En un mundo cada vez más digitalizado, la competencia en internet y en particular en el sector de los navegadores y motores de búsqueda es crucial para garantizar un entorno abierto, seguro y diverso para los usuarios. Recientemente, el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) ha impulsado una serie de medidas contra Google tras su derrota en un caso histórico de monopolio, ordenando entre otras cosas la prohibición de acuerdos de reparto de ingresos entre Google y los desarrolladores de navegadores, incluyendo a Mozilla, creador de Firefox y del motor Gecko. Esta decisión ha generado un debate profundo sobre si los beneficios competitivos que se pretenden lograr justifican el riesgo de poner en peligro la existencia de un actor tan vital como Mozilla dentro del ecosistema web. Este análisis busca desentrañar la complejidad y las consecuencias de esta controversia, así como sus posibles alternativas y el impacto en la salud a largo plazo de la internet abierta. Mozilla ha representado durante años una fuerza única dentro del mundo de los navegadores.
A diferencia de otros actores dominantes, Mozilla opera con una estructura sin fines de lucro y está comprometido con la defensa de estándares abiertos, la privacidad del usuario y la innovación en la web. Su motor Gecko no solo constituye uno de los pocos motores independientes frente al predominio del motor Chromium de Google, sino que también es un pilar fundamental para asegurar la diversidad en el desarrollo de navegadores. A pesar de su pequeña cuota de mercado —menos del 3% a nivel global y aproximándose a un 1.15% del mercado de búsquedas en Estados Unidos—, su rol en el diseño de estándares web y su participación en órganos de gobernanza como el W3C Technical Architecture Group le otorgaba un peso significativo más allá de simples cifras. El epicentro de la discusión radica en que Google paga a Mozilla alrededor de 410 a 420 millones de dólares anuales para que Google sea el motor de búsqueda predeterminado en Firefox, un acuerdo vital para la financiación de Mozilla.
Al romper este acuerdo, se teme que Mozilla no solo perdería una fuente esencial de ingresos, sino que también podría verse forzada a recortar sustancialmente su inversión en el navegador Firefox y el motor Gecko, lo que podría derivar en la degradación de la calidad del producto y, en un escenario extremo, la desaparición de este actor clave en el mercado. Los defensores del DOJ argumentan que prohibir estos acuerdos reduciría la cuota de mercado de Google, debilitando su posición monopolística. Sin embargo, un análisis detallado demuestra que impedir la relación comercial de Google con Mozilla apenas provocaría una caída marginal en la cuota de Google, estimada en menos del 0.75%. Considerando que un 35% de usuarios de Firefox volverían manualmente a Google como motor de búsqueda, el impacto en la competencia global sería prácticamente simbólico.
Por otro lado, la extinción o debilitación severa de Mozilla tendría consecuencias mucho más profundas y dañinas para el ecosistema web, en particular para la competencia y la innovación. Analizar el posible reemplazo de Google como socio de Mozilla con otros motores de búsqueda revela un panorama poco alentador. Se ha evidenciado durante el juicio una tensión entre Bing y DuckDuckGo, que intentaron establecer acuerdos similares con Apple, sin éxito debido a la magnitud de los recursos que Google estaba dispuesto a invertir —en el orden de 20 mil millones de dólares para Apple, frente a aproximadamente 4 mil millones que Microsoft podría ofrecer por defecto en su motor Bing con condiciones menos agresivas en términos de reparto de ingresos. Si se aplicara esta lógica a Mozilla, tomando en cuenta su cuota mucho menor de mercado, la expectativa realista para un acuerdo sería sustancialmente menor, posiblemente en el rango de 40 a 130 millones de dólares anuales, con probabilidades de situarse más cerca del extremo inferior. Mozilla no sólo lucha por mantener su cuota de mercado sino también porque sus gastos en desarrollo —imprescindibles para mantener un navegador competitivo y seguro— son mayores que otros navegadores basados en Chromium que cuentan con el respaldo directo de Google.
La independencia de Mozilla representa tanto una fortaleza como un desafío financiero que requiere una inversión constante y significativa. La pérdida de la mayoría de sus ingresos actuales pondría en riesgo severo su capacidad para innovar, mantener la seguridad y continuar siendo una voz activa en la evolución de los estándares web. Existe, sin embargo, una propuesta equilibrada que podría mitigar esta situación sin sacrificar al mismo tiempo los objetivos regulatorios de competencia. Consiste en permitir que navegadores más pequeños, como Mozilla, mantengan la capacidad de vender el 100% de sus ubicaciones de búsqueda predeterminadas a Google mientras se establecen mecanismos progresivos y límites para evitar que estos acuerdos masivos alcancen cuotas de mercado problemáticas. Así, se incentivaría el crecimiento de estos actores sin que se desencadenen situaciones anticompetitivas a gran escala.
Con esta perspectiva, la comparación con el acuerdo de Google y Apple es clarificadora. La relación Apple-Google supone una porción inmensa del mercado de búsqueda en EE.UU., de hasta el 67% en dispositivos Apple que constituyen más de la mitad de las consultas de búsqueda. Cancelar este acuerdo podría reducir la cuota de Google en más de un 20%, un impacto considerable y justificado en aras de la competencia.
Sin embargo, aplicar un enfoque similar a Mozilla, cuyo impacto sería menor al 1%, representa un riesgo desproporcionado frente al beneficio obtenido. Es importante remarcar que Mozilla no es un actor perfecto y ha cometido errores en su gestión. No obstante, está sujeto a fuertes presiones por prácticas anticompetitivas de grandes empresas y restricciones de mercado, especialmente en la telefonía móvil, que limitan su capacidad para expandirse y recuperarse. Ante este panorama, la pregunta clave no es si Mozilla es ideal, sino si es deseable un entorno web sin su existencia, considerando que su desaparición implicaría menos diversidad, menos innovación y un dominio aún mayor de Chromium y Google. Por lo tanto, la discusión sobre si vale la pena sacrificar a Mozilla para lograr una pequeña reducción en la cuota de mercado de Google ha de ser abordada con una visión amplia y estratégica.
La salud y apertura futuras del web dependen de mantener un ecosistema competitivo donde múltiples voces y tecnologías puedan coexistir y evolucionar sin ser absorbidas o eliminadas por un monopolio. Preservar la existencia de Mozilla es crucial para mantener este equilibrio, evitar la homogeneización tecnológica y proteger los intereses de los usuarios de internet que demandan diversidad, privacidad y opciones. El enfoque regulatorio debe buscar un equilibrio entre combatir prácticas monopólicas y proteger los innovadores más pequeños que, aunque tengan una presencia modesta, son esenciales para el dinamismo del sector. La prohibición indiscriminada de acuerdos de reparto de ingresos sin considerar el contexto específico puede tener consecuencias no intencionadas, como la reducción de la competencia y la consolidación del monopolio que se pretende desmantelar. En conclusión, si bien los esfuerzos para limitar el dominio de Google en el mercado de búsquedas son positivos y necesarios, deben ser diseñados con sensibilidad estratégica y respeto por la complejidad del ecosistema digital.
Sacrificar a un jugador fundamental como Mozilla para obtener una mejora marginal de menos del 1% en la competencia del mercado no sólo sería un error táctico sino potencialmente dañino para el futuro de una web abierta y verdaderamente plural. La búsqueda debe ser por soluciones que potencien la diversidad y fortalezcan a los participantes más pequeños, apoyando su desarrollo y resistiendo la tentación de medidas simplistas que amenacen con destruir un ecosistema valioso. Un internet saludable y competitivo es un internet que reconoce la importancia de todos sus actores, incluso los que a simple vista parecen pequeños o fragmentados. Sólo así puede garantizarse que la web siga siendo un espacio innovador, justo y accesible para todos.