La industria automotriz global está atravesando cambios significativos, y Nissan Motor está en el epicentro de varias transformaciones estratégicas. La reciente noticia de que Nissan planea detener la producción en su planta ubicada en Wuhan, China, para marzo de 2026, ha captado la atención tanto de inversores como de analistas de la industria. Esta decisión, que puede verse como un hito en la gestión de la compañía en el mercado chino, tiene varias causas y repercusiones que vale la pena analizar a fondo. La planta de Nissan en Wuhan inició sus operaciones en 2022, con una capacidad anual para fabricar hasta 300,000 vehículos. Sin embargo, a pesar de su potencial, la producción anual ha sido sorprendentemente baja, con aproximadamente solo 10,000 unidades fabricadas.
Este bajo rendimiento ha generado una tasa de operación muy por debajo de lo esperado, lo cual ha llevado a Nissan a tomar la importante decisión de detener la producción en esta instalación. Un factor determinante para esta situación es la feroz competencia dentro del mercado automotriz chino. Vehículos eléctricos y SUV, como el Nissan Ariya y el X-Trail, que se producen en la planta de Wuhan, enfrentan una competencia directa de marcas locales chinas que han conseguido captar grandes cuotas del mercado gracias a precios competitivos y tecnologías innovadoras adaptadas a las preferencias locales. Esta realidad ha hecho difícil para Nissan ganarse un lugar destacado en un mercado dominado por dinámicas de rápido cambio y una clientela cada vez más exigente. Sumado a la problemática de producción y competitividad, Nissan enfrenta desafíos económicos globales.
Para el año fiscal que termina en marzo de 2025, la compañía ha previsto una pérdida récord neta estimada entre 700 y 750 mil millones de yenes, lo que corresponde a entre 4.87 y 5.22 mil millones de dólares. Esta situación financiera complicada está relacionada con cargos por deterioro, que reflejan la necesidad de ajustar el valor de ciertos activos debido a decretos como el cierre de instalaciones poco rentables, incluida la planta de Wuhan. La noticia también coincide con una tendencia generalizada de producción decreciente para Nissan en varias regiones.
En febrero de 2025, la producción global de la empresa sufrió una caída del 12.1% en comparación con el mismo mes del año anterior. En Japón, la producción disminuyó un 13.2%, mientras que fuera del país cayó un 11.7%.
Particularmente, la producción en China mostró una reducción significativa del 35.6%, evidenciando la dificultad del fabricante japonés para mantener sus niveles productivos frente al dinamismo del mercado local. El cierre de la planta de Wuhan no es un caso aislado dentro de la estrategia de Nissan en China. En junio de 2024, otra instalación ubicada en Changzhou, provincia de Jiangsu, también fue clausurada por razones similares. Estas decisiones resultan en una consolidación de las operaciones del fabricante japonés en el país, reduciendo sus bases productivas en China a solo cuatro plantas.
La gestión espera que esta concentración en menor número de instalaciones pueda optimizar la rentabilidad y enfocarse en mercados o modelos con mayor demanda. Además del desafío local, Nissan enfrenta complicaciones a la hora de exportar los vehículos fabricados en China a otros mercados, como Estados Unidos y Europa. Aunque la empresa planea exportar alrededor de 100,000 vehículos anualmente fabricados en China para contrarrestar la caída de ventas internas, los altos aranceles impuestos por esas regiones dificultan la competitividad de los productos. Esta situación agrega un nivel más de incertidumbre estratégica para las operaciones de Nissan en la región asiática. El escenario global para las empresas automotrices, incluyendo Nissan, está marcado por varios cambios estructurales: la transición hacia vehículos eléctricos, la digitalización de la movilidad y las fluctuaciones políticas y económicas que afectan las cadenas de suministro internacionales.
En este contexto, las plantas con baja rentabilidad, como la de Wuhan, se vuelven insostenibles desde un punto de vista financiero y operativo. Desde el punto de vista del mercado laboral, la paralización de la planta tendrá impacto en la fuerza de trabajo local, aunque los detalles sobre la reubicación o compensación para los empleados afectados aún no se han hecho públicos. La relación entre Nissan y su socio Dongfeng Motor, de quien Nissan arrienda la planta, también será un aspecto relevante, ya que ambos protagonizan una alianza importante en China. La decisión de Nissan no solo refleja problemas específicos operativos, sino que también muestra cómo los fabricantes tradicionales están reevaluando su estrategia para poder hacer frente a una competencia implacable y a un mercado que evoluciona con rapidez. La capacidad de adaptación, innovación tecnológica y optimización de costos serán claves para mantenerse competitivos, especialmente en regiones tan dinámicas como China.