En un giro inesperado en la intersección de la política y las criptomonedas, Donald Trump, el ex presidente de los Estados Unidos, ha pasado de ser un escéptico del Bitcoin a convertirse en un ferviente defensor de la criptomoneda. Este cambio radical en su postura se atribuye a la influencia de tres entusiastas del Bitcoin que residen en Puerto Rico: Amanda Fabiano, Tracy Hoyos-López y David Bailey. Su historia destaca cómo la comunidad criptográfica está intentando asegurarse un lugar en la esfera política, especialmente con las elecciones que se avecinan. La narrativa comenzó a desarrollarse en un exclusivo restaurante de Guaynabo, Puerto Rico, durante una cena informal. Los tres protagonistas de esta historia se reunieron para planificar una estrategia que llevaría a Trump a adoptar una postura pro-Bitcoin.
Amanda Fabiano, reconocida en el ámbito de la minería de criptomonedas, y sus dos amigos se dieron cuenta de que necesitaban convencer a la campaña de Trump sobre la importancia de Bitcoin, no solo como un activo financiero, sino como una herramienta que puede redefinir el futuro económico de Estados Unidos. Fabiano, aclamada como la "reina de la minería", traía consigo una gran experiencia y conocimiento del sector. Su papel en la conversación fue crucial, ya que logró respaldar con credibilidad las oportunidades que la minería de Bitcoin puede ofrecer. Durante la cena, se discutieron ideas sobre cómo presentar las virtudes de Bitcoin a Trump, quien en el pasado había llamado a la criptomoneda un "esquema" y un "fraude". El cambio comenzó a tomar forma cuando Bailey, director ejecutivo del grupo mediático BTC Inc.
y organizador de la conferencia de Bitcoin que tendría lugar en Nashville, estableció contacto con la campaña de Trump. Bailey estaba decidido a demostrarle al ex presidente que este nuevo mundo digital ofrecía oportunidades significativas para recaudar fondos, mencionando la posibilidad de atraer hasta 100 millones de dólares para su campaña. Esa conexión no fue mera casualidad. Bailey había estado en conversaciones con la campaña desde marzo y había ofrecido informes detallados sobre el potencial del Bitcoin y la importancia de la minería dentro de la economía estadounidense. El entusiasmo creció cuando la campaña de Trump aceptó organizar una reunión en el lujoso Mar-a-Lago en junio, donde se reunirían con líderes del sector de la minería de Bitcoin.
El evento en Mar-a-Lago se convirtió en un momento clave para el movimiento "orange pill", un término que hace referencia a la transición de los escépticos de Bitcoin a su adopción completa, aludiendo al famoso "red pill" de la película "Matrix". Durante esta reunión, los mineros y ejecutivos presentaron evidencias de cómo la minería de Bitcoin puede y debe ser parte del futuro energético de Estados Unidos. Los participantes, algunos con antecedentes destacados en Wall Street, compartieron su visión sobre cómo la minería de criptomonedas no solo es sostenible, sino que también puede reactivar economías en áreas con recursos energéticos abundantes pero infrautilizados. El discurso de Trump en la conferencia de Bitcoin en Nashville fue un reflejo de este cambio. Durante cerca de 50 minutos, Trump pronunció un discurso en el que exaltó el Bitcoin y destacó su visión para una administración que apoyaría la criptomoneda.
"Si el cripto va a definir el futuro, quiero que sea extraído, acuñado y producido en Estados Unidos", afirmó Trump ante una audiencia entusiasta que había pasado por un riguroso control de seguridad del Servicio Secreto. En su discurso, Trump afirmó que había recaudado 25 millones de dólares en fondos relacionados con criptomonedas, una cifra que aún no ha sido verificada de manera independiente. Sin embargo, lo más notable de este evento fue la manera en que las promesas de financiamiento potencial y el apoyo directo de la comunidad criptográfica influyeron en su cambio de opinión. Para muchos en la industria del Bitcoin, Trump se había convertido en una figura clave para la defensa de su causa, especialmente en un entorno donde la administración Biden ha impuesto regulaciones restrictivas. La estrategia de los tres bitcoiners de Puerto Rico no solo se centraba en cambiar la narrativa en torno a Trump, sino en asegurarse de que los intereses de la comunidad criptográfica fueran escuchados.
Con su enfoque metódico, se propusieron reunir a personas influyentes en la industria para que se sentaran a la mesa con el ex presidente y presentaran un caso sólido para el apoyo de Bitcoin en la política estadounidense. Este esfuerzo conjunto culminó en una serie de reuniones estratégicas y eventos en los que se exploraron los beneficios de la minería de Bitcoin, la creación de empleos y las oportunidades de inversión que podrían generar. A medida que las reuniones avanzaban, el entusiasmo crecía en torno a la noción de que el cambio era no solo posible, sino necesario. Hoyos-López, otro miembro del trío, manifestó su deseo de llevar a cabo una campaña que no solo se centrara en recaudar fondos, sino también en movilizar a votantes apasionados por el Bitcoin, quienes podrían convertirse en votantes de un solo tema en las próximas elecciones. Más allá de la política, esta historia también es un testimonio del creciente poder y la influencia de la comunidad de criptomonedas en el panorama actual.