El concepto de comprar ahora y pagar después, conocido como BNPL (Buy Now, Pay Later), ha ganado popularidad en los últimos años, reinventando la forma en que muchas personas realizan sus compras diarias. Lo que comenzó como una opción innovadora para fraccionar pagos sin intereses se ha convertido en una herramienta común para abonar incluso gastos básicos como las compras de supermercado. Sin embargo, a pesar de la aparente facilidad y beneficios que brinda esta modalidad, expertos financieros advierten que es una de las peores opciones para pagar bienes esenciales, y más aún cuando se trata de alimentos perecederos. Jordan Rosenfeld, en un análisis reciente, resalta que los planes BNPL pueden parecer atractivos porque aparentemente no aplican intereses y permiten dividir el total en pagos más pequeños y manejables. Este mecanismo ha seducido a un amplio sector de consumidores, según una encuesta de Lending Tree, que revela que el 25% de las personas ya utiliza BNPL para sus compras de supermercado, cifra que ha subido significativamente en apenas un año.
Sin embargo, desde la perspectiva de un asesor financiero como Christopher Stroup, quienes usan BNPL para alimentos y productos básicos están cometiendo un error fundamental: convertir gastos actuales, especialmente de consumibles perecederos, en deudas futuras. Esto implica comprometer ingresos que aún no se han ganado para compras que ya se consumieron, lo que puede generar desequilibrios en el flujo de caja personal. El principal riesgo radica en que esta práctica incrementa la vulnerabilidad financiera de las personas. Al depender de un crédito de corto plazo para pagar algo que no se puede devolver o aprovechar en el futuro, se abre la puerta a sobregiros bancarios, multas por pagos tardíos y una dependencia creciente de soluciones rápidas de crédito. Esto puede desencadenar un efecto dominó que resulte en deudas acumuladas y problemas de gestión presupuestaria.
Además de las consecuencias económicas, existe un factor psicológico que juega un papel crucial. Esta modalidad de pago disminuye la percepción del gasto real, lo que puede fomentar el sobreconsumo. Cuando el pago se difiere y se exagera la sensación de una “solución gratuita”, los consumidores tienden a no evaluar con cuidado el impacto de sus compras, haciendo que terminen gastando más de lo que inicialmente planearon. Esta minimización del “dolor” al pagar puede afectar negativamente la disciplina financiera. La fragmentación del presupuesto es otro problema asociado a esta práctica.
Al usar diferentes servicios BNPL que no siempre reportan los pagos puntuales a las centrales de crédito, solo puntúan negativamente las omisiones, lo que puede deteriorar la calificación crediticia sin ofrecer un historial crediticio positivo real. Esto dificulta la planificación financiera a largo plazo, puesto que refleja un cuadro confuso del flujo de efectivo y limita la capacidad de ahorrar o invertir con un objetivo claro. Cabe destacar que, aunque las promociones promocionen tasas de interés del 0%, esto no significa en absoluto que el riesgo es nulo. Saltarse un pago aunque sea uno puede resultar en cargos adicionales y daños a la reputación crediticia. Por eso, depender habitualmente de BNPL indica un problema más profundo con el manejo del dinero, especialmente si esta herramienta se mantiene para gastos tan esenciales como la alimentación.
Para quienes se sienten tentados a recurrir a esta forma de pago, la recomendación principal es construir primero un presupuesto claro y estructurado que dé prioridad a los gastos esenciales. Controlar los ingresos y gastos mediante sistemas o aplicaciones de presupuesto ayuda a delimitar qué se puede gastar en alimentos sin generar deudas. Las tarjetas de débito con devolución de efectivo o cuentas corrientes con intereses altos también son opciones más seguras para manejar el gasto diario porque trabajan con el dinero disponible y evitan endeudamientos peligrosos. Otra alternativa valiosa es buscar soluciones comunitarias o locales, como cooperativas de alimentos o programas de ayuda social, que permiten acceder a productos básicos a mejores precios o con facilidades de pago sin comprometer la estabilidad financiera. En caso de enfrentar problemas recurrentes de flujo de caja, una estrategia más saludable es revisar y renegociar los gastos fijos, como servicios o suscripciones, antes que recurrir a créditos para cubrir necesidades básicas.
Esto implica examinar todas las obligaciones mensuales, eliminar gastos no esenciales y buscar formas de reducir costos para liberar ingresos para lo esencial. Adoptar herramientas digitales especializadas en gestión financiera, como YNAB (You Need A Budget), Goodbudget o Rocket Money, puede marcar la diferencia. Estos recursos permiten llevar un seguimiento detallado de las compras, establecer límites claros para cada categoría de gasto y fomentar una mayor disciplina financiera. En última instancia, el uso de BNPL para pagar alimentos no solo puede comprometer la estabilidad económica inmediata, sino también afectar la salud financiera a largo plazo. Este método puede dar la falsa ilusión de controlar el gasto cuando en realidad está creando un ciclo de deuda que pone en riesgo la capacidad de planificar el presente y futuro.