Starbucks es una marca globalmente reconocida que durante décadas ha sido sinónimo de crecimiento sólido, innovación en el sector de cafeterías y una experiencia única para el consumidor. Sin embargo, en los últimos años, la compañía ha atravesado un periodo turbulento, marcado por cambios en la gestión, retos operativos y una fuerte caída en el precio de sus acciones, lo que ha llevado a los inversionistas a replantear sus expectativas y evaluar los riesgos asociados a las inversiones en acciones de empresas que están en proceso de recuperación o turnaround. Invertir en acciones de empresas en recuperación puede ser atractivo debido a la posibilidad de obtener ganancias significativas si la empresa logra revertir sus problemas y recuperar el crecimiento. No obstante, este tipo de inversiones también conlleva un alto nivel de incertidumbre y riesgos, dado que las dificultades internas o externas que afectan a estas compañías pueden ser profundas y complejas, lo que dificulta o retrasara la recuperación. El caso de Starbucks ejemplifica bien estas complejidades y nos brinda valiosas lecciones para los inversionistas.
Durante la pandemia mundial, Starbucks sufrió un golpe fuerte en sus ventas debido a la reducción del tráfico de clientes, especialmente aquellos que acudían a sus locales durante sus desplazamientos de trabajo o viajes. La compañía contaba con un modelo de negocio dependiente en gran medida del flujo constante de consumidores en sus tiendas físicas, y la interrupción de estos hábitos impactó sus ingresos notablemente. Aunque logró rescatar parte de su desempeño mediante la consolidación de su programa de recompensas y la expansión de sus pedidos y pagos móviles, estos elementos resultaron insuficientes para estabilizar su accionar y mantener un crecimiento sólido. Además, la gestión de Starbucks ha experimentado frecuentes cambios, situación que puede generar incertidumbre para los inversionistas y afectar la estrategia de la compañía. Tras la salida de su histórico CEO Howard Schultz, quien regresó temporalmente para intentar redirigir el rumbo y resaltar el concepto de la tienda como un "tercer lugar" además del hogar y el trabajo, Starbucks buscó renovar su liderazgo.
En 2023, Laxman Narasimhan fue nombrado CEO pero su permanencia fue breve hasta agosto de 2024, cuando Brian Niccol, conocido por haber liderado la exitosa recuperación de Chipotle Mexican Grill, asumió el mando. La llegada de Niccol generó optimismo inmediato en el mercado, provocando una subida del 24% en el precio de la acción en un solo día, pero el contexto previo de incertidumbre y desaceleración seguía pesando en el ánimo general. La complejidad de un turnaround radica en que las dificultades no siempre se originan en causas simples de resolver. En el caso Starbucks, la exposición internacional que ofrece oportunidades también introduce complicaciones adicionales. Adaptar el modelo de negocio a distintas culturas, economías y escenarios geopolíticos requiere estrategias multifacéticas y flexibles.
Esta amplitud global puede ser tanto una fortaleza como una carga, ya que los problemas en una región pueden impactar los resultados globales y retrasar la recuperación. Asimismo, la toma de deuda para financiar iniciativas y expansión durante períodos de bajo crecimiento puede elevar el riesgo financiero de la empresa. Starbucks ha incrementado su nivel de endeudamiento sin que esto se haya traducido en un crecimiento sostenido de sus ganancias, lo que preocupa a los inversionistas que buscan estabilidad y retorno a largo plazo. Las decisiones financieras acertadas son clave en una turnaround, puesto que una mala gestión puede hipotecar el futuro de la empresa y limitar su capacidad para invertir en innovación y mejoras. El mundo de las acciones de empresas en recuperación está plagado de ejemplos que demuestran tanto el éxito como el fracaso.
En comparación, compañías como Apple, Amazon o Netflix lograron reorientar su estrategia en momentos de crisis con resultados explosivos, gracias a innovaciones disruptivas y adaptaciones acertadas. Sin embargo, no todas las empresas son capaces de ejecutar estas transformaciones, y la apuesta por una turnaround debe considerar el contexto, el liderazgo y el grado de problemas que enfrenta la compañía. Para los inversionistas interesados en este tipo de activos es sumamente importante analizar con detalle la historia reciente de la empresa, sus capacidades para reinventarse, su estructura financiera y las perspectivas del liderazgo actual. La inestabilidad en la dirección, como fue el caso de Starbucks con cambios frecuentes en el CEO, puede significar falta de coherencia estratégica y demora en la implementación de nuevas iniciativas. Además, la percepción del mercado sobre la marca y la calidad de sus productos también influye significativamente en el éxito de un turnaround.
Starbucks enfrenta desafíos relacionados con la competencia, cambios en los hábitos de consumo y la necesidad de innovar para mantener la relevancia ante una base cada vez más exigente y diversa. En conclusión, el caso de Starbucks refleja las múltiples aristas que involucra invertir en acciones de empresas en procesos de recuperación. Aunque la oportunidad de un resurgimiento puede verse atractiva, los riesgos asociados a problemas operativos complejos, cambios en la gestión y dificultades financieras deben evaluarse con detalle. Para quienes deciden apostar en estas circunstancias, la paciencia, la investigación profunda y la comprensión clara del negocio y su entorno son herramientas indispensables para minimizar riesgos y maximizar oportunidades de éxito.