El lunes 29 de abril de 2025 quedará marcado en la memoria colectiva de millones de europeos como el día en el que la red eléctrica de España sufrió uno de sus mayores colapsos en los últimos años. Este apagón masivo afectó no solo a gran parte de España, sino que también se extendió a Portugal y al sur de Francia, generando un caos generalizado en sectores clave como transporte, salud y servicios públicos. A pocas horas del incidente, las autoridades españolas anunciaron la apertura de una investigación por posible sabotaje, elevando el nivel de alerta ante la creciente sospecha de un ataque cibernético. La magnitud del apagón sorprendió incluso a expertos en infraestructuras críticas. A las 12:33 pm, la red española sufrió un primer “evento” que se equipara a la pérdida repentina de generación eléctrica.
Aunque inicialmente la red mostró una capacidad de autorecuperación y estabilidad, una segunda caída ocurrió apenas un segundo y medio después. Poco más de tres segundos tras la segunda caída, la conexión entre España y Francia se interrumpió debido a inestabilidades que rápidamente derivaron en un colapso masivo de la red, exacerbado por la pérdida considerable de energía proveniente de fuentes renovables. Este patrón de fallos encadenados ha llevado a las autoridades judiciales a contemplar la posibilidad de un acto deliberado de sabotaje, algo no descartado previamente y ahora investigado a fondo por el Tribunal Supremo español. El juez a cargo del caso, José Luis Calama, ha indicado que, pese a que aún no se ha determinado la causa exacta del apagón, la hipótesis de un ciberataque terrorista sigue muy presente y ha solicitado a los operadores de red un informe detallado con plazo máximo de diez días. Además de España, Reino Unido vivió episodios inusuales en su red eléctrica apenas horas antes de que ocurriera el apagón ibérico.
Operadores del sistema nacional de energía detectaron fluctuaciones extrañas en la frecuencia del suministro, un indicador crítico para la estabilidad de toda la red. Entre los incidentes relevantes en el Reino Unido se reportaron una falla en una planta de energía a gas en Lincolnshire y la caída inexplicada de un interconector eléctrico que une el Reino Unido con Dinamarca. Adicionalmente, se registraron nuevos cambios repentinos en la frecuencia varias horas después, complicando aún más el panorama para las autoridades energéticas británicas y europeas. Dado el contexto geopolítico, ninguna de estas anomalías puede separarse de las crecientes tensiones y conflictos tecnológicos en Europa del Este y otros escenarios donde Rusia ha sido particularmente activa en operaciones encubiertas destinadas a desestabilizar infraestructuras críticas. Desde el inicio de la guerra en Ucrania, se ha documentado una serie de incidentes sabotajes en diferentes países europeos, muchos con un claro patrón que apunta a campañas de espionaje y sabotaje cibernético vinculadas a Moscú.
Estos antecedentes incluyen desde ataques informáticos masivos en Alemania y la República Checa, hasta incendios provocados y amenazas a infraestructuras de alto impacto en naciones como Noruega, Polonia y Reino Unido. La magnitud y sofisticación de estos ataques evidencian una estrategia de ciberguerra híbrida que busca erosionar la estabilidad política y económica occidental mediante métodos no convencionales. Algunos expertos apuntan que el cuadro actual encaja en esta dinámica de agresión tecnológica al continente. La complejidad del incidente eléctrico y su coincidencia temporal con los extraños sucesos en el Reino Unido han generado sospechas fundadas sobre la posibilidad de un ataque coordinado que, si bien aún no confirmado, sigue siendo la principal línea de investigación. Por el momento, las autoridades españolas no descartan otras causas técnicas o naturales, como inusuales condiciones atmosféricas que podrían haber impactado la red, aunque esta explicación no logra convencer del todo dada la secuencia tan precisa y el patrón de fallos simultáneos.
La población, por su parte, sufrió las consecuencias inmediatas de la desaparición abrupta de luz: hospitales redujeron operaciones, trenes quedaron paralizados y los aeropuertos cancelaron vuelos, generando una paralización total en la movilidad y servicios. En Madrid, la policía tuvo que intervenir para controlar el tráfico y evitar incidentes en medio de la oscuridad. Las imágenes de ciudadanos haciendo cola para abastecerse en supermercados o con linternas en mano ilustraron la magnitud del impacto social que un fallo de tal naturaleza puede provocar. El gobierno español, a través de su presidente Pedro Sánchez, ha tratado de enviar un mensaje de calma y control, informando que el suministro eléctrico se ha ido restableciendo progresivamente y que se están tomando medidas para garantizar que un evento similar no vuelva a repetirse. La prioridad sigue siendo resolver la causa raíz de la falla para reforzar la resiliencia del sistema eléctrico nacional.
Este episodio también ha puesto sobre la mesa una discusión más amplia sobre la seguridad y modernización de las infraestructuras críticas europeas frente a amenazas cada vez más sofisticadas. La integración masiva de energías renovables, la interconexión de redes y la digitalización acelerada crean vulnerabilidades nuevas que requieren políticas y estrategias renovadas para garantizar la estabilidad y protección ante acciones hostiles. En el ámbito internacional, la investigación española busca colaboración y coordinación con socios europeos y organismos de seguridad cibernética que permitan un análisis exhaustivo de cualquier vector de ataque, incluyendo software malicioso, interferencias externas o sabotajes físicos. La cooperación multilateral será clave para reforzar las defensas y evitar que episodios de este tipo se conviertan en una amenaza recurrente para la estabilidad energética y social del continente. En conclusión, mientras la investigación se encuentra en curso y las causas aún se dilucidan, el masivo apagón sufrido por España y sus vecinos ha dejado en evidencia la fragilidad de las redes energéticas modernas frente a amenazas externas.
La posible implicación de sabotaje, enmarcada en un contexto de ciberataques y sabotajes selectivos atribuidos a Rusia, ha elevado la preocupación sobre la seguridad nacional y europea en estas infraestructuras vitales. Este desafiante escenario obliga a un replanteamiento urgente de las estrategias de defensa, resiliencia y respuesta ante emergencias para proteger a la población y garantizar el funcionamiento continuo de los servicios esenciales en un mundo cada vez más interconectado y digital.