptación y se integran en carteras de inversión más amplias, las interrelaciones con eventos macroeconómicos y políticose son más evidentes y deben ser objeto de un análisis constante.